Se estima que el territorio del actual Afganistán fue habitado en el período neolítico, cien mil años antes de Cristo. En la cueva de Darra-i-Kur, en Badakhshán, se encontraron fragmentos de una calavera de un hombre de Neanderthal. En la Edad de Bronce, entre el tercer y segundo milenio a.C., con el empuje del comercio activo con Mesopotamia y Egipto, y la principal exportación del lapislázuli que se extraía de las minas de Badakhshán, se desarrollaron los primeros centros urbanos: Mundigak y Deh Murasi Ghundai. A medida que las mesetas de Persia, las estepas de Asia Central y el valle del Indo vieron crecer notablemente sus poblaciones, la región se transformó en pasaje para los frecuentes desplazamientos de pueblos, y el paso de Khyber se convirtió en la puerta de entrada para el norte de la India.

A lo largo de su historia, el territorio ha conocido tres denominaciones principales: Ariana, cuando tribus arias se asentaran dos milenios antes de Cristo, Khurasán en el medioevo y Afganistán en los tiempos modernos. Se estima que fue en época del asentamiento ario que se fundó Kabul y que, en territorio de Ariana, se habría creado el Rig Veda, uno de los textos fundamentales del hinduismo.

La región fue incorporada en el siglo VI a.C. al Imperio Persa de Ciro el Grande; se especula que por esta fecha Zoroastro introdujo su religión en Bactria. Tres siglos más tarde, Alejandro de Macedonia (quien fundó la ciudad de Alejandrópolis, la actual Kandahar) desplazó a los persas e incorporó el territorio al Imperio Alejandrino. A la muerte de Alejandro, en el 323 a.C., las satrapías orientales pasaron a ser gobernadas por la Dinastía Seléucida, que gobernaba desde Babilonia. En el 250 a.C., Diodoto, un gobernador local greco-bactriano, declaró la independencia de las llanuras del río Amu. Los conquistadores greco-bactrianos se desplazaron hacia el sur y, en el año 180 a.C., establecieron su dominio en Kabul y en el Punjab. También los partos de la zona oriental de Irán se desligaron de los seléucidas, y asumieron el control de Seistán y de Kandahar.

Una confederación de cinco tribus nómades centroasiáticas, conocidas como las Yüeh-chih, despojaron a los greco-bactrianos de su reino y, unidas bajo el estandarte de una de ellas, Kusana, conquistaron el resto del territorio y crearon el reino del mismo nombre, que se convirtió en intermediario comercial entre Roma, India y China, abriendo la llamada « ruta de la seda ». En el siglo II d.C., el imperio del rey Kaniska se extendió desde Mathura, en el norte y centro de India, hasta las fronteras de China en Asia Central.

Los persas sasánidas se apoderaron de parte del Imperio Kusano en el siglo III y, durante la centuria subsiguiente, una nueva ola de nómades centroasiáticos, conocidos como heftalíes, tomaron control del territorio. En el 550 d.C. los persas reconquistaron lo que actualmente es Afganistán, si bien debieron enfrentar continuas revueltas de tribus afganas.

El ingreso del Islam se produjo cuando fuerzas musulmanas vencieron a los sasánidas en el año 642 en Nahavand (próximo al moderno Hamadan, en Irán) y pasaron a territorio afgano. Los siglos IX y X vieron el ascenso de diversas dinastías islámicas locales, de las que una de las primeras fue la de los tahirides, establecidos en Khorasán, cuyo reino incluyó Balkh y Herat. Esta dinastía fue sucedida por la de los safarides, nativos de Seistán. Los príncipes del norte pronto se volvieron feudatarios de los poderosos samánidas, quienes gobernando desde Bujara hicieron también conocer su esplendor a Samarcanda, Balkh y Herat.

Los mongoles, al mando de Gengis Khan, invadieron la parte oriental del imperio del sultán Ala ad-Din en 1219, y conquistaron el territorio en 1221, haciéndolo parte de su vasto imperio. Desmoronado el imperio tras la muerte de Gengis en 1227, algunos jefes locales lograron mantener principados autónomos y otros juraron vasallaje a los príncipes mongoles. En 1360 cayeron bajo el poder de Timur Lenk (Tamerlán), el conquistador turco de fe islámica, cuyos descendientes gobernaron Khurasán hasta el principio del siglo XVI.

