La civilización china, una de las más antiguas del mundo, alcanzó un nivel de refinamiento sin paralelo, mucho antes de la aparición de las culturas occidentales. Su nacimiento se remite al siglo XXIX a.C., los años del mítico emperador Fu Hsi, en la cuenca del río Huanghe (al centro del territorio actual del país).

La transición de la forma de vida tribal a la feudal tuvo lugar entre los siglos XVIII y XII a.C. (durante la Dinastía Shang). En esta misma época, se sustituyó el bronce por el hierro, en la producción agrícola, y se inventaron técnicas de irrigación.

Ya entonces, una cosmovisión integradora de los opuestos (la vida y la muerte, lo micro y lo macro, lo material y lo inmaterial, lo conocido y lo desconocido, el caos y el orden, lo femenino y lo masculino, etc.), como fuerzas constitutivas de los ciclos vitales, se encontraba profundamente arraigada en la idiosincrasia de los chinos. Estas nociones fueron plasmadas en el I Ching («Libro de las mutaciones»-siglo IV a.C.), a través de los conceptos de Yin («el lado oscuro», asociado con la Tierra) y Yang («el lado luminoso», asociado con el cielo),

La creencia de que el sentido de la existencia humana no superaba, en relevancia, al de cualquier otro ser viviente y respondía a un orden cósmico insondable dio lugar al florecimiento de una mitología celestial, hasta los albores del período llamado «de los estados guerreros», situado entre los siglos VI y III a.C.

El Tao Te Ching, escrito por Lao Tse en el siglo VI a.C., trasladó la atención hacia la humanidad y su papel de custodia de las leyes de la naturaleza, en la Tierra. En tal sentido, definió los preceptos de una ética de la «virtud». Un análisis pormenorizado de la anatomía humana, cuyo flujo sanguíneo correspondería al de los ríos, las 360 articulaciones óseas a los días del calendario ritual, los cinco orificios y sentidos a los «elementos básicos» de la naturaleza (agua, fuego, tierra, madera y metal; el aire sería la fuente de energía esencial.), etc., constituyó su argumento principal. Sus estudios del cuerpo humano, de biología, química y física sentaron las bases para el desarrollo de una medicina, muchas veces, incluso hoy, más eficaz y más barata que la occidental.

Los conceptos vertidos en el Tao Te Ching (traducido como «El camino de la virtud») fueron interpretados y adaptados varias veces a lo largo de la historia de China. Las disputas por la hegemonía, entre los distintos reinos, característica del «período de los estados guerreros», llevó al erudito Kung Fu-Tzu (Confucio, 551-479 a.C.), a atribuir una dimensión social y política a la ética de sumisión individual. El énfasis puesto por Confucio en el respeto por la jerarquía y la preservación del orden, en todos los ámbitos de la vida social (de la familia a las más altas esferas políticas), sentó las bases ideológicas para la implantación, en el siglo III, de una administración centralizada y burocrática. La esencia positiva del confucianismo perdura hasta hoy, en las creencias populares (relativamente vaciada de su carácter sagrado). Pese a varias rebeliones e invasiones extranjeras, se disciplinó la sociedad y se racionalizaron las formas de dominación, de manera creciente, a partir de la Dinastía Ch'in (221 a.C.-206 a.C.).

Gran parte de lo que llegaría a constituir China propiamente se unificó por primera vez en el año 221 a.C. cuando el rey del estado de Quin (o Ch'in) adoptó el título de Shi Huangdi (primer emperador), una formulación previamente reservada a deidades o emperadores mitológicos, de sagas. La subyugación de los otros seis principales estados se realizó, principalmente, a través de asesores académicos y legales; la centralización se ocupó prioritariamente de homogeneizar códigos legales, procedimientos burocráticos, formas de escritura y de amonedar, patrones de pensamiento y estudio. Se creó un sistema único de escritura por ideograma,y se inició, al norte, la construcción de la Gran Muralla (que alcanzó cinco mil kilómetros de extensión y fue reconstruida en los períodos Occidental, Sui, Jin, y Ming), para impedir invasiones de los «bárbaros». Muchos estudiosos confucionistas disidentes fueron prohibidos o ejecutados y sus libros confiscados y quemados.

La Taocracia (que los estudiosos definieron como neo taoísmo, a causa de las modificaciones doctrinarias de Confucio y de influencias budistas), culminó su expansión sobre la totalidad del territorio actual de China, en el correr de los siglos II y III de la Era Cristiana, cuando se inventó el papel liviano, de la mano del dominio de la Dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.). La primera referencia al budismo en China se encontró en textos de 65 d.C., que dieron cuenta del interés de miembros de la familia imperial por las técnicas de meditación originadas en India. Se pintaron telas y porcelanas para representar la coexistencia de las «tres ramas del árbol chino», en las personas de Confucio (el estudioso de la sociedad), Buda (el monje) y Lao Ze (el asceta).

