La isla de Hispaniola o Quisqueya, como la llamaban sus pobladores originales arawak y taínos, está actualmente dividida en dos repúblicas: Haití y República Dominicana (ver historia de República Dominicana). Al ser descubierta por Cristóbal Colón (1492), la isla estaba habitada por numerosos pueblos arawak, que en pocos decenios desaparecieron casi enteramente. La colonización española, apoyada en la evangelización que llevó a cabo la orden de los dominicos, le adjudicó el nombre de su patrono, Santo Domingo. Poblada también por franceses y otros europeos atraídos por el azúcar, los imperios coloniales de Europa comenzaron a disputarse la isla. En 1697 España cedió a Francia la parte occidental, por el Tratado de Ryswick.

Al asumir el control del territorio, Francia comenzó a explotarlo, introduciendo un promedio de 20 mil esclavos africanos por año. El mestizaje creció rápidamente. En poco tiempo el azúcar se transformó en el principal producto de exportación de la región y Haití se convirtió en la más importante posesión francesa en las Américas durante el siglo XVIII.

Esta prosperidad estaba asentada fundamentalmente en el trabajo de la mano de obra esclava. Hacia 1789 el número de esclavos negros en la colonia llegaba a 480 mil, los mulatos y hombres de color libres sumaban 60 mil, mientras que los blancos, dueños de la tierra y la riqueza, eran una minoría de apenas 20 mil habitantes. Influidos por el movimiento revolucionario que se había iniciado en la metrópoli, los haitianos, liderados por el ex esclavo Toussaint L'Ouverture, llevaron adelante una guerra revolucionaria que duró 12 años (1791-1803) y que culminó proclamando la primera república negra triunfante del mundo.

Fue L'Ouverture quien abrió al viejo movimiento de los marrons o quilombolas –esclavos sublevados– una perspectiva estratégica irreversible tras la consigna de libertades generales para todos, convirtiendo a los distintos grupos en un ejército disciplinado. Aprovechando las fisuras del sistema colonial francés logró que el 4 de febrero de 1794 la Convención Nacional francesa lo nombrara General y ratificara un decreto que abolía la esclavitud en Santo Domingo. Luego del golpe de Estado del 18 brumario (1799), Napoleón Bonaparte envió una colosal expedición militar encargada de reconquistar la colonia y restablecer la esclavitud. L'Ouverture respondió con una insurrección generalizada, pero lo apresaron y murió deportado en Francia en 1803.

Jean-Jacques Dessalines, Henri Christophe y el mulato Alexandre Pétion tomaron la dirección de la lucha por la independencia radicalizando el legado de L'Ouverture. Lograron la unidad de negros y mulatos y luego de una serie de campañas heroicas, obligaron a las tropas francesas a capitular; la independencia se proclamó el 28 de noviembre de 1803 y Haití se convirtió así en el primer Estado independiente de América Latina.

En 1818 J.P. Boyer fue electo presidente en sustitución de Pétion. Boyer reconquistó el norte del país en 1820 y puso fin a una experiencia monárquica de Christophe. Dos años después conquistó Santo Domingo (la parte oriental), logrando de esta forma una frágil reunificación de la isla, que duró un cuarto de siglo. En 1843, una revolución liderada por los criollos de Santo Domingo dividió definitivamente la isla en dos estados independientes, la República Dominicana en el oriente y la República de Haití en el occidente.

A partir de la sangrienta Guerra Civil de 1867 se inició un período de gran inestabilidad política y crisis económica que se prolongaría hasta que, frente al no cumplimiento de compromisos asumidos, en 1915, el país fuera ocupado militarmente por marines norteamericanos. Un año más tarde Estados Unidos invadió República Dominicana, logrando de esta forma el control sobre la totalidad de la isla.

La invasión de Haití fue heroicamente resistida por el Ejército Revolucionario, conducido por Charlemagne Péralte quien fue asesinado a traición en 1919. Las tropas norteamericanas vencieron finalmente la resistencia y controlaron la vida del país, convertido de hecho en una colonia, hasta 1934, cuando el presidente Vincent consiguió la retirada de las tropas de EE.UU. pero no el cese de la influencia de ese país en los asuntos internos de Haití.