Con la formación del tercer Imperio Persa Chiíta (1502) y del Imperio Gran Mogol en la India (1526), la región pasó a ser escenario de constantes luchas entre los mongoles, que dominaban Kabul, los persas de la Dinastía Safávida que controlaban la región sur y los descendientes uzbekos de Tamerlán, que dominaban el noroeste. De esas convulsiones surgió, en 1747, la unificación del país, cuando una asamblea de jefes locales eligió shah a Ahmad Durrani, jefe militar que había estado al servicio de los soberanos persas. El nuevo shah tuvo que materializar esa unidad por medios militares, consolidando las fronteras nacionales, que se verían amenazadas por el empuje expansionista de la Rusia zarista y los intereses de Inglaterra, que controlaba la India.

La primera Guerra Anglo-Afgana (1839-1842), que perdiera el Imperio Británico, afirmó la posición de Dost Mohamed Shah, ligeramente prorrusa. Este monarca pretendió aumentar su influencia en el norte de la India, donde fomentó rebeliones antibritánicas. Al consolidarse su posición con su hijo Shere Alí Shah los ingleses volvieron a invadir.

Como resultado de la segunda Guerra Anglo-Afgana (1878-1880), la Dinastía Durrani fue depuesta, Afganistán despojado de los territorios situados al sur del Khyber y convertido en «Estado-tapón» entre la Rusia zarista y la India. El país perdía así el manejo de su política exterior. En 1893, la Línea Durand, que no se presentó como repartición de fronteras, delimitó zonas de responsabilidad para el mantenimiento de la ley y el orden entre la India británica y el emir Abdor Rahaman Khan, quien gobernaba desde Kabul.

En 1919, luego de una tercera Guerra Anglo-Afgana, que esta vez duró cuatro meses, Afganistán se liberó del protectorado británico. El líder de la independencia fue Amanullah Kan, nieto del emir impuesto por los británicos. Desde el gobierno se propuso modernizar el país, propulsó una Constitución de corte relativamente liberal y fue el primer Estado en el mundo en establecer relaciones diplomáticas con la Unión Soviética. Este fue el comienzo de una «relación especial» que habría de durar siete décadas.

Derrocado Amanullah en 1929 por el clan de los Mohammedzai, quienes coronaron a Mohamed Nadir Shah, se elaboró en 1931 una nueva Constitución que reconocía el poder de los jefes locales. El nuevo shah fue asesinado en 1933, y la corona recayó sobre su hijo Zahir, quien durante los primeros 20 años de su reinado intentó consolidar la nación, incrementó las relaciones exteriores y fomentó el desarrollo interno. Cuando Pakistán se independizó en 1947, la vieja Línea Durand enfrentó al país con el problema del estatus político de los pashtunes que habitaban en el lado pakistaní.

A partir de la década de 1950 se destaca el liderazgo del teniente general Mohamed Daúd Kan, primo y cuñado del rey que fuera nombrado primer ministro en 1953. Daúd Kan nacionalizó servicios, construyó sistemas de riego, caminos, escuelas y presas hidroeléctricas con ayuda financiera de Estados Unidos, reorganizó las fuerzas armadas con ayuda soviética y se manifestó neutral en la Guerra Fría. Además, abolió la obligatoriedad del uso del chador (velo) para las mujeres, y la purdah, prohibición de que las mujeres sean vistas en público.

Inserto en una zona de alta conflictividad, Afganistán trató, durante el inicio de la Guerra Fría, de mantenerse equidistante entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Sin embargo, se vio forzado a depender cada vez más de la Unión Soviética debido al sostenido apoyo de Estados Unidos a Pakistán. A partir de 1955, miles de afganos fueron enviados regularmente a estudiar a la Unión Soviética y, principalmente, a recibir entrenamiento militar.

La voluntad independentista de los pashtunes llevó a Daúd a tomar medidas represivas y esto hizo que Pakistán cerrara la frontera con Afganistán en 1961. La influencia soviética, que comenzó a reflejarse en algunas manifestaciones marxistas en la prensa y el gobierno, fue vista con desagrado por los allegados al rey. En marzo de 1963, el rey Zahir «aceptó la renuncia» de Daúd y, dos meses después, Pakistán reabrió la frontera.