Lejos de convivir en armonía, estas «tres ramas» doctrinarias y sus derivaciones se erigieron en estandartes de numerosos separatismos y reivindicaciones territoriales. Los monasterios budistas fueron exentos de pagar impuestos y se convirtieron en centros autónomos de poder económico y militar (fundamentalmente en el Tíbet). Los privilegios otorgados a estos sectores provocaron protestas en las regiones subyugadas y agobiadas por los tributos.

Entre los siglos III y XIII, se logró evitar la disgregación y la penetración de mongoles y turcos (parcialmente, en el caso de estos últimos) mediante sucesivas reparticiones del territorio entre las aristocracias. Con esporádicas reunificaciones, llegaron a coexistir seis dinastías, en medio de conspiraciones, que llevaron a los eunucos (sirvientes y consejeros castrados) a intentar un golpe de Estado, en 835. Las costumbres de los imperios extranjeros fueron satirizadas y tildadas de bárbaras en varias obras literarias de este período, en el que la cultura china conoció su «primera edad de oro» (entre los siglos VII y X - Dinastía T'ang), con la expansión del papel moneda.

Los turcos, que dominaron Asia Central entre los siglos VI y XIII, lograron, a cambio del pago de tributos, ocupar territorios del extremo oeste de China. A través de ellos, algunos productos chinos (seda, té, etc.) fueron comercializados fuera de fronteras y se conoció el Islam.

La «segunda edad de oro» de la cultura china, en la que se inventaron la imprenta, la brújula y la pólvora, tuvo lugar durante la Dinastía Song, del sur (1127-1279). En 1206, Gengis Khan, asesorado por el erudito tangut Yeh-lu, logró penetrar en China e instaurar, progresivamente, la dominación mongola, hasta 1368. Creó la Dinastía Yuang, confeccionó un sistema de gobierno dual (administración militar mongola y formas de sujeción tradicionales chinas –burocracia y aristocracia ilustrada–). La conquista de China fue culminada por su nieto, Kublai Khan.

Lejos de ir al choque de la cultura china, los mongoles, deslumbrados por ésta, incorporaron sus doctrinas (dando nacimiento al neo confucianismo) y sus conocimientos. A su vez, los chinos accedieron a los últimos adelantos en materia de astronomía, matemática, navegación y armamento y a una primera aproximación del cristianismo.

Los tibetanos lograron preservar su autonomía frente al poder mongol.

En 1368, entre rebeliones populares y un ejército parcialmente recompuesto, los chinos lograron subyugar a los mongoles dentro de su territorio, y la Dinastía Ming se instaló en el poder hasta 1644. Para tomar el control de la economía, se prohibió la libre circulación de mercancías y personas, mediante la aplicación del terror, y se intentó repeler tanto a mongoles y turcos como a japoneses y a expedicionarios navieros europeos, quienes fueron acusados de piratería. Sin embargo, en 1557, los chinos cedieron a los portugueses el puerto de Macao y permitieron a europeos el uso de algunos puertos, aunque bajo condiciones estrictas.

Los Manchú (del norte), aprovecharon el debilitamiento de la Dinastía Ming, tras varias rebeliones contra el latifundio, purgas internas y su derrota militar frente a Japón, en Corea (1612), para tomar Beijing, en 1644. Allí, fundaron la última dinastía china (que cayó en 1911).

La Dinastía Manchú procuró consolidar su dominio en el interior del continente. En 1696, recuperó los protectorados de Tíbet y Mongolia. Esto facilitó la penetración de los europeos, interesados en obtener productos codiciados por los mercados metropolitanos. En 1682, los portugueses ocuparon Taiwán (Formosa), al tiempo que los ingleses y los franceses intentaban introducirse, en un principio, de manera pacífica.

Jesuitas franceses, insertos en las altas esferas de la Dinastía Manchú, asumieron un papel determinante en la llamada «tercera edad de oro» (1736-1796). Durante este período, se clausuraron las academias tradicionales y se impuso el estudio de las corrientes de pensamiento iluminista europeo, sobre todo en el estudio de matemáticas y astronomía que contradecían el neo–confucionismo ortodoxo. En su esfuerzo por secularizar la cultura, el gobierno fomentó la proliferación de librerías en las ciudades. Sin embargo, las autoridades chinas continuaron negándose al intercambio comercial con Europa.

Durante la segunda mitad del siglo XVIII, comerciantes británicos comenzaron a introducir, desde India, cantidades crecientes de opio, que cobraban en plata. A través del puerto de Cantón, la plata era enviada a Londres. Esto permitió a los empresarios navieros comprar té, seda y porcelana, que luego vendían, fundamentalmente, en India, y propició el desarrollo de grupos mafiosos en Cantón. La rápida generalización del consumo de opio desmanteló la economía.

