Los habitantes originales de la actual Angola fueron cazadores y recolectores y hablaban la lengua koisan. La expansión de los pueblos bantú, en el primer milenio d.C., les hizo perder predominio en la zona. En grupos reducidos, los koisan –bosquimanos para los europeos– aún habitan algunas zonas del sur del país.

Los bantú eran un pueblo de agricultores, recolectores y cazadores que es probable comenzaran sus migraciones desde la selva húmeda, en lo que hoy es la frontera entre Nigeria y Camerún. Su expansión se dio en grupos pequeños, que se reubicaron en respuesta a circunstancias políticas o económicas. A través de los siglos XIV y XVII, establecieron una serie de reinos, siendo el de Congo el principal. Éste comprendió la franja que en la actualidad es frontera entre Angola y R.D. Congo y su apogeo se dio durante los siglos XIII y XIV.

En 1482 a la desembocadura del río Congo llegó una flota portuguesa, comandada por Diogo Cao. Ese fue el primer contacto con los angoleños –integrados al antiguo reino de Congo– y el comienzo del proceso colonizador. El mismo utilizó primero las misiones evangelizadoras, el comercio más tarde, y luego expediciones militares en contra de los pueblos que habitaban el interior del territorio.

Los reinos de la región se opusieron tenazmente a la ocupación extranjera, hasta el siglo XVIII. Las guerras y la esclavitud redujeron la población de 18 millones en 1450, a ocho millones en 1850. A pesar de esto, los angoleños nunca dejaron de oponerse a la colonización portuguesa. En la resistencia destacaron figuras como Ngola Kiluange, Nzinga Mbandi, Ngola Kanini, Mandume, entre otras.

La Conferencia de Berlín, de1884, dividió África entre las potencias coloniales europeas. Luego Portugal intensificó su penetración militar, pero sólo logró «pacificar» el interior tras 30 años de campañas militares (1890-1921).

El número de colonos portugueses creció rápidamente en Angola. Para 1900 se estima que eran 10 mil; 80 mil en 1950 y, antes de la independencia de 1974, ya eran 350 mil. Sin embargo, apenas uno de cada 100 colonos vivía en haciendas del interior del país. La economía colonial, basada en la explotación de recursos minerales y agrícolas, diamantes y café, era parasitaria. Las ganancias quedaban en manos de intermediarios portugueses.

Los independentistas angoleños fundaron, en 1956, el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), que fusionó organizaciones nacionalistas menores, como el PLUA, MINA y MIA. El MPLA fijó como objetivo obligar al gobierno portugués a reconocer el derecho del pueblo angoleño a la autodeterminación y la independencia. Portugal frustró toda iniciativa libertaria por la vía pacífica.

En 1961 militantes del MPLA, provenientes de las clases más desfavorecidas, tomaron por asalto las prisiones y otros puntos estratégicos de Luanda. Esa acción audaz en la capital incentivó la resistencia de las otras colonias portuguesas. La plataforma de lucha definió que el combate era contra el colonialismo, contra el sistema de poder internacional que le daba sustento, y contra la discriminación racial y el tribalismo.

Posteriormente se crearon otros movimientos independentistas: el Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA, dirigido por Holden Roberto), el Frente de Liberación de Cabinda (FLEC) y la Unión para la Independencia Total de Angola (UNITA, liderada por Jonas Savimbi), con arraigo regional en el centro y sur del país. El MPLA realizó en 1964 una conferencia de dirigentes, encabezada por su presidente Agostinho Neto, que definiría la Guerra Popular Prolongada.

Las reiteradas manifestaciones de solidaridad con los independentistas a nivel internacional, los reveses militares en Angola, Mozambique y Guinea-Bissau y las dificultades internas de Portugal llevaron a que el ejército colonial no esperase una victoria militar. Una insurrección del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), en 1974 derrocó, en Portugal, al régimen dictatorial de Oliveira Salazar y Marcelo Caetano. El MFA reconoció expresamente el derecho de los pueblos de las colonias africanas a su autodeterminación e independencia e invitó al MPLA, FNLA y la UNITA a formar, junto con Portugal, un gobierno de transición a la independencia. Esa nueva administración fue establecida por los Acuerdos de Alvor de 1975. Los acuerdos no llegaron a aplicarse debido a las irreconciliables diferencias políticas e ideológicas entre el FNLA, la UNITA y el MPLA.

El FNLA recibía apoyo de los servicios de inteligencia de los EEUU y ayuda militar de Zaire; la UNITA era respaldada por Sudáfrica y por colonos portugueses; y el MPLA seguía ideológicamente a los países socialistas. El FNLA y la UNITA atacaron al MPLA en Luanda, lo que generó una ardua disputa militar por el control de la capital. Ese mismo año, Zaire invadió Angola por el norte, y Sudáfrica, con complicidad de la UNITA, atacó por el sur.

