Benín (Dahomey, hasta 1975) figura entre los países más pobres del mundo. Se ubica en el ámbito dominado por la cultura yoruba de Ife, donde los pueblos ewe, del mismo tronco lingüístico constituyeron en el siglo XVII dos reinos: el de Hogbonu (hoy Porto Novo) y el más conocido de Abomey, en el interior. Esos estados se estructuraron en torno al auge del tráfico de esclavos, del que fueron intermediarios.
Los reyes fon, de Abomey, organizaron un Estado centralizado, que extendió sus dominios al este y al oeste de las actuales fronteras de Benín. Un ejército moderno y disciplinado (que tenía la particularidad de contar con un gran contingente de mujeres, característica que mantuvo hasta el fin del siglo XIX) les permitió romper la tutela del Alafin de Oyo (Nigeria) y conquistar varias de las ciudades yorubas. Desde el siglo XVII traficantes ingleses, franceses y portugueses usaban el puerto de Ouidah, principal centro de la trata, para recibir convoyes de esclavos.
La monarquía de Abomey sufrió un duro golpe cuando Inglaterra prohibió el tráfico de esclavos en 1818, pero el rey Ghezo (1818-1856) mantuvo el tráfico clandestino hacia Brasil y Cuba. Promovió, además, el desarrollo de la agricultura y adoptó un férreo monopolio estatal del comercio exterior.
Su nieto Benhanzin heredó en 1889 un estado próspero, pero sobre el cual se cernía ya la amenaza colonial. Las tropas francesas desembarcaron en 1891. Fueron enfrentadas por los fon, que no pudieron impedir la ocupación de la capital, en 1892. El rey y su ejército se replegaron a la selva, donde continuaron resistiendo hasta 1894. Benhanzin, que se transformó en un símbolo de la resistencia anticolonial, murió desterrado en Martinica en 1906.
Los colonialistas destruyeron la estructura política centralizada de la antigua monarquía fon, derogaron todas las normas de la sociedad tradicional e implantaron un sistema de sobreexplotación de la mano de obra agrícola, monopolizando el comercio de aceite de palma.
A comienzos de este siglo, la colonia de Dahomey (nombre dado por los franceses) ya no se podía sustentar por sí misma. Cuando el país obtuvo la independencia, en agosto de 1960, exportaba la misma cantidad de oleaginosas que en 1850 y tenía una población tres veces mayor.
La independencia fue resultado directo de la debilidad de Francia después de la Segunda Guerra Mundial y del esfuerzo de un grupo de nacionalistas educados en Europa liderados por Louis Hunkanrin. Enfrentaron durante veinte años el régimen de trabajo forzado que impuso la administración colonial. A pesar de estar prohibido cualquier tipo de organización política local, Hunkanrin creó la Liga de Derechos Humanos, que se enfrentó a una represión feroz. Cientos de aldeas fueron quemadas, se contabilizaron casi 5.000 muertos y Hunkanrin se exilió en Mauritania.
En 1960 los franceses ya no podían sostener económicamente a Dahomey y le concedieron la independencia. El gobierno autónomo heredó una economía arruinada y una sociedad dividida por la corrupción colonial. Comenzó un período de gran inestabilidad, en el que se sucedieron doce gobiernos civiles y militares en 16 años.
La descomposición de la elite neocolonial era completa cuando el 26 de octubre de 1972 el entonces mayor Mathieu Kérékou encabezó un golpe de Estado de jóvenes oficiales que se alzaron contra la corrupción y el despotismo existentes. Dos años más tarde optaron por el marxismo-leninismo, cambiaron el nombre del país por el de Benín e introdujeron un sistema de organización política y económica comunal. Todos los bienes extranjeros fueron nacionalizados y se organizó el Partido de la Revolución Popular de Benín en calidad de partido único.
Ese programa revolucionario comenzó a ser blanco de numerosas conspiraciones, organizadas desde el exterior. En enero de 1977 hubo una fallida tentativa de invasión, con participación de mercenarios franceses y la complicidad de Gabón y Marruecos.
En 1980 fue elegida una nueva Asamblea Nacional Revolucionaria, mediante el voto directo. El gobierno adoptó una posición diplomática de mayor pragmatismo y se restablecieron los contactos con Francia. La producción de aceite de palma continuó descendiendo –al envejecer los árboles y no ser reemplazados–, aunque aumentaron las ventas de algodón y azúcar. El desempleo continuó siendo un grave problema, pero en 1982 Benín descubrió yacimientos petrolíferos en el mar, que garantizan la autosuficiencia del país en materia de energía, así como una gran reserva de fosfatos en la región de Mekrou. Pero una grave sequía, encarnizada sobre las provincias septentrionales, frustró todas las expectativas optimistas.