Se designó primer ministro a Muhammad Yusuf, quien propuso un gabinete de tecnócratas e intelectuales y propulsó una nueva Constitución basada en los principios de la libertad individual que, al mismo tiempo, mantenía los valores del Islam y la monarquía. Adoptada en 1964, la Constitución por primera vez permitió la formación de partidos políticos y la adopción de elecciones, pero indirectamente prohibía la participación de partidos marxistas.

En la clandestinidad fue fundado el Partido Democrático del Pueblo Afgano (PDPA), que en 1965 organizó las primeras manifestaciones antimonárquicas. En poco tiempo el PDPA se dividió entre el grupo Jalq (compuesto por la etnia tadjiko afgano-persa) que preconizaba una revolución basada en la alianza obrero-campesina, y los adherentes del Parcham o «bandera» (de la etnia pashtún) que buscaban una amplia unión popular con participación de los intelectuales, la burguesía nacional, las clases medias urbanas y los militares.

Trabajadores y estudiantes comenzaron a organizarse activamente en las zonas industriales del país. Cada vez fueron más frecuentes las manifestaciones y las críticas al rey. Moscú, que no había aceptado de buen grado el reemplazo de Daúd, apoyó que, aprovechando un viaje al exterior del rey Zahir, se designara en 1973 a Daúd como presidente. Con apoyo del PDPA se proclamó la república y se anuló la Constitución de 1964.

Daúd diseñó un programa basado en democracia y socialismo, casi idéntico al que fuera publicado, cuatro años atrás, en el primer número del periódico Parcham, especialmente en lo referente a la reforma agraria, nacionalización de la banca, desarrollo industrial y justicia social. La nueva Constitución unipartidista, basada en el modelo de Argelia y el Egipto de Nasser, fue aprobada en abril de 1977 y Daúd, quien había depuesto a los ministros comunistas de su gabinete y había perdido el apoyo de Moscú, fue electo presidente por un período de 10 años.

Daúd trató de reconquistar los vínculos con el mundo islámico, realizó viajes a Kuwait, Arabia Saudita y Egipto y, en un esfuerzo desesperado, trató de reconciliarse con el shah de Irán en 1978, lo que sólo precipitó su caída. Los militares organizados por el Parcham lo asesinaron, junto con toda su familia, y designaron en su lugar a Nur Mohamed Taraki, quien además fue nombrado Secretario General del PDPA. Hafizullah Amin, dirigente de una facción comunista rival, y Babrak Karmal, líder del Parcham, fueron nombrados viceprimeros ministros. La pugna entre estos últimos se resolvió en favor de Amin, quien en abril de 1979 ascendió al cargo de primer ministro y en setiembre renunció y asesinó a su hasta entonces aliado Taraki.

Amin introdujo cambios como la eliminación de la «dote», la alfabetización sobre valores secularistas, equidad para la mujer y reforma agraria que sacudieron los patrones culturales del país. A pesar de que ratificó que Afganistán se consideraba país no alineado, los campesinos, familiarizados con las emisiones de radio Moscú, asumieron que el nuevo gobierno era marxista, prosoviético y, por lo tanto, ateo. En febrero de 1979 el embajador norteamericano en Kabul fue secuestrado y asesinado. Estados Unidos interrumpió sus programas de ayuda económica y aumentó su hostilidad hacia un gobierno al que calificó de prosoviético.

Amin fue asesinado en un golpe de Estado que, apoyado por tropas soviéticas que entraron al país «por razones estratégicas» en diciembre de 1979, terminó imponiendo a Babrak Karmal, quien ocupó las plazas de primer ministro, presidente del Consejo Revolucionario y Secretario General del PDPA. En diversas partes del país empezó a crecer la resistencia a los invasores soviéticos y se organizaron guerrillas de mujaidines (voz persa para designar a los guerreros islámicos), que viajaron a tierras afganas en expediciones de voluntarios financiadas por Arabia Saudita. Al tiempo, millones de campesinos afganos se refugiaron en los vecinos Pakistán e Irán.

