Hace dos millones de años apareció en Etiopía, en el valle del río Ohma, el primer homínido, llamado Astralopithecus o simio del sur. Se caracterizaba por caminar erguido, fabricar herramientas, comer carne y vivir en sociedad. La aparición del Astralopithecus marcó el comienzo de la evolución cultural del hombre.

Axum, al norte de la actual Etiopía, alcanzó su apogeo al inicio de la era cristiana, siendo el centro del tráfico entre el Valle del Alto Nilo (Nahr-an-Nil) y los puertos del Mar Rojo que comerciaban con Arabia y la India. Estado próspero y rico, llegó a dominar el actual Yemen, pero sufrió una crisis en el siglo VII, porque los circuitos comerciales se modificaron con la unificación y expansión de los árabes y la subsecuente conquista de Egipto.

La conversión al cristianismo de la clase dirigente etíope, en el siglo IV, creó un factor adicional de aislamiento. La posterior expansión hacia el sur, la hipertrofia del clero y la decadencia comercial, trajeron un proceso de feudalización semejante al del occidente europeo. Hacia el siglo XVI, un tercio de la tierra pertenecía al «rey de reyes», otro tercio a los monasterios y el resto se dividía entre la nobleza y la población en general.

La sublevación de la población musulmana de la costa del Mar Rojo, que había desarrollado una economía mercantil de gran vitalidad, llevó a los etíopes a reanudar sus contactos con Europa para pedir ayuda. El socorro demoró casi un siglo en llegar, pero fue eficiente: la flota portuguesa tuvo un papel decisivo en la destrucción del Sultanato de Adal, (ver Somalía).

La atención prestada por los emperadores al litoral, durante un siglo y medio, creó la oportunidad para que los gallas (pueblo afín a los haussas) penetrasen gradualmente desde el oeste, hasta llegar a convertirse en mayoría. Su gravitación llegó hasta tal punto que, entre 1755 y 1769, hubo un emperador galla al que la aristocracia amhara consiguió trabajosamente destronar.

Esa situación se mantuvo hasta 1889, cuando Menelik II subió al trono: designado heredero en 1869, tuvo 20 años para preparar un ejército con ayuda inglesa e italiana y organizar la administración de su feudo personal, el Reino de Choa. Tal eficiencia fue providencial, pues en 1895 sus ex-aliados italianos invadieron el país, alegando el no cumplimiento de compromisos anteriores. En la batalla decisiva, en Adua, en 1896, murieron 4.000 de los 10.000 soldados italianos: fue la más aplastante derrota sufrida por europeos en África hasta la Guerra de Argelia.

No obstante, Italia obtuvo, en las negociaciones diplomáticas, dos territorios que Etiopía en realidad no controlaba: Eritrea y el sur de la costa somalí. En 1906 las potencias reconocieron la independencia y la integridad territorial del país, a cambio de ventajas económicas en Abisinia.

Este arreglo salvó al país del colonialismo directo hasta 1936, cuando el dictador Benito Mussolini invadió Etiopía y destituyó a Haile Selassie, heredero de Menelik.

En los cinco años de ocupación, Italia montó varias industrias, así como plantaciones de café, e implantó un sistema de discriminación racial semejante al apartheid sudafricano.

Los etíopes reconquistaron la independencia en 1948, de manos del Reino Unido, que asumió el control del país a la caída de Mussolini. Selassie volvió al trono, pero encontró a la nación en una crisis sin precedentes. La estructura productiva estaba desorganizada; los movimientos nacionalistas que habían luchado contra el invasor no aceptaban el retorno a una situación feudal, y la miseria en el interior se había agravado.

El emperador denunció al colonialismo, apoyó al Movimiento de Países no Alineados y a la Organización de la Unidad Africana (OUA), cuya sede se instaló en Adis-Abeba, a la vez que mantuvo vínculos estrechos con Israel. 12 Selassie fue depuesto en 1974, al final de una sucesión de huelgas, manifestaciones estudiantiles y protestas generalizadas contra el absolutismo y la falta de alimentos.

Un Comité Coordinador de las Fuerzas Armadas, Dergue (comité, en amhárico), encabezado por el general Aman Andom, abolió la monarquía y proclamó la república. La Constitución fue suspendida y el parlamento clausurado.

Tras sucesivas crisis internas, en diciembre de 1977 asumió el poder el coronel Mengistu Haile Mariam, que consiguió consolidar el Dergue y poner fin a la lucha interna en las FF.AA.

El gobierno militar nacionalizó los bancos, los seguros y las grandes industrias del capital extranjero y cerró las bases militares norteamericanas. La clave de la «revolución nacional democrática» fue la estatización del suelo y el subsuelo, que puso fin al poder de los terratenientes. El «socialismo científico» fue adoptado como ideología oficial en junio de 1976. La oposición fue aplastada mediante el «terror rojo» entre 1977 y 1978, período en el cual fueron ejecutadas miles de personas.

Superada esta crisis, el gobierno enfrentó las rebeliones en Eritrea y el Ogadén, en aumento desde 1977.

