Los primeros habitantes de la isla Quisqueya (hoy Haití y República Dominicana) fueron lucayos, ciguayos, taínos y caribes. Eran comunidades de pescadores y recolectores, que practicaban una agricultura rudimentaria. El desplazamiento de los grupos humanos entre las islas del Caribe siempre fue intenso; el comercio y trueque entre las tribus se combinaba con el intercambio de ofrendas.

En diciembre de 1492 Cristóbal Colón llegó a la isla Quisqueya, que él llamó Española, y con los restos de una de sus naves construyó un fuerte, iniciando así la colonización europea de América. Colón gobernó la isla durante ocho años. En un plazo relativamente corto los europeos se repartieron prácticamente todas las tierras útiles de la Española, y con ellas sus habitantes. En el siglo XVI, las durísimas condiciones de trabajo en las minas de oro, sumadas a las epidemias y la represión, habían reducido considerablemente la población indígena y, por lo tanto, la mano de obra. Ante tal situación, el obispo Bartolomé de las Casas propuso recurrir a los africanos, que pronto fueron «importados» por millones como esclavos, no sólo a la isla, sino a todo el continente americano.

La documentación histórica dominicana registra que en 1523 un grupo de esclavos sublevados fundaba el primer quilombo de la isla (una experiencia que se repitió en 1537 y 1548). El paso de mano de obra indígena a esclavos africanos sustituyó la explotación del oro de aluvión y se pasó a las plantaciones de caña de azúcar y a la ganadería extensiva. Como señala el historiador Pierre Vilar, el ciclo del oro tuvo un «carácter destructivo, no de materia prima sino de mano de obra». Lo cierto es que el extraordinario potencial económico de la República Dominicana sólo fue comparable al del Brasil en el período colonial. La isla fue sucesivamente el mayor productor de oro de las Antillas, uno de los mayores productores americanos de azúcar entre 1570 y 1630, y llegó a una proporción de 40 bovinos por habitante, índice sólo superado en el Río de la Plata a fines del siglo XVIII.

Según un prestigioso historiador, «Santo Domingo es como un microcosmos de toda la historia americana. Su historia no sólo anticipa sino que también acentúa evoluciones que en otros lugares se notan más discretamente».

Gran productora de azúcar y en posición clave para controlar el comercio de México y Perú hacia Europa, la Española fue codiciada por los otros imperios coloniales. En 1586 el pirata inglés Francis Drake saqueó su capital y en 1697 los franceses ocuparon, en virtud del Tratado de Ryswick, la mitad occidental (Haití). Posteriormente se extendieron por toda la isla que fue reconquistada parcialmente por España en 1809, cuando ya se había establecido en ella la primera república negra del mundo.

En 1822 el gobierno negro de Haití volvió a ocupar toda la isla. La resistencia de los «criollos» –descendientes de españoles– culminó con un alzamiento en Santo Domingo. Fue proclamada la República Dominicana, que en 1861 solicitó la reincorporación a España, en un intento de lograr apoyo externo para mantener la dominación de los criollos sobre las mayorías africanas.

Pero España no fue muy eficiente en la defensa de su colonia, que volvió a independizarse en 1865, como resultado de un movimiento encabezado por los mulatos. Durante todos estos vaivenes políticos la estructura económica se mantuvo incambiada.

Por ese entonces Estados Unidos, ya recuperado de su guerra civil, comenzó a extender su influencia sobre las Antillas. En 1907 impuso al país un tratado económico-político que preanunciaba la «diplomacia del dólar», y valiéndose de ese tratado lo invadió en 1916 imponiéndole un protectorado hasta 1924.

Recuperada la autonomía, Rafael Leónidas Trujillo, jefe del Estado mayor de la Guardia Nacional –creada y entrenada por las fuerzas estadounidenses de ocupación–, asaltó el poder en 1930 y gobernó dictatorialmente –a veces sin ocupar nominalmente la presidencia– con ayuda y apoyo de Washington. Sus crímenes fueron tantos y tan ostensibles que finalmente se volvió molesto para los propios Estados Unidos y la CIA dispuso su asesinato, en mayo de 1961. Trujillo era propietario de 71% de la tierra cultivable del país y de 90% de su industria.