La guerrilla de los mujaidines, dividida en diversas facciones sostenidas por distintos países (Estados Unidos, Irán, Pakistán, Arabia Saudita) coincidía con crecientes divisiones en Kabul. En mayo de 1986, Karmal fue sustituido como Secretario del PDPA por Mohammed Najibullah, un médico joven de nacionalidad pashtún, quien en enero de 1987, anunció un cese del fuego unilateral, acompañado de garantías para los líderes opositores que quisieran negociar con el gobierno, amnistía a los insurrectos prisioneros y la promesa de una pronta retirada de las tropas soviéticas. Los mujaidines, sin embargo, continuaron la lucha.

Luego de seis años de negociaciones, se firmó en Ginebra un acuerdo afgano-pakistaní, con garantía de Estados Unidos y la Unión Soviética. Dicho acuerdo garantizaba el regreso voluntario de los refugiados que, para entonces, eran más de cuatro millones. Otro documento, firmado por Afganistán y la URSS, disponía el retiro de las tropas soviéticas. El PDPA cambió su nombre por el de Partido Watan (Partido de la Patria).

En setiembre de 1991, Estados Unidos y la Unión Soviética pactaron dejar de enviar armas al gobierno y a la guerrilla afgana, dejando la confrontación abierta entre Arabia Saudita e Irán, y los grupos de mujaidines que ambos países financiaban. Una vez desaparecida la URSS, el régimen de Kabul se quedó sin apoyo externo. Luego de que Najibullah se refugiara en la sede de la ONU en Kabul, en abril de 1992 (marcando la caída del régimen comunista), el gobierno quedó en manos de cuatro vice presidentes.

Las autoridades anunciaron su disposición de negociar con los grupos rebeldes, pero su entrevista con el comandante Ahmed Shah Massud, del Jamiat-i-Islami, provocó protestas de los grupos mujaidines de mayoría pashtún del sur y el este del país. Desde Pakistán, Gulbudin Hekhmatyar , jefe del grupo islamista Hezb-i-Islami, amenazó con iniciar el bombardeo de la capital si no renunciaba el gobierno. En los días siguientes, fuerzas de Massud y de Hekhmatyar entraron en combate dentro de Kabul.

La alianza de grupos musulmanes «moderados» encabezada por Massud, nombrado ministro de Defensa del nuevo gobierno, ganó el control de la capital, expulsando a los integristas encabezados por Gulbudin Hekhmatyar. En mayo, el Consejo Interino disolvió formalmente al Partido Watan (ex PDPA). Fueron disueltas también la KHAD, policía secreta, y la Asamblea Nacional.

El gobierno tomó medidas que reintroducían en el país la ley islámica: se prohibió la venta de alcohol y se impusieron nuevas reglamentaciones que obligaban a las mujeres a cubrirse la cabeza y a usar las ropas tradicionales del islamismo. Hekhmatyar continuó la lucha contra Kabul, exigiendo el retiro de Massud y de las milicias de Abdul Rashid Dostam, quien luego de haber sido miembro del gobierno comunista, se uniera a las guerrillas musulmanas que tomaron el poder.

Para entonces, la economía del país se encontraba paralizada y el 60% del aparato productivo destruido. Afganistán se convirtió en el mayor productor de opio del mundo. El gobierno pakistaní decidió cortar el contrabando de alimentos y armas a través de su frontera con Afganistán, para debilitar a Hekhmatyar, a quien acusó de deteriorar las relaciones entre ambos países.

A partir de 1993, el presidente en Kabul y líder de Jamiat-i-Islami, Buranuddin Rabbani, Hekhmatyar y Dostam fueron las principales autoridades de una lucha marcada por pactos y traiciones. En 1995, el surgimiento del grupo armado Talibán («estudiosos del Corán » en persa), en el sur de Afganistán, modificó el curso de la guerra. Estos guerrilleros, formados en Pakistán, tenían por objetivo crear un gobierno islámico unido en Afganistán. Desde su proclama, los principales líderes conformaban una «alianza integrista-comunista», que atentaba contra el Islam.

Pakistán, Arabia Saudita y Estados Unidos apoyaron la intervención del ejército Talibán. En setiembre de 1996 cayó en sus manos Kabul, al tiempo que el gobierno se dirigía al norte del país. Mohammed Omar Akhunzada (Mullah Omar) fue elegido en abril de 1996 como «Comandante de los creyentes» (amir ol momumin) en los territorios de los Talibán. En Junio de 1997 se formó el Frente Islámico Nacional Unido para la Salvación de Afganistán, más conocido como Alianza del Norte (AN) o Frente Único, mayoritariamente compuesto por facciones tadzhikas, uzbekas y hazaras.