El apoyo soviético y cubano a Etiopía fue decisivo para la derrota de las tropas somalíes en el Ogadén, en una moderna guerra de blindados. Los eritreos fueron forzados a retroceder tras una gran ofensiva en 1979. Mientras tanto, una guerrilla de base campesina había comenzado en la región de Tigray.

En 1984 el país comenzó a sufrir los efectos de la sequía que se prolongaba desde 1982 y que provocó miles de muertes por hambre y desnutrición. Doce provincias fueron afectadas por la sequía que mató a más de medio millón de campesinos y amenazó la supervivencia de cinco millones más.

Ese año se realizó el congreso de fundación del Partido de los Trabajadores de Etiopía (PWE), que aprobó el programa de transformación del país en un Estado socialista.

El 12 de setiembre el Parlamento (Shengo) proclamó la República Popular Democrática y ratificó a Mengistu en la jefatura del Estado. Los separatistas pasaron a actuar tanto en las provincias de Eritrea y Tigray, como en Wollo, Gondar y en Oromo, en el sur.

La nueva Constitución estableció cinco regiones autónomas y veinticinco regiones administrativas. Eritrea podía elaborar leyes en cualquier terreno menos en defensa, seguridad nacional, política exterior y las relaciones con el gobierno central. Los rebeldes eritreos consideraron «colonial» la propuesta.

La actividad militar rebelde impuso nuevas y pesadas bajas al ejército etíope y el comando de las 12 divisiones con 150 mil efectivos destacados en el frente de guerra intentó un golpe de Estado, en 1989. Mengistu volvió rápidamente al país, desde Alemania oriental, y abortó el intento.

En setiembre de 1989 los últimos soldados cubanos se retiraron de Etiopía a pedido del gobierno, que en abril de 1988 había firmado la paz con Somalía.

En 1990, en el marco de los cambios políticos en el bloque socialista, la dirección del PWE decidió sustituir el nombre de la agrupación por Partido Democrático de la Unidad Etíope (PDUE) y modificó su estructura interna. Sin abandonar el unipartidismo, el partido eliminó la definición marxista-leninista y llamó a sus filas a todos los etíopes, incluso opositores. A la vez, el gobierno decidió implantar una economía mixta, formada por empresas estatales, cooperativas y empresas privadas.

En mayo de 1991 Mengistu huyó en forma sorpresiva del país, apremiado por los triunfos de la guerrilla en el norte. El gobierno quedó a cargo del Vicepresidente Tesfaye Gabre Kidane, considerado un «moderado», que instituyó un gobierno de transición negociando un cese del fuego con los rebeldes eritreos.

El gobierno de Kidane participó en el diálogo de paz celebrado en Londres, presidido por Estados Unidos, con la participación de los más importantes grupos rebeldes, para llegar a un acuerdo que impidiera la guerra civil. Kidane renunció a fines de mayo, cuando los norteamericanos aconsejaron a las fuerzas del Frente Revolucionario Democrático del Pueblo Etíope (FRDPE) que asumieran el control de Adis-Abeba.

Meles Zenawi, líder del FRDPE, asumió el cargo de presidente interino hasta la realización de una conferencia multipartidaria y prometió poner fin a la guerra civil y terminar con el hambre. Tres meses después, al reabrir el Parlamento y promulgar una nueva Constitución, Meles se comprometió a realizar elecciones en el plazo de un año.

En marzo de 1992 se eligieron los nuevos consejos regionales, pero el Frente de Liberación Oromo anunció su retiro del Consejo de Representantes, integrado por 87 miembros, que legitimaba al gobierno provisorio.

En mayo de 1994, el Consejo de Representantes aprobó el proyecto de Constitución que creaba la República Democrática Federal de Etiopía. Dicho proyecto se basaba en la doctrina del «federalismo étnico», que rompía con la anterior visión oficial unitaria del país. Según el texto aprobado, la «soberanía reside en las naciones, nacionalidades y pueblos de Etiopía» y no en el pueblo en su conjunto.

En junio se realizaron comicios para elegir una Asamblea Constituyente, boicoteados por los principales partidos de oposición, como el Frente de Liberación Oromo y el Frente de Liberación Nacional de Ogaden.

En mayo y junio de 1995 tuvieron lugar las elecciones parlamentarias, las que también fueron boicoteadas por la mayoría de los partidos opositores. La nueva república federal quedó establecida oficialmente en agosto, al asumir la presidencia Negasso Gidada, un oromo cristiano de la región de Welega, en el oeste de Etiopía. Zenawi asumió el cargo de primer ministro y los 17 miembros del gobierno fueron cuidadosamente seleccionados para que reflejaran «los equilibrios étnicos» del país.

El gobierno prosiguió la privatización de empresas estatales –144 en 1995– y el déficit anual de granos fue del orden de un millón de toneladas. En 1996 fue abortado un intento de asesinato contra Mengistu.