La crisis económica obligó a aceptar los dictados del FMI; se estableció un impuesto del 10% a los salarios y una reducción del 50% a los beneficios sociales sobre los ingresos.
El 8 de diciembre de 1989, en medio de una gran presión popular, el presidente Kérékou anunció el abandono de la ideología marxista leninista. Se redactó una nueva Constitución que contempló una serie de reformas políticas y económicas, entre las que se destaca la promoción de la empresa privada.
El 24 de marzo de 1991, el primer ministro Nicéphore Soglo derrotó al presidente Kérékou con 68% de los votos en la primera elección presidencial realizada en el país en 30 años. En 1992 se amnistió al ex presidente Kérékou, procesado por sus actividades posteriores al golpe de Estado de 1972, y los presos políticos fueron liberados.
Soglo prosiguió la política de liberalización de la economía y de privatización iniciada por su predecesor. El servicio de la deuda siguió representando un alto porcentaje de los recursos obtenidos anualmente, y en 1992 equivalió a 27% de los ingresos del país.
La devaluación de un 50% del franco, decretada por Francia en enero de 1994, tuvo efectos contradictorios sobre la economía de Benín. El PBI siguió creciendo a un ritmo de 4% al año y las exportaciones de algodón aumentaron, pero la reducción del gasto público conllevó cortes drásticos en los programas sociales.
En las elecciones de marzo de 1996, el ex líder del régimen marxista, Kérékou, derrotó a Soglo por escaso margen.
Entre agosto y octubre de 1997 una peste mató 60 mil cerdos, el 10% de la reserva de suinos de Benín.
En febrero de 1998, las cinco centrales sindicales del país lanzaron una huelga contra «el presupuesto antisocial de 1998, los dictados del FMI, del Banco Mundial, y de la Unión Europea, así como contra la corrupción generalizada fomentada por el gobierno de Kérékou».
Las elecciones parlamentarias de marzo de 1998, en las que participaron 56 partidos, dieron la victoria a la facción del presidente. El primer ministro Adrien Houngdedji renunció y sus funciones fueron absorbidas por Kérékou.
El presidente denunció en enero de 2000 una conspiración contra su gobierno por miembros del ejército, particularmente ex integrantes de fuerzas de paz regionales. Antiguos miembros de los cuerpos de paz habían dado un golpe en Côte d'Ivoire en diciembre de 1999 y un intento similar de esos cuerpos acababa de ser desactivado en Malí.
En julio de 2000 Benín calificó para la Iniciativa Ampliada para Países Pobres Muy Endeudados con una reducción de su deuda externa en 460 millones de dólares.
Un barco que cargaba decenas de niños hizo de Benín el centro de una búsqueda internacional en abril de 2001, y puso de relieve el tráfico de esclavos que impera en el país y la región. En octubre de 2003, los presidentes de Nigeria y Benín decidieron emprender una misión conjunta para la repatriación de niños esclavos, con el apoyo de UNICEF y la ONG Tierra de los Hombres.
En enero del mismo año, el Parlamento aprobó la ley que prohíbe todo tipo de mutilaciones genitales femeninas, y estableció multas y penas de prisión de seis meses a tres años para aquellos que las realicen, con máximas de hasta cinco años si la mujer es menor de edad, y de diez años si ésta muere a consecuencia de la mutilación.
Las elecciones parlamentarias de marzo de 2003 volvieron a dar la mayoría a la facción de Kérékou, que alcanzó el 55,8% de los votos.
Un informe de UNICEF, publicado mayo de 2005, reveló que, al año, la cifra de niños traficados en el país rondaba los 50 mil. Los traficantes usualmente aseguraban a los padres que sus hijos ganarían dinero suficiente, enviarían a casa grandes sumas de dinero y que recibirían, además, una buena educación. La gran mayoría eran traficados hacia Nigeria para trabajos forzado en canteras y otros hacia Europa, para servir como esclavos domésticos. La mayoría de los padres, si volvían a ver a sus hijos, era sólo pasados muchos años. Una forma de aterrar a los niños traficados era hacerlos pasar por ceremonias vudú, en las que tomaban votos especiales, y asegurarles su muerte en caso de que los rompieran.
Boni Yayi, un banquero recién ingresado a la esfera política, venció con casi 75% de los sufragios en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de marzo de 2006. De esta forma se dio por culminada la «era Kérékou», quien se mantuvo en el poder por más de 30 años y se retiró septuagenario. La Constitución no le permitió presentarse a una nueva candidatura, por excederse del límite de edad.
Tras las elecciones de abril de 2007, y pocos días después de haber resultado ileso en un atentado contra la caravana presidencial, Boni tomó el control de la mayoría del parlamento.