Tras una rebelión popular, en 1963 se realizaron las primeras elecciones democráticas del país, en las que resultó elegido presidente el escritor Juan Bosch. Siete meses después otro golpe lo derribó y restituyó en el poder a los mismos militares de la dictadura trujillista. En abril de 1965 estalló una rebelión constitucionalista encabezada por el coronel Francisco Caamaño Deñó. Alegando simpatías «castro-comunistas» de los nacionalistas, Estados Unidos volvió a intervenir con sus marines en mayo. La insurrección popular fue aplastada por la presencia de 35 mil invasores.

Antes de dejar el país éstos prepararon el acceso al poder de Joaquín Balaguer, incondicional de Trujillo, que en retribución abrió el país a la explotación de las trasnacionales. La Gulf and Western pasó a controlar la industria azucarera, adquirió intereses en bancos, hoteles y agroindustrias, ganando gran influencia en la isla.

La oposición nacionalista intentó resistir y, en 1973, Francisco Caamaño murió dirigiendo un grupo guerrillero. El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) de Juan Bosch se dividió y su ala derecha, encabezada por Antonio Guzmán, suprimió de su programa las principales medidas reformistas. Se volvió así «aceptable» a los ojos del Departamento de Estado y cuando en 1978 el PRD triunfó en las elecciones, Estados Unidos presionó, en nombre de su política de derechos humanos, para que esta vez se respetara la voluntad popular.

El programa del PRD permitió, como lo prometía, el restablecimiento de las libertades democráticas. Las organizaciones populares aprovecharon la oportunidad para reconstruirse, diezmadas por muchos años de represión.

Nuevas elecciones presidenciales tuvieron lugar el 16 de mayo de 1981. Salvador Jorge Blanco fue elegido presidente y con él volvió a triunfar el Partido Revolucionario Dominicano. José Francisco Peña Gómez, uno de los dirigentes latinoamericanos de la Internacional Socialista, fue elegido alcalde de Santo Domingo. El 4 de julio se suicidó el presidente saliente, Antonio Guzmán, lo que generó una tensa situación política, resuelta con el respaldo dado por el ejército al resultado electoral.

Blanco adoptó una política de austeridad enmarcada en las exigencias del FMI. Pero en el curso de 1983 el precio internacional del azúcar –producto que representa 44% de las exportaciones– bajó a la mitad. En 1984 el gobierno eliminó los subsidios a diversas actividades productivas y aumentó en 200% los precios de los productos básicos y los medicamentos. Estalló una ola de protestas estimuladas por algunas fuerzas políticas opositoras y las organizaciones sindicales. Las sedes sindicales fueron ocupadas por el ejército y la durísima represión dejó un saldo de 100 muertos, 400 heridos y más de 5.000 presos.

En 1985, la disminución de la cuota azucarera dominicana por parte de Estados Unidos redujo nuevamente las exportaciones. El desempleo creció abruptamente. El gobierno continuó su política fondomonetarista, reprimiendo las huelgas contra su orientación. El Colegio Dominicano de Economistas señaló que el proceso de pauperización, visible a partir de 1980 e «inicialmente limitado a los sectores de bajos ingresos, se extendió hasta afectar a las clases medias».

En los sectores de menos recursos la situación era insostenible. Se crearon los Comités de Lucha Popular, organismos de base contra las alzas de precios en bienes y servicios esenciales. En el mes de abril, 28 jóvenes dominicanas murieron asfixiadas en el contenedor de un barco y fueron halladas por unos estibadores. Se supo que cada dos semanas salía un cargamento de muchachas dominicanas con destino a un regente de burdeles de la isla franco-holandesa de Saint-Martin. Éste las vendía por 800 y 1.000 marcos a otras islas caribeñas.

En los caóticos comicios nacionales del 16 de mayo de 1986 participaron tres candidatos: Jacobo Majluta por el PRD, Joaquín Balaguer por el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) y Juan Bosch por el marxista Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Balaguer fue electo presidente por muy escaso margen, con denuncias de fraude electoral por parte de los vencidos, y en una muy difícil coyuntura económica.

Claramente conservador, sin mayoría parlamentaria y con una oposición social altamente organizada, Balaguer no tuvo fuerza real para imponer un plan aún más restrictivo, exigido como condición por el FMI, para otorgarle más créditos.