En 1839, en respuesta a una prohibición oficial del opio, la Corona británica declaró la guerra a China. En 1840, envió 16 buques para atacar Cantón, y obtuvo la concesión del islote de Hong Kong y de cinco puertos sobre el mar de China, mediante el tratado de Nanking (1841fin de la «Primera Guerra del Opio»). En Cantón se gestó un movimiento anti-europeo y anti-japonés, que provocó una «Segunda Guerra del Opio» (1854-1860). La misma culminó con la caída de Beijing (1860), a manos de ingleses y franceses.

La Dinastía Ch'ing se vio irrevocablemente alterada con la rebelión política y religiosa de los Taiping (1851-1864), la mayor guerra civil de la historia, que arrasó 17 provincias y costó la vida al menos a 20 millones de personas. Bajo el liderazgo espiritual de Hung Hsiu-ch'uan (Dios de los Cielos), los Taiping, que practicaban un monoteísmo sincrético con influencias del cristianismo protestante (relación individual con Dios), neo-confusianismo (intolerancia), taoísmo (igualitarismo a ultranza), atacaban a los extranjeros manchúes que regían el país. Los Taiping conformaron un ejército de al menos un millón de personas, conformado por campesinos famélicos, trabajadores y mineros. Su proclama era la existencia de un «tesoro general», la propiedad común de la tierra. Lograron controlar una parte del sur de China, con el objetivo de realizar una reforma agraria y practicar una suerte de comunismo primario, de inspiración taoísta. Con el apoyo de tropas occidentales, fueron finalmente aplastados.

En 1895, cuando los japoneses invadieron Taiwán y parte de la península de Corea, el ejército chino fue derrotado rápidamente.

En 1898, una rebelión anti-occidental, encabezada por la sociedad secreta de los «puños armónicos» o «boxers» (que contaba con el apoyo extra oficial de las autoridades chinas), fue aplastada por una expedición de ingleses, rusos, alemanes, franceses, japoneses y estadounidenses. Los ejércitos que participaron de la victoria se repartieron el territorio en zonas de influencia y exigieron a China el pago de enormes compensaciones, así como el otorgamiento de «concesiones» (de tierras) para instalar fábricas en torno al puerto de Shanghai.

La victoria bélica de Japón frente a Rusia en la guerra de 1904–1905, provocó en China un llamado al constitucionalismo, del que se hizo eco la corte, con sucesivas dilaciones. Sun Yat-sen, un plebeyo carente de conocimientos sobre la cultura china, adquirió, en Japón y Estados Unidos, una formación pragmática. El mismo supo aprovechar las divisiones del ejército y conseguir respaldo económico para proclamar la república, en 1912, a la cabeza de un movimiento revolucionario desorganizado, cuya base de operaciones se encontraba en Tokio.

Las primeras elecciones parlamentarias (1913) otorgaron la mayoría al movimiento nacionalista Kuomitang (KTM, anti Manchú), lo que entorpeció las negociaciones de Yuan, el jefe de gobierno (comprometido con los Manchú), de préstamos millonarios a bancos extranjeros, destinados a una supuesta modernización de China. La sociedad china, sacudida por guerras civiles, esperaba la redacción de una constitución definitiva. En 1914, Yuan disolvió el parlamento e impuso una dictadura.

Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Japón apoyó a los aliados. En 1915, los japoneses presentaron a Yuan, en secreto, las llamadas «21 demandas», que apuntaban a transformar a China en una dependencia japonesa. Yuan no pudo sostener su negativa inicial, por falta de apoyos externos. Japón obtuvo privilegios y concesiones en Manchuria y exigió exclusividad en el comercio exterior. Yuan murió en junio de 1916.

El vice presidente, el general Li Yang-hung, asumió la presidencia, y continuó ejerciendo una dictadura pro japonesa, hasta 1927.

En 1915, Chen Duxiu, un joven que había estudiado en Japón y en Francia, fundó la revista Nueva Juventud. Esta última constituyó el principal medio de propaganda anti Yuang y, luego de su muerte, difundió las ideas iconoclastas de la vanguardia universitaria de Beijing. En mayo de 1919, los estudiantes manifestaron contra la aquiescencia del gobierno chino a la decisión de la Conferencia de Paz de Versalles, ese mismo año, de transferir las concesiones alemanas a Japón, y organizaron huelgas y boicots contra bienes japoneses.