Una vez en posesión de Kabul, siguiendo sus normativas de gobernar de acuerdo con su interpretación del Corán, los Talibán erradicaron a las mujeres de la esfera pública, eliminándolas del sistema educativo y reactivando la purdah. Al mismo tiempo, se prohibió la música y el canto (exceptuados los himnos religiosos), las salas de cine y teatro, y el alcohol, declarándolos «no islámicos». Para fines de 2000, el ejército Talibán controlaba más del 95% del territorio afgano.

El 3 de setiembre de 2001 Massud, líder de la AN, fue asesinado –supuestamente ordenado por el Mullah Omar–, lo que hubiera constituido un golpe mortal para las aspiraciones de la oposición de no mediar el ataque terrorista del 11 de setiembre sobre Nueva York y Washington, que desencadenó el ataque de Estados Unidos contra la organización terrorista al-Qaeda, dirigida por el saudí Osama bin Laden, ex mujaidín que vivía en Afganistán con miles de sus hombres, amparado por los Talibán.

Ese mismo mes, el consejo de ancianos, reunido en Kabul, pidió al gobierno Talibán que persuadiera a bin Laden a abandonar voluntariamente el país. El consejo también resolvió llamar a una jihad (guerra santa) en caso de que Estados Unidos atacara Afganistán.

El 7 de octubre comenzaron los bombardeos aéreos de la coalición liderada por Estados Unidos, en la que participó el Reino Unido, Australia y Canadá y el apoyo de la UE y de la OTAN (incluyendo Turquía), China, Rusia, Israel, India, Arabia Saudita y Pakistán. Irán e Irak condenaron los ataques.

Con la evolución de la guerra, el liderazgo de Rabbani disminuyó y se formó el triunvirato integrado por el ministro de Asuntos Exteriores y portavoz principal del Frente, Abdullah Abdullah, el ministro del Interior, Yunus Qanuni (ambos con notoria ascendencia secular), y Mohammad Qasem Fahim, ministro de Defensa, que lo sustituyó en el cargo.

El 13 de noviembre de 2001 la AN entró en Kabul y fue recibida con beneplácito por una parte de la población que esperaba el fin del régimen Talibán y de los bombardeos.

Durante la Conferencia Interafgana en Bonn. se creó una Administración Interina de 30 miembros, con el pashtún promonárquico Hamid Karzai como presidente. Se estableció un cronograma de dos años y medio hasta la celebración de elecciones generales, antes de las cuales se formarían una Loya Jirga (gran asamblea) de Emergencia, una Autoridad de Transición y una Loya Jirga Constitucional, asistidas por la ONU. La AN tuvo 18 de los 29 ministerios. Abdullah, Qanuni y Fahim fueron confirmados en sus cargos, mientras que Zahir debía inaugurar la Loya Jirga. El 22 de diciembre se produjo el traspaso de poder a Karzai.

En febrero de 2002 se reanudaron las relaciones comerciales con Estados Unidos –suspendidas luego de la ocupación soviética–. Pese al anunciado fin de la guerra, continuaban los enfrentamientos entre distintas facciones y no había rastros de Osama bin Laden o del Mullah Omar.

En julio de 2002 el vice-presidente Haji Abdul Qadir –un pashtún, había colaborado como comandante de la Alianza del Norte– y su chofer murieron en una balacera. En setiembre, el presidente Karzai sobrevivió a un atentado de al-Qaeda. La mayor parte del país estaba en manos de comandantes muy poderosos –llamados los «señores de la guerra»– apoyados por Estados Unidos. La autoridad del presidente Karzai estaba limitada principalmente a Kabul.

En agosto de 2003 la OTAN inició, por primera vez fuera de Europa, una misión de paz en el país. Ésta se encargaría de la planificación, supervisión, mando y control de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán, con mandato de la ONU.

El proyecto de una nueva Constitución para Afganistán, que creaba una república islámica con igualdad de derechos para todos los ciudadanos, fue, en noviembre, entregado por la Comisión de Revisión Constitucional al presidente Karzai y al enviado especial de la ONU, Lakhdar Brahimi. El borrador no hacía referencia a la sharia o ley islámica, pero decía que ninguna de las leyes podría contradecir al Islam.