En las elecciones generales del 16 de mayo de 1990 fue reelecto presidente. Su rival, Juan Bosch, líder del PLD, denunció un colosal fraude.

En 1990 y 1991 empeoró la ya precaria situación de los cientos de miles de inmigrantes haitianos que trabajaban como «braceros» en la industria azucarera dominicana. En junio de 1991, Balaguer decretó la expulsión inmediata de los inmigrantes ilegales.

Las negociaciones promovidas por Balaguer permitieron refinanciar la deuda externa, mientras el turismo crecía, convirtiendo al país, en 1993, en el cuarto mercado turístico del Caribe.

A raíz de la crisis política de su vecino Haití, República Dominicana se convirtió en pasaje para el contrabando que el bloqueo internacional había impuesto contra el régimen de Puerto Príncipe, sobre todo en materia petrolera.

Como consecuencia de las dificultades económicas, cientos de dominicanos continuaron abandonando anualmente su país, con visa o documentos falsificados, o por mar, en unas frágiles embarcaciones rumbo a Puerto Rico, puente hacia EEUU.

Pese a su anunciado retiro, Balaguer, de 87 años, preparó su reelección en mayo de 1994 compitiendo contra su viejo opositor Juan Bosch. Para evitar un posible nuevo fraude, cuatro de los cinco partidos que se presentaban a los comicios firmaron previamente un «pacto de civilidad», con la Iglesia Católica como garante. Sin embargo, la campaña electoral fue violenta, con centenares de heridos y 12 muertos.

Los comicios se efectuaron con el control de observadores internacionales que denunciaron irregularidades, sobre todo en el interior del país. El PRD impugnó el acto electoral, asegurando que unos 200 mil votantes quedaron fuera de los padrones por maniobras del partido gobernante. Balaguer, según los cómputos oficiales, logró 43% de los sufragios y aventajaba en 1,5% a su opositor Peña Gómez del PRD.

Peña Gómez y Balaguer acordaron celebrar elecciones generales el 16 de noviembre de 1995. Además, ambos líderes resolvieron reformar la Constitución para impedir la reelección presidencial. Mientras tanto, Balaguer fue investido como presidente.

El 30 de junio de 1996, Leonel Fernández Reyna, del PLD, ganó las elecciones en la segunda vuelta, tras formar una alianza con el conservador Partido Reformista Social-Cristiano (PRSC). El 18 de agosto asumió, sucediendo a Joaquín Balaguer, quien ocupó la presidencia del país durante siete períodos.

El aumento en los precios, el desempleo superior a 30%, y la pobreza que afectaba al 70% de la población, provocaron un aumento de la tensión social. Se registraron numerosas protestas callejeras, algunas violentas. Pese a estos resultados, la economía en general tuvo un crecimiento excepcional de 6,9% durante la primera mitad del año.

Una ley aprobada en junio permitió al capital privado invertir en compañías estatales, incluyendo la del azúcar y la de electricidad. El gobierno pretendía de este modo equilibrar las cuentas del Estado.

Hacia fines de 1997, los presidentes de República Dominicana y Haití alcanzaron un acuerdo para detener las repatriaciones de haitianos a gran escala y respetar los derechos humanos. Los haitianos solían trabajar en las condiciones más penosas.

El 16 de abril de 1998, República Dominicana y Cuba reanudaron relaciones diplomáticas. El gobierno designó su representación con rango consular en La Habana y posteriormente una delegación de ministros inauguró formalmente la sede diplomática. Estados Unidos protestó ante la medida, que calificó de improcedente.

Nuevos disturbios sacudieron la capital en enero de 1999 a causa de los disputados resultados de los comicios para elegir presidente de la Liga Municipal, un organismo que maneja un presupuesto de 100 millones de dólares para asistir a los gobiernos locales.

Los comicios de mayo de 2000 dieron la presidencia al candidato del PRD, Hipólito Mejía, quien obtuvo la ventaja suficiente como para evitar una segunda vuelta.