A principios de 1998 la escasez de alimentos amenazaba a millones de etíopes. El acceso a los productos de primera necesidad se hizo cada vez más difícil para los sectores más modestos de la sociedad, como consecuencia de aumentos de precios decretados por el gobierno (13% entre agosto y diciembre de 1997). La denominada Comisión Etíope de Prevención de Catástrofes solicitó formalmente ayuda a los organismos internacionales para evitar una nueva hambruna.

Los combates con Eritrea se reanudaron en febrero de 1999, en un rebrote de la disputa fronteriza que en mayo de 1998 ocasionó la muerte de mil personas. El Consejo de Seguridad de la ONU emitió una resolución exigiendo un inmediato alto al fuego y llamando a detener la venta de armas y comunicaciones hacia los países beligerantes.

En marzo de 1999 el presidente Bill Clinton propuso condonar en 70 mil millones de dólares la deuda externa de los 46 países africanos allí reunidos en un encuentro de ministros. En ese momento Clinton se encontraba presionando al Congreso de su país para que aprobara su «Iniciativa de comercio con África».

Tropas de Etiopía fuertemente armadas entraron a Eritrea en mayo de 2000, capturando a 300 prisioneros. Como en 1998, el Consejo de Seguridad de la ONU lanzó un ultimátum de tres días para que cesaran los enfrentamientos, y Estados Unidos propuso un embargo de armas para los dos países que fue rechazado por Rusia. Aparentemente, las armas provenían de las ex repúblicas soviéticas del este europeo. El ultimátum no fue acatado por las partes y el conflicto continuó.

Miles de personas festejaron el dictamen de la Corte Permanente de Arbitraje de la Haya de abril de 2002, que delimitaba los 1.000 km de su frontera común con Eritrea. El gobierno de Adis-Abeba lo consideró un triunfo para sus reclamos, a pesar de que su reivindicación del puerto de Assab no fue tomada en cuenta por la comisión.

A fines de abril, Etiopía decidió cerrar su frontera con Eritrea a los funcionarios de ONU, acusándolos de haber llevado periodistas a la zona desde Eritrea y sin visas etíopes.

En abril y mayo de 2002, las manifestaciones provocadas por las elecciones locales determinaron una crisis sangrienta entre las fuerzas de seguridad del gobierno y las poblaciones étnicas sheko y mezehenger en el pueblo sudoccidental de Tepi. Más de 150 civiles fueron asesinados, 5.000 personas desplazadas y 1.000 hogares destruidos.

En diciembre de 2002, la transnacional suiza Nestlé exigió una indemnización de seis millones de dólares por la nacionalización efectuada en 1975 por el gobierno de Tafari Benti (1974-1977). Cerca de 40.000 personas enviaron correos electrónicos a Nestlé exigiendo que se retirase el reclamo y en enero la trasnacional accedió a reducir su demanda a 1,5 millones de dólares, que serían reinvertidos en programas nacionales de lucha contra el hambre.

En setiembre, Eritrea acusó a Etiopía de violar la ley internacional al no aceptar Adis-Abeba una sentencia sobre la frontera delineada en 2002. Eritrea aseveró que Etiopía seguía reclamando la aldea de Badme, foco de origen de la guerra y asignada por la Comisión de Arbitraje a Eritrea.

En julio de 2004 el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de ONU llamó a la solidaridad internacional para las víctimas de la sequía en Etiopía. Según las autoridades etíopes, siete millones de personas necesitaban asistencia ese año: en vez de alimentos, el PMA solicitó dinero en efectivo para la adquisición de cereales de los productores locales que hubieran tenido excedentes en sus cosechas.

Ese mismo mes, casi 40 líderes africanos se reunieron en Adis-Abeba, inaugurando la Cumbre de jefes de Estado de la Unión Africana (UA).

Las elecciones de mayo de 2005, que contaron con un nivel de participación del 90%, dieron la victoria al premier Zenawi, quien señaló que la gran afluencia de votantes había sido una victoria para sus políticas de democratización.

Un mes más tarde, en Adis-Abeba, la policía abrió fuego contra manifestantes que reclamaban por un supuesto fraude en las elecciones. El saldo fue de más de 20 personas muertas, varios heridos y comercios destrozados.

En marzo de 2006 Etiopía y Eritrea acordaron reanudar el proceso de demarcación de la frontera (ver Eritrea).

En noviembre de 2005, tras unas protestas callejeras postelectorales, las condiciones de la libertad de prensa se vieron seriamente deterioradas. Cada vez quedaban menos periódicos críticos y 14 periodistas enfrentaban cargos que podrían implicar la pena de muerte.

El 29 de marzo, el Consejo Ejecutivo del Banco Mundial (BM), del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Africano de Desarrollo (BAD) dieron luz verde a la cancelación de la deuda con 13 países africanos, incluyendo Etiopía. La cancelación entraba en vigor el primero de julio de ese año, fecha en que el BM comenzaba su año fiscal.

El gobierno expulsó de la región de Ogaden, en junio de 2007, al Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC). Representantes del gobierno regional de Ogaden habían acusado al ICRC de no respetar su neutralidad y alinearse con el rebelde Frente Nacional de Liberación.