El 11 de noviembre de 1975, estaba previsto poner fin a la dominación colonial. El MPLA proclamó la independencia en Luanda, tras la retirada de las autoridades y las últimas tropas portuguesas, sin mediar un traspaso formal del poder. El nuevo gobierno repelió la invasión sudafricana con el apoyo de 15 mil soldados cubanos. En 1976 la ONU reconoció al gobierno del MPLA como legítima representación de Angola. Sin embargo, continuaron los ataques sudafricanos desde Namibia, en apoyo a la UNITA.

La economía angoleña era muy precaria, ya que la guerra paralizó la producción en los extremos norte y sur del país. La masiva emigración europea llevó consigo todo lo que pudo transportar y dejó inoperantes las instalaciones productivas. El gobierno empezó a recuperar los centros productivos y a reubicar la mano de obra, en general poco calificada y analfabeta. Así surgió un amplio sector estatal que fue motor de la economía. La banca y actividades estratégicas fueron nacionalizadas.

En 1977 la fracción «Revuelta Activa» del MPLA, liderada por Nito Alves, intentó un golpe de Estado. Seis altos dirigentes fueron asesinados, pero rápidamente el complot fue derrotado. Poco después, el MPLA realizó su primer Congreso, se proclamó marxista-leninista y adoptó el nombre de MPLA-Partido del Trabajo.

Agostinho Neto murió de cáncer, en Moscú en 1979. Lo sucedió el entonces ministro de Planificación, el ingeniero José Eduardo dos Santos.

Los sudafricanos lanzaron el operativo «Smokeshell» en 1981, con 5 mil soldados, blindados y aviones, para avanzar 200 Km. en la provincia sureña de Cunene. Pretoria justificó la agresión como un operativo contra bases guerrilleras de la SWAPO, el movimiento de liberación de Namibia. Pero su objetivo real, pareció ser la creación de una «zona liberada», en la que UNITA erigiese un segundo gobierno angoleño, capaz de obtener algún reconocimiento internacional.

La resistencia militar angoleño-cubana frustró ese intento y sucesivos ataques en los años siguientes. El desgaste militar, las presiones internacionales y el crecimiento de la movilización interna anti-apartheid obligó a Sudáfrica a iniciar conversaciones con el gobierno angoleño. En 1988, un Acuerdo Tripartito firmado en Nueva York (entre Angola, Sudáfrica y Cuba) puso fin al conflicto entre Luanda y Pretoria y se estableció la independencia de Namibia, así como el retiro de las tropas sudafricanas y cubanas de Angola.

Las autoridades angoleñas anunciaron en Lisboa, en 1990, la reanudación de conversaciones con la UNITA, con idea de restablecer un alto al fuego definitivo en el país. Jonas Savimbi reconoció oficialmente ese año a José Eduardo dos Santos como jefe del Estado.

Por su lado el MPLA, realizó cambios y, en mayo de 1991, mediante una ley de partidos políticos, se puso fin al unipartidismo. Ese mes se prohibió que miembros activos de las Fuerzas Armadas, la policía o el Poder Judicial, participaran en partidos políticos, y se declaró una amnistía política general. Además, los últimos militares cubanos se retiraron del país.

Tras 16 años de guerra civil, el gobierno angoleño y la UNITA firmaron un acuerdo de paz, gestado por los gobiernos de EEUU, Portugal, la ex-URSS, así como por la ONU. Firmado en 1991, en la localidad portuguesa de Estoril, incluyó el cese al fuego, elecciones para 1992 y la creación de una Comisión Conjunta Político-Militar (CCPM), que conformara un ejército nacional con efectivos de ambos bandos. El Comando Supremo de las Fuerzas Armadas quedó integrado por los generales Joâo de Matos (MPLA) y Ahilo Camalata Numa (UNITA).

Holden Roberto, líder del FNLA y Jonas Savimbi, presidente de UNITA, retornaron a Luanda tras 15 años de exilio en 1991, para iniciar sus campañas electorales. EEUU mantuvo su apoyo a UNITA.

Acosado por una deuda externa mayor a seis mil millones de dólares, el gobierno apeló a la comunidad internacional por ayuda económica. Washington no suspendió el bloqueo económico y diplomático, alegando que Angola era marxista y anunció que hasta las elecciones de setiembre de 1992 no habría reconocimiento diplomático. En consecuencia, las compañías estadounidenses instaladas en el país no obtuvieron créditos de bancos de su propio país.

El MPLA obtuvo casi el 10% más de los votos que la UNITA en las elecciones de 1992. Savimbi no reconoció la derrota y recomenzó las hostilidades. Tropas de UNITA ocuparon las minas de diamantes del interior, lo que dejó al gobierno con el petróleo como única fuente de ingreso estable (1.600 a 1.700 millones de dólares al año).

En 1993 se retomaron las conversaciones de paz en Lusaka, la capital de Zambia. Al año siguiente, allí mismo, se firmó un acuerdo de paz. La tregua y los cambios constitucionales acordados para que Savimbi accediera a la vicepresidencia no se implementaron hasta fines de 1995 y los combates prosiguieron.