El nuevo presidente asumió en agosto, prometiendo crear puestos de trabajo y combatir la corrupción y la pobreza. En noviembre, Fernández Reyna organizó una manifestación para protestar por el encarcelamiento de cuatro integrantes de su gobierno, que fue reprimida. El ex presidente, que tuvo que ser hospitalizado debido a los gases lacrimógenos lanzados por la policía, aducía que los encarcelamientos estaban dirigidos a incriminarlo en casos de corrupción.

En octubre 2000, el gobierno se negó a extraditar a siete policías haitianos acusados de participar en un complot para desestabilizar al gobierno de Haití. Hugo Tolentino Dipp, ministro de Relaciones Exteriores de la República Dominicana, declaró que éstos serían puestos bajo custodia del gobierno en Santo Domingo.

Al año siguiente, en mayo, la Corte de Apelaciones anuló un proceso contra el ex presidente Salvador Jorge Blanco por cargos de corrupción.

Alegando que una ola de crímenes y secuestros ponía en riesgo la llegada de turistas al país –una de sus principales fuentes de ingresos–, Mejía envió a las calles al ejército, procurando contener la escalada criminal.

En noviembre de 2001 un avión de American Airlines que partía de Nueva York con destino a Santo Domingo se estrelló en el barrio de Queens. 150 dominicanos, entre los 255 pasajeros y tripulantes a bordo, murieron en el accidente. En un comienzo se estimó que esto podría estar vinculado con los atentados perpetrados dos meses antes, el 11 de setiembre, por Al-Qaeda en Nueva York. Esta hipótesis fue luego desechada.

En julio de 2002 falleció Balaguer, a los 95 años de edad.

Después de meses de protestas, en noviembre de 2003 se realizó una huelga general. La policía detuvo a cientos de manifestantes y seis personas murieron. Mejía declaró que se respondería «sin compasión» a las instancias que alteraran el orden público.

En diciembre de 2003 la tormenta tropical Odette forzó la evacuación de 10 mil personas. Fuerzas de defensa civil alertaron a los pobladores de que debían abandonar sus hogares, mas sin solución alguna pues no había lugares de refugio.

Tras el retiro de España de sus tropas en Irak, Mejía decidió en abril de 2004 el retiro de las fuerzas dominicanas que eran parte de la brigada Plus Ultra bajo comando español y también integrada por tropas de Honduras, El Salvador y Nicaragua.

El 17 de mayo de 2004, Mejía perdió la presidencia a manos de Fernández Reyna. No hubo necesidad de segunda vuelta, ya que Fernández obtuvo 56% de los votos. La victoria de Fernández, según analistas, se debió al voto castigo de los dominicanos a Mejía por la crisis económica que sufría el país desde 2003, generada por el colapso de uno de los principales bancos privados dominicanos.

Ese mismo mes, las intensas lluvias provocaron terribles inundaciones en el país (al igual que en Haití), dejando más de 500 personas muertas y 13 mil desaparecidas. Las cosechas de maíz se perdieron completamente y miles de dominicanos quedaron sin hogar. Jimaní, al sureste de República Dominicana, fue la zona más afectada por el desastre climático.

En marzo de 2006, Marino Vinicio Castillo, asesor sobre tráfico de drogas del gobierno, realizó una serie de declaraciones que despertaron polémica. Castillo señaló en un acto con policías que los partidos políticos, los militares y casi todas las instituciones estatales estaban vinculadas en forma directa o indirecta con el tráfico de drogas. A su vez, agregó que este era un problema que se había agravado durante el gobierno de Mejía.

La organización religiosa Solidaridad Fronteriza salió a la opinión pública, en abril, denunciando que los militares dominicanos cobraban sobornos por la entrada y salida de mercancías de contrabando y de inmigrantes haitianos por la frontera. La organización brindó al ejército fotografías como prueba. De inmediato, el jefe del Ejército Nacional, mayor general José Ricardo Estrella Fernández, aseguró que dispondría una investigación sobre estas denuncias.

Luego de que en el primer trimestre de 2007 el intercambio comercial entre Cuba y República Dominicana experimentara un crecimiento de 32%, representantes comerciales de ambos países se reunieron en julio de ese año, en Santo doming,o para coordinar una agenda de negocios común. Ese mismo mes los gobiernos de Cuba, República Dominicana y Haití acordaron coordinar también sus políticas medioambientales.