Muchos de estos universitarios, inspirados en los escritos de Karl Marx (1818-1883) y en la Revolución Rusa (1917), pertenecían a la Liga de la Juventud Socialista (con 3 mil afiliados). En 1921, un grupo de ellos fundó el Partido Comunista Chino (PCCh), en un congreso al que se invitó un representante del Kremlin. Durante los dos años siguientes, los comunistas llevaron adelante una campaña propagandística a favor de una revolución nacionalista, entre los trabajadores del tren y de las fábricas, y enviaron militantes a Moscú, con el fin de estudiar el proceso revolucionario soviético.

En 1923, el PCCh contaba con 300 miembros y el KTM, recompuesto bajo el liderazgo de Sung, su fundador, se encontraba en proceso de consolidación y había emprendido la redacción de una constitución, basada en el modelo soviético. Ese año, en el tercer congreso, el PCCh decidió aliarse al KMT para hacer frente común contra el gobierno, que ya contaba con el apoyo militar conjunto y manifiesto de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Japón.

Para la organización de un brazo armado del movimiento revolucionario chino, Moscú eligió a Chang Kai Shek (1887-1975), un integrante del KMT. Tras formarse en el ejército soviético, éste fue nombrado comandante del Ejército Revolucionario Chino, en 1926. Al año siguiente, sus tropas tomaron las principales ciudades. Al llegar a Shangai, líderes nacionalistas conservadores y negociantes chinos consiguieron que Chang Kai Shek se prestara a aplastar la Unión General de Trabajadores (controlada por el PCCh, junto con otros 700 sindicatos) y a expulsar al PCCh del comité central.

Entre 1927 y 1937, el gobierno de Chang Kai Shek ni consiguió controlar la totalidad del territorio del país, ni organizar su economía. Los comunistas formaron 15 bases agrarias en el centro de China, que defendían con su brazo armado (el Ejército Rojo, compuesto por campesinos). En 1934, comenzaron a avanzar, tomando tierras, hacia el oeste (lo que, luego, se denominó «la larga marcha»). En 1931, los japoneses ocuparon Manchuria, se sucedieron levantamientos en distintas regiones.

En 1935, el comité central del PCCh eligió a Mao Zedong (1893-1976), uno de los fundadores del PCCh, para ocupar el cargo de secretario general, al tiempo que priorizó la lucha anti japonesa, como un primer paso para la toma del poder. En tal sentido, comenzó a mantener acuerdos secretos con el KTM.

En 1937, ambos partidos formaron un Frente unido para luchar contra la invasión japonesa, que tuvo lugar en el mes de julio. Nunca antes el ejército chino había sido tan numeroso (1.700.000 hombres). Los pactos entre el KTM y el PCCh fueron violados reiteradas veces hasta el retiro final de los japoneses, en 1945, tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

La lucha contra el Imperio Nipón propició un crecimiento del PCCh. Este volvió a ser excluido del gobierno y Chang Kai Shek recibió financiamientos de Estados Unidos, en 1946, para paliar los efectos de una inflación galopante. En ese momento, las fuerzas armadas del KTM eran mucho más numerosas que el Ejército Rojo. Pero, dos años más tarde, Mao Zedong, había reclutado más de 500 mil campesinos, dispuestos a defender la reforma agraria, que el PCCh había iniciado en distintas regiones del país.

El 1º de octubre de 1949, tras derrotar al KTM, los líderes comunistas proclamaron la República Popular China e instauraron un sistema de partido único, similar al soviético. Lo que restaba del gobierno y del brazo armado del KTM se instaló en la isla de Taiwán. Allí, Chang Kai Shek se proclamó única autoridad legítima de China y trazó, con apoyo estadounidense, planes para reconquistar el territorio continental.

Al asumir la conducción del país, Mao debió enfrentarse al triple desafío de asegurar una transición del estancamiento hacia el crecimiento económico, de la desintegración social al disciplinamiento y del dominio militar a manos civiles. En diciembre de ese año, Mao realizó un visita oficial a Moscú y firmó un tratado de amistad, alianza y mutua asistencia con Joseph Stalin (1879-1953).

Se comenzó por extender la reforma agraria a todo el territorio chino y nacionalizar las propiedades extranjeras. Se implementaron planes masivos de salud y educación. La mayoría de la población era iletrada, en parte, a causa de la complejidad de los ideogramas, por lo que se simplificó la escritura. Se eliminó la trata de blancas.

En 1950 (el año siguiente a la toma del poder del PCCh), el ejército Rojo enfrentó a Estados Unidos en Corea y resultó victorioso, en 1953. Aunque esto proporcionó a Mao la adhesión general de los chinos, lo obligó a postergar las prerrogativas internas.