El ejército nacional (Garde d'Haiti) asumió un papel protagónico en la vida política del país y derrocó sucesivamente a los Presidentes E. Lescot (1941-1946), D. Estime (1946-1950) y P. Magloire (1950-1957). En 1957, apoyado por el ejército y Estados Unidos, asumió la presidencia François Duvalier, un médico de clase media.

A través de Duvalier, el ejército, la burguesía comercial, la jerarquía eclesiástica y la burocracia estatal, ligados al Departamento de Estado norteamericano, controlaron la vida del país por más de 30 años. En 1964, Duvalier (conocido popularmente como Papá Doc) se declaró presidente vitalicio. A su muerte, en 1971, su hijo Jean-Claude Duvalier (Baby Doc) heredó la presidencia.

Desgastado a nivel internacional por las permanentes denuncias de violaciones a los derechos humanos y, dentro de fronteras, por una activa oposición, el gobierno de Duvalier llamó a elecciones en 1984. La abstención alcanzó el 61% del electorado. La oposición creció y se organizó en partidos y sindicatos, mientras el régimen se convertía en una carga para Estados Unidos.

La represión aumentó y en 1985 se calculaban en 40.000 los asesinatos cometidos por el régimen de Baby Doc. En medio de una creciente ola de protestas y huelgas en todo el país, Duvalier huyó del país en un avión de la fuerza aérea norteamericana para recibir luego asilo transitorio de parte del gobierno de Francia.

Un Consejo Nacional de Gobierno, liderado por el general Henri Namphy, asumió el gobierno y prometió elecciones libres y directas para fines de 1987. Dirigentes de la oposición denunciaron la continuidad del régimen.

La huida del dictador no detuvo la movilización del pueblo. Los linchamientos masivos de miembros de los tonton-macoutes obligaron al Consejo Nacional de Gobierno a disolver este cuerpo represivo.

En octubre de 1986, el Consejo Nacional de Gobierno convocó a comicios para elegir una Asamblea Constituyente, encargada de redactar una nueva Carta Magna. Sufragaron menos del 10% de los 3.000.000 de haitianos habilitados para votar. La nueva Constitución, sometida a plebiscito en marzo de1987 y ratificada con 99,81% de los votos, establecía un régimen parlamentario, con un presidente cuyo mandato duraría cinco años y un primer ministro nombrado por el parlamento.

Las elecciones debían realizarse en noviembre de 1987, pero a las pocas horas de abrirse los locales de votación fueron saboteadas por sectores de las FF.AA. y ex tonton-macoutes. Los comicios fueron suspendidos y finalmente se realizaron en enero de 1988. En un clima político muy enrarecido, triunfó el candidato oficialista Leslie Manigat pero fue derrocado en junio en un golpe de Estado dirigido por el general Namphy. En setiembre de 1988 un movimiento de sargentos y soldados destituyó a Namphy, llevando al poder al general Prosper Avril, eminencia gris del período duvalierista.

En marzo de 1990, el general Gérard Abraham destituyó al general Avril y cedió el mando a un gobierno civil provisional, encabezado por la jueza Ertha Pascal-Trouillot, primera mujer que llegó a ocupar ese cargo en Haití. El Gobierno Provisional creó las condiciones para cumplir la Constitución y convocó a elecciones presidenciales en diciembre de 1990.

Con 67% de los votos y amplio apoyo de la población urbana pobre, resultó electo presidente el sacerdote Jean Bertrand Aristide, candidato de la coalición Frente Nacional para el Cambio y la Democracia, quien asumió el cargo el 7 de febrero de 1991. Partidario de la Teología de la Liberación, Aristide fue censurado en 1988 por la jerarquía eclesiástica y excluido de la orden de los salesianos. Su programa de gobierno se basaba en la lucha contra la corrupción y el narcotráfico, junto con un minucioso plan de alfabetización y el proyecto de pasar de la pobreza extrema a la pobreza con dignidad.