Una amnistía aprobada en 1996 logró que algunos efectivos de la UNITA pasaran a las Fuerzas Armadas. Savimbi acuarteló una parte de sus tropas y entregó parte del armamento. La guerra civil causó la crisis social y económica más grave de la historia angoleña. La liberalización económica indicada por el FMI y el Banco Mundial no dio los resultados prometidos.

Luego de duras negociaciones, la UNITA aceptó en 1997 unirse al gobierno a nivel ejecutivo, legislativo y militar. Si bien débiles en la capital, las fuerzas de Savimbi controlaban 40% del territorio. La caída de Mobutu Sese Seko en Zaire dañó más a la UNITA, que debió abandonar zonas de la frontera norte. Los angoleños no querían el ingreso de tropas de Mobutu –antiguo aliado de Savimbi– que huían del gobierno de Laurent Kabila –viejo aliado, a su vez, de dos Santos.

En 1998, millares de soldados desmovilizados –la mayoría con poca o nula educación– sufrieron serias dificultades al regresar a sus aldeas de origen, debido al escaso trabajo en los pequeños pueblos rurales y a la lenta llegada de la ayuda económica. Desde 1994, sólo 300.000 de los 4.5 millones de personas desarraigadas por la guerra civil, se reinstalaron de acuerdo con las previsiones de la ONU. Millones de minas terrestres, diseminadas por todo el país, aumentaron la inseguridad en la población.

El gobierno formó en 1999 un frente de autodefensa junto a Zimbabwe, Namibia y Congo (R. D.). La conquista de Andulo y Bailundo –principales ciudades en control de la oposición– y una seguidilla de victorias militares permitieron el anuncio de que el fin de la guerra estaba próximo.

En 2000 se reinició el combate y la ONU retiró su misión de paz, instalada desde 1995.

Savimbi murió en combate en febrero de 2002, en la provincia de Moxico. Su mano derecha, Antonio Dembo, asumió el liderazgo de la organización mientras el gobierno realizaba un llamado a la paz. A efectos de garantizar la seguridad antes de las próximas elecciones, el presidente dos Santos inició contactos con Dembo.

El acuerdo formal de alto al fuego se firmó en abril. Cuatro meses después, UNITA disolvió su brazo armado y el ministro de defensa proclamó el fin de la guerra civil de 27 años –la más larga de África.

En acuerdo con la UNITA, se amplió la exploración mineral, perjudicada por el tráfico internacional de diamantes por armas. Un informe de la ONU, de octubre de 2002, denunció que, seis meses después del alto del fuego, la UNITA mantenía escondidos diamantes ilegales. Angola llegó a ser, antes de su independencia, el cuarto exportador de diamantes del mundo.

La UNITA, transformada en partido político, eligió como nuevo líder a Isaias Samakuva en junio de 2003.

Un informe de Human Rights Watch de enero de 2004 señaló que la corrupción y la mala administración le habían costado al país 4.000 millones de dólares generados por el petróleo, desaparecidos durante el lustro anterior.

La fuerte determinación del gobierno de terminar con la minería ilegal determinó la expulsión de decenas de miles de mineros extranjeros y unos 300 mil traficantes de diamantes.

Miles de personas manifestaron exigiendo autonomía en la provincia de Cabinda, en febrero de 2005. El grupo rebelde Frente de Libertação do Enclave de Cabinda propugnaba por la independencia de esta provincia –un enclave angoleño en RD Congo–, rica en petróleo.

A inicios de 2006, Angola sufría las consecuencias de una epidemia de cólera que afectaba a varias provincias del país y había matado a casi mil personas en cuatro meses. Sólo en Luanda hubo 167 muertos.

En abril se fundó una compañía, la Cabinda National Petroleum Plc., para gestionar licencias y contratar operaciones relacionadas con petróleo y gas en el «territorio controlado por las Fuerzas de Seguridad de Cabinda». La producción petrolera de las costas de Cabinda generaba la mitad de los ingresos de Angola; sin embargo, según los expertos, las mayores riquezas energéticas de Cabinda estaban en el propio territorio y seguían inexploradas, debido a razones de seguridad. Cabinda, si bien internacionalmente reconocida como parte de Angola, había sido una colonia autónoma en tiempos de la dominación portuguesa y fue ocupada por tropas angoleñas inmediatamente después de la independencia.

39 El gobierno y los separatistas cabindios firmaron un acuerdo de paz en agosto, que no fue apoyado por todos los grupos separatistas, algunos de los cuales fueron excluidos, y que encontró rechazo también entre algunos sectores del resto de Angola. UNITA publicó de inmediato un comunicado señalando, que para encontrar una «solución duradera», las conversaciones deberían incluir a todas las fuerzas activas de Angola. El acuerdo establecía un «estatus especial» para el enclave, dentro de los límites previstos en la constitución angoleña, que es centralista.

En medio de la grave crisis humanitaria que tres décadas de guerra generaron en el país, el presidente José Dos Santos anunció, en febrero de 2007, elecciones parlamentarias para 2008 y presidenciales para 2009.