La Carta, que preveía una presidencia fuerte, fue aprobada por la Loya Jirga en enero de 2004. Entre marzo y mayo de ese año, se dieron a conocer detalles de varios abusos contra prisioneros de guerra cometidos por fuerzas estadounidenses en los centros de detención.

También a fines de marzo, las elecciones presidenciales y parlamentarias, anunciadas en el cronograma de Bonn para junio de 2004, fueron pospuestas para setiembre debido a problemas de seguridad y, consecuentemente, a demoras en la elaboración del padrón. Durante su viaje a Berlín (Alemania) de ese mes, Karzai, pidió ayuda económica para la reconstrucción de su país y advirtió que, de no mejorar la situación, Afganistán corría serios riesgos de caer nuevamente en el caos y la guerra.

En abril, Gran Bretaña, Estados Unidos, Japón, Alemania y la ONU, se comprometieron a hacer llegar 8.200 millones dólares en ayuda durante los siguientes tres años. Ese mismo mes, el país firmó acuerdos de cooperación para la lucha contra el narcotráfico con China, Pakistán, Irán, Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán.

En julio de 2004, las elecciones fueron aplazadas nuevamente debido al recrudecimiento de la violencia en varias zonas del país. La fecha elegida fue el 9 de octubre y entre los más de veinte candidatos se encontraban Karzai y, como uno de sus más fuertes oponentes, Abdul Rashid Dostum, asesor militar del gobierno interino y uno de los más fuertes «señores de la guerra». Mientras Karzai lo signaba como una amenaza para el país mayor aún que los talibanes, los observadores señalaban que su candidatura era una señal que legitimaba el nuevo régimen democrático.

El 3 de noviembre, Karzai venció con el 55% de los votos y se preparó para jurar su cargo 30 días después –tal como manda la Constitución. Algunas denuncias de fraude realizadas por la oposición fueron desestimadas por los observadores de la ONU.

El ejército de Estados Unidos liberó 80 sospechosos de pertenecer al movimiento talibán en enero de 2005. En setiembre se celebraron las primeras elecciones parlamentarias y provinciales en más de 30 años. En diciembre, el nuevo parlamento sesionó por primera vez.

Más de 30 personas murieron en enero de 2006 en una serie de ataques suicidas en la provincia sureña de Kandahar. En febrero se produjeron enfrentamientos entre tropas gubernamentales y presuntos combatientes talibanes en la provincia de Helmand, también al sur.

Ese mismo mes, un encuentro de donantes en Londres se comprometió a enviar más de 10 mil millones de dólares, durante los siguientes 5 años, para ayudar a la reconstrucción del país.

A fines de julio de 2006, la OTAN se hizo cargo del control de la región sur del país (que incluye las provincias de Day Kundi, Helmand, Kandahar, Nimroz, Uruzgan y Zabul) tradicionalmente dominada por el talibán y los narcotraficantes. Este traspaso del control (de Estados Unidos a una organización integrada por 37 países, que aumentó su presencia de 3 mil a 9 mil efectivos en el territorio) coincidió con un incremento de la violencia en la zona, donde en ocasiones llega a haber más atentados diarios que en Irak (ver historia de Irak. Además de los ataques a funcionarios públicos y fuerzas internacionales, la violencia se extendía a las escuelas, como forma de desestabilizar el sistema de educación (fuertemente orientado a la escolarización de las niñas), uno de los pilares del nuevo gobierno. En agosto el teniente general David Richards –comandante de las fuerzas de la OTAN en Afganistán– declaró que las fuerzas británicas apostadas allí combatían en el conflicto más largo y sangriento que el Reino Unido hubiera enfrentado en 50 años.

Mullah Dadullah, uno de los máximos líderes del talibán, murió en mayo de 2007 durante un enfrentamiento con tropas de la OTAN en la provincia sureña de Helmand, fronteriza con Pakistán. La tensión en la frontera entre Afganistán y Pakistán fue creciendo desde los últimos meses de 2006. El gobierno de Kabul acusa a su par de Islamabad de permitir que las milicias del talibán se refugien en Pakistán.