El primer plan quinquenal que adoptó el Comité central del PCCh, con apoyo técnico y financiero de la Unión Soviética, fue puesto en marcha en 1953. Se inició un proceso de colectivización de las tierras, de socialización de la industria y se reglamentó la actividad comercial. El Estado asignó la propiedad de pequeñas parcelas de tierra y de sus instrumentos de producción a los campesinos, que representaban 80% de la población. Lo que les permitió intercambiar sus excedentes. Al mismo tiempo el Estado se reservó la propiedad sobre el conjunto de la producción industrial.

Aunque China continuó recibiendo financiamiento de la URSS (que le permitió, entre otras cosas, construir la bomba atómica, en 1958), a partir de la muerte de Stalin las relaciones entre ambos países se fueron deteriorando. Mao comenzó a visualizar la conveniencia, para China, de asumir un papel más neutral en la Guerra Fría (1950-1991) y de crear un tercer polo de poder hegemónico en la geopolítica mundial.

A mediados de la década de 1950, Nikita Kruschef (1894-1971) inició una «des-estalinización» de la Unión Soviética. En 1958, Mao emprendió una política interna opuesta, aplicando el terror para llevar adelante una reestructuración de la economía y acelerar la producción (cuyo ritmo de crecimiento era muy inferior al demográfico). Estos procedimientos, que costaron la vida a más de 20 millones de personas, se enmarcaron dentro de lo que Mao llamó «el gran paso adelante» y se aplicaron hasta 1961.

Movilizaciones por libertades civiles en Tíbet provocaron, en 1959, una severa represión por parte de las autoridades chinas y la huida del Dalai Lama (autoridad máxima del budismo) a India. Este episodio desencadenó disputas entre ambos países por Tíbet.

En 1962, Mao hizo una autocrítica pública de sus errores en la conducción económica y fue sustituido por Lao Shaoqi, como jefe de Estado, pero continuó encabezando el partido y contando con el apoyo del Ejército de Liberación Popular. A pesar de esta autocrítica, Mao asumió una postura cada vez más radical y acusó al nuevo jefe de Estado y a su ministro Deng Xiaoping (1904-1997) de «revisionismo» (reformismo), por favorecer un incipiente mercado libre en las ciudades.

En 1963, Beijing acusó a la Unión Soviética de conspirar en su contra, junto a Estados Unidos e Inglaterra, y rompió relaciones con Moscú. Dos años más tarde, el Ejército Rojo instaló tropas en Camboya.

Durante 1965, se polarizaron las posturas de los maoístas ortodoxos frente a la de sectores «revisionistas». En 1966, el ejército y los jóvenes estudiantes de la «Guardia Roja» siguieron a Mao en lo que llamaron «la gran revolución cultural del proletariado» (1966-1969). Exacerbados por la figura de Mao y su «libro rojo» (donde exponía y fundamentaba una serie de instrucciones), iniciaron una persecución ideológica en todos los estratos de la sociedad. Lao Shaoqui fue asesinado y se desató una guerra civil, en la que millones de personas resultaron muertas o confinadas en campos de «rehabilitación».

Mao temía que una invasión soviética interrumpiera la revolución cultural. En tal sentido, su política internacional se centró en impedir que la URSS ampliara su zona de influencia a países que, en esa época, iniciaban procesos revolucionarios. Esto lo llevó a financiar y supervisar partidos y gobiernos pro chinos en Asia, África, América Latina, etc. El control solapado que ejerció, en esos años, sobre Albania y la creación del Movimiento de Países No Alineados (1961) fueron los pilares de su política «tercerista».

En 1968, la guardia roja, sobreexigida por Mao en sus enfrentamientos, cada vez más intensos, con los sectores reformistas del PCCh, decidió quitarle su apoyo. Al año siguiente, Chu Enlai fue nombrado primer ministro.

En 1971, la ONU admitió al gobierno comunista, en sustitución de Taiwán, como representante de China. Esto fue posible por la abstención de Estados Unidos en las votaciones. Chu Enlai entabló conversaciones con Washington, en las que manifestó su intención de iniciar un proceso gradual de modernización industrial con capitales extranjeros. En 1971, Deng Xiaoping (reintegrado al Comité Central) comenzó a crear las condiciones para la futura apertura de lo que se llamó Zonas económicas especiales, en las cercanías de Macao y Hong Kong, que ya figuraba entre las primeras plazas financieras del mundo.

Richard Nixon, entonces presidente de Estados Unidos, viajó a Beijing, en 1972, para asistir a una ceremonia de establecimiento de relaciones diplomáticas.

En 1975, tras la muerte de Mao, los burócratas reformistas tomaron el control del PCCh, y el llamado «grupo de los cuatro», fiel a los lineamientos de Mao (cuya viuda era una de sus integrantes), fue detenido, bajo acusaciones de conspiración, y convertido en «chivo expiatorio» de los excesos y errores de la Revolución Cultural (en 1981, se lo sometió a un juicio público, que fue televisado y difundido en todo el mundo.)

