Las islas –carentes de pobladores ancestrales– fueron avistadas en 1520, por un barco español, y bautizadas «Malouines» por pescadores franceses de focas y leones marinos, en honor del puerto Saint-Malo, en el siglo XVIII. En 1764, Louis-Antoine Bougainville fundó Port-Louis, en la isla Soledad. España protestó y Francia reconoció los derechos españoles. Ese mismo año los ingleses –que desde 1690 las llamaban «Falkland»– fundaron Port Egmont, rebautizado Puerto Soledad cuando Inglaterra devolvió las islas a España, en 1767, a cambio de 24 mil libras.

En 1820, poco después de su independencia, Argentina designó a Daniel Jewit como primer gobernador de las Malvinas. En 1831 Buenos Aires nombró gobernador a Vernet y éste, en agosto del mismo año, mandó apresar dos navíos norteamericanos, por pesca ilegal. Una escuadra norteamericana que visitaba América del Sur vengó tal «piratería», destruyendo todas las instalaciones militares y casas de Puerto Soledad. El 3 de enero de 1833 la corbeta inglesa «Clio» desembarcó colonos en las islas sin que la escasa guarnición local pudiera impedirlo.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas incluyó a las Malvinas y sus dependencias en la lista de territorios «no autónomos» y estableció que no era aplicable el principio de autodeterminación de los pueblos, por ser sus habitantes ciudadanos británicos, directamente dependientes de la metrópoli. El reconocimiento de la soberanía argentina quedaba implícitamente establecido como la única solución jurídicamente válida de esa situación colonial.

El 2 de abril de 1982 fuerzas argentinas ocuparon las Malvinas. La primera ministra británica Margaret Thatcher, cuya popularidad había caído notoriamente antes del conflicto, respondió yendo a la guerra. Dos meses después y luego de una contienda con más de mil muertos, la bandera británica volvió a flamear en las islas.

Al comienzo de su administración, Carlos Menem restableció las relaciones con Londres, pero el espinoso tema de la soberanía de las Malvinas quedó irresuelto.

En marzo de 1994 el ministro argentino de Defensa denunció a las fuerzas británicas por la muerte de soldados argentinos en condiciones violatorias de la Convención de Ginebra para el trato de los prisioneros de guerra.

El presidente Menem y el primer ministro John Major llegaron a un entendimiento en las Naciones Unidas, en setiembre de 1995, por el cual Argentina y el Reino Unido explotarían en forma conjunta la parte occidental de las islas, donde sus fronteras coinciden parcialmente.

En octubre de 1999, gracias a un acuerdo entre los gobiernos argentino y británico, un contingente de argentinos viajó por primera vez desde 1982 a las islas en un vuelo desde Argentina. El grupo, integrado por familiares de ex combatientes y periodistas, rindió homenaje a los caídos.

En junio de 2004, el Comité de Descolonización de la ONU reclamó que Argentina y el Reino Unido negociaran la situación de las Malvinas a los efectos de poner fin a la disputa de soberanía que ya llevaba 171 años.

Un libro con la primera historia oficial británica sobre el conflicto entre Argentina y el Reino Unido se público en junio de 2005. Según distintas interpretaciones, el reclamo argentino estaba «muy cerca de ser completamente legítimo», lo que despertó gran polémica en torno a la soberanía británica de las islas.

En el acto de conmemoración de los 24 años de la guerra y homenaje a los caídos de la Gendarmería Nacional, en mayo de 2006, el ministro del Interior argentino, Aníbal Fernández, vaticinó que «en algún momento» Argentina recuperará las Malvinas.

El Comité de Descolonización de la ONU instó, en junio de 2007, a los gobiernos de Argentina y Gran Bretaña a reanudar el diálogo en busca de una solución negociada al conflicto por las islas.