En 1978 se abrieron las primeras Zonas Económicas Especiales. Sus terrenos fueron arrendados a bajo precio y sus actividades fueron exentas de impuestos.

De forma paralela, entre 1978 y 1979, se implementó un sistema de empleo por contrato, que suplantó la asignación vitalicia a una unidad de producción y el Estado se apropió de las tierras adjudicadas por Mao a los campesinos, quienes pasaron a ser arrendadores. Se les autorizó a recibir dinero a cambio de sus excedentes y se les fijó impuestos, en sustitución de las cuotas de producción.

En este lapso, se permitió la instalación de pequeños comercios y se comenzó a retirar los subsidios a los precios de bienes de consumo. Asimismo, se otorgó mayor poder de decisión a los gerentes de las industrias (como contrato o despido de personal). Comenzó a desmantelarse el sistema de seguridad social y se reforzó el control sobre la actividad sindical, regulada, de manera violatoria a las convenciones internacionales.

El gobierno de Deng Xiaoping rehabilitó a las víctimas de las purgas de la revolución cultural, toleró la expresión de algunas ideas, al tiempo que levantó la censura sobre la música, la vestimenta y otros bienes culturales. El sistema educacional se reorientó hacia una especialización técnica y científica, acorde a los estándares mundiales. En 1982, se aprobó una Constitución que preveía, a largo plazo, la institución del derecho de propiedad.

Entre 1982 y 1985, la política que Deng Xiaoping llamó «un país, dos sistemas» provocó inflación y alentó la corrupción en seno del PCCh. En 1984, el gobierno autorizó la apertura de otras 14 Zonas económicas especiales. En 1985, implementó una campaña de «rectificación», dentro del PCCh, que consistió en excluir a algunos funcionarios corruptos, a opositores a las reformas económicas, así como a los que pretendían ampliar los derechos civiles y políticos.

En esos años, el gobierno puso en marcha un plan de control de natalidad que llamó «un matrimonio, un hijo». En aplicación del mismo, se generalizó la práctica de abortos y esterilizaciones. También se estipuló la edad mínima de los esposos, quienes fueron obligados a solicitar autorización a sus respectivos jefes de trabajo, para casarse.

El descenso del poder adquisitivo, ligado a la suba de precios, provocó descontento en la población que, por no contar con canales de reivindicación sindical, se expresó en la adhesión a las numerosas protestas estudiantiles que tuvieron lugar entre 1986 y 1989. Hu Yaobang, secretario general del PCCh, partidario de una apertura política, se convirtió en el emblema de la lucha por la democracia, tras ser expulsado del partido, en 1986, durante la campaña de «rectificación».

La muerte de Hu Yaobang, en abril de 1989, desencadenó movilizaciones masivas de estudiantes y trabajadores en una docena de ciudades, que no cesaron hasta junio, con la intervención de tanques del ejército, en Beijing, en torno a la plaza de Tiananmen (o plaza de la Paz celestial). Las imágenes de los tanques aplastando manifestantes indignaron a la opinión pública de los países occidentales. Durante los tres días siguientes, se reprimió, de manera indiscriminada, con un saldo de cientos de muertos y miles de heridos y presos, que fueron sometidos a tortura.

El mismo año, la policía abrió fuego, en Tibet, sobre manifestantes que protestaban contra una constante persecución cultural y religiosa y reclamaban más derechos políticos. Tras la persistencia de alzamientos populares, se impuso la Ley Marcial y se levantó en abril de 1990. Los exiliados tibetanos denunciaron detenciones y varias ejecuciones. Tíbet había sido anexado a China en 1950 y convertido en región autónoma en 1965.

Los episodios de Tiananmen provocaron un nuevo nombramiento al cargo de primer ministro, que recayó en Li Peng, y un alejamiento pasajero de los gobiernos occidentales en relación a Beijing. En setiembre de 1991, Gran Bretaña fue la primera en enviar, allí, uno de sus representantes, a firmar un acuerdo para la construcción del nuevo aeropuerto de Hong Kong, como parte de las negociaciones para el retorno, en 1997, de este enclave a la soberanía de China.

Ese mismo año, tras la disolución de la URSS, China normalizó relaciones diplomáticas con Moscú y Hanoi.

A fines de noviembre, el gobierno liberó a los líderes estudiantiles que encabezaron las protestas de Tiananmen. Al año siguiente, Amnistía Internacional denunció la existencia de 20 mil presos políticos.

Deng Xiaoping, entonces de 87 años de edad, fue convocado para volver a encabezar las iniciativas en el escenario financiero internacional, como forma de contrarrestar el déficit que había generado el alejamiento de los inversores extranjeros a raíz de las tensiones diplomáticas que desencadenara el episodio de Tiananmen.

En 1992, el Congreso nacional del pueblo, decidió mantener al secretario general del PCCh, Jiang Zemin, en su cargo de secretario general del PCCh, y nombrarlo presidente de la república y comandante de las Fuerzas Armadas, lo que constituyó un hecho sin precedente, desde la muerte de Mao. Asimismo, confirmó a Li Peng, en su cargo de Primer ministro.

En el correr del mismo año se confirmó la construcción, con financiamiento externo, de la gigantesca represa de Tres Gargantas. El embalse terminaría de construirse en 2009 y causaría la inundación de tierras, sumergiendo 10 ciudades y más de 800 pueblos. Hidrólogos, sismólogos, economistas, defensores de los derechos humanos y activistas del Movimiento en contra de la globalización financiera se opusieron inmediatamente al proyecto, afirmando que dejaría a millones de personas expuestas a terremotos, aludes y crecientes, al tiempo que destruiría habitats de especies en peligro de extinción.

En setiembre, el gobierno indicó que las actividades independentistas en Tibet serían «reprimidas implacablemente». En el aparato estatal, se inició un plan de austeridad y se aumentaron los impuestos a los campesinos. Una serie de protestas y manifestaciones de oposición a estos aumentos obligaron al gobierno a retirar su decisión, unos meses más tarde.

En 1995, el gobierno dispuso mantener subsidios a las empresas del Estado, para frenar una ola de desocupación que ya había afectado a 30 millones de trabajadores de ese sector, quienes no contaban con seguro de desempleo.

En el correr de ese año, el primer secretario del PCCh de Beijing, Cheng Xitong, tuvo que dejar su cargo, al conocerse una malversación de fondos en la que estuvieron implicados altos dirigentes locales. En abril, el vice alcalde de Beijing, Wang Baosen, tras ser acusado de un desfalco de fondos gubernamentales, equivalente a 37 millones de dólares, se suicidó.

En 1996, Amnistía Internacional condenó la represión de las autoridades chinas contra monjes budistas en el Tíbet. Según esta organización, 80 de ellos fueron heridos por negarse a respetar la prohibición de exhibir en público fotos del Dalai Lama. El mismo año, dos líderes estudiantiles de la revuelta de 1989 fueron sentenciados a penas de prisión de 11 y 3 años, acusados de promover el derrocamiento del gobierno.

En 1997, China recuperó la soberanía sobre Hong Kong y la nombró Zona Económica Especial. Varias compañías extranjeras fueron autorizadas a convertir moneda local en dólares y en yenes. Pocos meses antes, Jiang había realizado la primera visita de un presidente chino a Corea del Sur.

Tras la muerte de Deng Xiaoping, en febrero de 1997, el XV Congreso del PCCh confirmó a Jiang Zemin en el primer puesto de dirección y reforzó el sistema político vigente. En marzo de 1998, el Congreso Nacional del Pueblo ratificó la voluntad del PCCh, al elegir, con el 98% de los votos, a Zemin jefe de Estado y de las fuerzas armadas.

En la misma oportunidad, Hu Jintao, mencionado como posible sucesor de Zemin, fue nombrado vicepresidente, y el primer ministro saliente, Li Peng, logró la presidencia del Parlamento. La Constitución le impedía aspirar a un tercer mandato, como jefe de gobierno. Zhu Rongji, ex vice primer ministro, encargado de la economía, fue elegido primer ministro. El nuevo gabinete, integrado en su mayoría por expertos en economía, debía proseguir la reorganización, en función del libre mercado, de las 370 mil empresas estatales.

En junio de 1999, el gobierno libró orden de arresto contra militantes del grupo de meditación Falun Gong y pidió a Interpol la captura de su líder, Li Hongzhi, quien fundara la secta en 1992 y emigrara a Estados Unidos. Al mismo tiempo, las autoridades destruyeron más de un millón y medio de libros sobre las creencias de la orden. El enfrentamiento con Falun Gon –tomado por la dirigencia china como la mayor amenaza desde las manifestaciones de 1989– empezó después de que el grupo convocara en abril a una protesta silenciosa contra la hostilidad gubernamental y 25 mil de sus seguidores se concentraran frente a la residencia de Jiang Zemin.

China, que suscribió, en 1992, el Tratado de No Proliferación Nuclear, agregó, en noviembre de 1999, 100 misiles, en su costa sur oriental, a los ya orientados hacia Taiwán. En 2003, los chinos llegaron a contar con 300 ojivas nucleares (la mitad de las que poseía, el mismo año, la Unión europea).

En diciembre de 1999, Macao fue reunificada a China, y adquirió el status de Zona Administrativa Especial, por un período de, al menos, 50 años.

La afiliación de 7,5 millones de menores de 40 años al PCCh, entre 1996 y 2001, fue interpretada por la dirigencia como una reafirmación de la ideología marxista y revolucionaria entre la juventud; desde otros sectores se explicó el hecho como un intento de los jóvenes de lograr vinculaciones que le permitieran hacer mejores negocios.

Jiang Zemin y el presidente ruso, Vladimir Putin, firmaron un tratado de amistad entre sus países, en julio de 2001. Las partes se comprometieron a abstenerse de realizar reclamos territoriales entre sí. En Rusia se alzaron voces de preocupación, ante la posibilidad de que inmigrantes chinos ocuparan zonas semidesiertas del extremo oriente y regiones siberianas reclamadas por China durante la Guerra Fría. En noviembre, China fue admitida en la Organización Mundial de Comercio.

Aunque Beijing adoptó las medidas anti terroristas que exigió Washington, a partir de setiembre de 2001, no apoyó la invasión a Irak de 2003 en el Consejo de Seguridad de la ONU.

En marzo de 2003, el Comité central del PCCh eligió a Hu Yintau como presidente y a Wen Jiabao, para ocupar el cargo de vice presidente. En un acuerdo a puertas cerradas, las nuevas autoridades chinas y sus homólogos indios acordaron, en junio, un nuevo estatus para Tíbet, que la prensa de cada uno de los países catalogó como «victoria», si bien en rigor se trató de un encuentro para realizar acuerdos de todo tipo, como intensificar el intercambio comercial y construir una ruta de transporte entre ambos países. Según las autoridades indias, China reconoció la soberanía de India sobre Sikkim; según las chinas, lo mismo ocurrió respecto a Tibet.

Las compuertas de la represa de Tres Gargantas (ver zoom) fueron cerradas en junio para llenar su reserva de agua. Ese mes, las autoridades gubernamentales anunciaron que, en el correr de 2004, convertirían en sociedades anónimas a los dos bancos más importantes del Estado (el Banco de China y el Banco de Construcción de China) y que habilitarían la actividad a compañías privadas de seguros.

El PIB de China, registró, en 2003, un aumento dos veces superior al de las cifras alcanzadas, ese mismo año, por Estados Unidos. A partir de estas cifras, un estudio del banco de inversiones estadounidense Goldman Sachs estimó que, de mantener el mismo ritmo de crecimiento anual, China se convertiría, en 2040, en la economía más fuerte del mundo.

La explosión, en diciembre, de una mezcla de gas natural y sulfato de hidrógeno en la China National Petroleum Corporation, cerca de la ciudad sudoriental de Chongqin, mató a más de 250 personas y obligó a la evacuación de más de 60 mil.

Según la política de reforma gradual prevista para Hong Kong, el gobierno anunció en abril de 2004 que los representantes de Hong Kong para las elecciones de 2007 no serían elegidos directamente. En setiembre, Zemin renunció («por el bien del partido», según declaró) a su cargo de jefe de la armada. En su lugar, asumió el presidente Hu Jintao.

El Consejo Nacional del Pueblo aprobó, en marzo de 2005, una ley anti-secesión que afectó directamente a Taiwán y sus intentos de reformar la constitución taiwanesa y obtener reconocimiento internacional. Ese mismo mes, renunció el presidente de Hong Kong, Tung Cheehwa.

En abril, miles de chinos manifestaron contra la publicación de textos educativos japoneses que suavizaban los crímenes cometidos por el ejército nipón durante la Segunda Guerra Mundial. La tensión aumentó por las aspiraciones de Japón de integrar el Consejo de Seguridad de la ONU y los permisos de explotación del Mar de China Oriental. También en abril, viajó a China el líder del Partido Nacionalista de Taiwán para el primer encuentro de líderes nacionalistas y comunistas desde 1949.

China y Rusia realizaron, en agosto de 2005, las primeras maniobras militares conjuntas. En noviembre, una explosión en una planta química envenenó las aguas del río Songhua, en la región de Jilin cercana a la frontera con Rusia, con benceno y cortó el suministro a millones de personas.

En mayo de 2006, tras presiones de Beijing, Estados Unidos liberó a 5 de ciudadanos chinos musulmanes, detenidos en la base Guantánamo (Cuba) y considerados sospechosos de terrorismo, que fueron enviados a Albania como refugiados.

Estados Unidos, Australia y Japón se declararon preocupados por una prueba de misiles realizada por China, en enero de 2007. Ese mes, un satélite de estudio meteorológico chino de órbita polar fue alcanzado y destruido por un misil de defensa lanzado desde el Centro Espacial chino de Shenyang, al noreste del país.