El 30 de setiembre se produjo un cruento golpe militar, dirigido por el general Raoul Cedras. La Organización de Estados Americanos (OEA) decretó inmediatamente un embargo comercial e inició enérgicas gestiones diplomáticas en la región y en las Naciones Unidas. En un intento de evitar el aislamiento internacional, los golpistas reconocieron la soberanía y el funcionamiento del parlamento.

En febrero de 1992 representantes de la OEA, parlamentarios haitianos y el derrocado Aristide firmaron en Washington un acuerdo para el restablecimiento de la democracia y el retorno del presidente al gobierno.

El gobierno de facto convocó en enero elecciones legislativas, para sustituir a una parte del parlamento. Menos de 3% de los habilitados para votar concurrieron a las urnas. Meses después, el primer ministro Marc Bazin renunció a su cargo.

El 27 de junio de 1993 se iniciaron conversaciones indirectas, en Nueva York, entre el general Cedras y el depuesto Aristide. Mientras tanto, el Consejo de Seguridad de la ONU impuso un bloqueo financiero, de petróleo y de armas. En julio, Aristide y Cedras firmaron el pacto que aseguraba el retorno del presidente y la amnistía para los jefes golpistas. En cumplimiento de los acuerdos, Aristide nombró primer ministro a Robert Malval.

Sin embargo, se inició en Haití una nueva escalada de violencia, destinada a impedir el cumplimiento de los acuerdos. En octubre, un barco de guerra estadounidense se emplazó frente a las costas de la capital. Una multitud amenazó con enfrentarse a las tropas embarcadas. El presidente estadounidense Bill Clinton ordenó el regreso de los barcos a la base militar estadounidense de Guantánamo, en Cuba. El Consejo de Seguridad reimpuso el bloqueo naval.

El ministro de Justicia del gobierno de Malval, Guy Malari, fue asesinado en 1993. Un mes antes, casi en el mismo lugar, había sido muerto Antoine Izmery, empresario partidario de Aristide. Los responsables de los asesinatos eran miembros del grupo golpista Frente para el Avance y Progreso de Haití, que utilizaban los mismos métodos que los tonton-macoutes.

El 15 de octubre de 1994, tras el exilio de los jefes golpistas y la ocupación del país por una fuerza multinacional dirigida por EE.UU., Aristide regresó a Haití. Su margen de maniobra era escaso, ya que en el exilio se había comprometido a aplicar las medidas de ajuste estructural preconizadas por el FMI. Además, las finanzas públicas de Puerto Príncipe dependían en gran medida de fondos extranjeros. En diciembre, las tropas fueron desmovilizadas, con vistas a la creación de una nueva policía nacional.

Pese a su intención de sancionar a los culpables de violaciones a los Derechos Humanos, Aristide –bajo constante presión estadounidense– debió limitarse, en muchos casos, a actos puramente simbólicos, como la inauguración de una lápida en homenaje a las víctimas de los escuadrones de la muerte.

En 1995, un contingente de la ONU sustituyó a la fuerza multinacional. En noviembre, René Préval, un allegado a Aristide, triunfó en las elecciones con 88% de los votos. El 7 de febrero de 1996, el nuevo presidente tomó posesión de su cargo, en un país donde 80% de la población vivía por debajo de la línea de pobreza. Préval solicitó que las fuerzas de paz de la ONU permanecieran por un período adicional, debido a las numerosas disputas y actos de violencia en que se veía involucrada la policía nacional. Los secuestros y homicidios –incluyendo el de ocho policías fuera de tareas– no cesaron, a la par que se dieron revueltas populares, que fueron violentamente reprimidas.

En julio de 1996, Claude Raymond, general y ministro del gabinete de Duvalier, fue arrestado por encabezar actividades terroristas. Cuatro días más tarde, André Armand, un ex sargento del ejército y líder del grupo de presión de los soldados retirados, fue muerto por asesinos anónimos, tras declarar públicamente que miembros del ejército retirados complotaban para asesinar a Préval y al ex-presidente Aristide. La renuncia del primer ministro Rosny Smarth en 1997 y la decisión del presidente de disolver el parlamento y gobernar por medio de decretos elevaron la temperatura política y el grado de confrontación con la oposición. Jacques-Edouard Alexis, del Lavalas, fue nombrado en marzo de 1999 para ocupar el cargo de primer ministro.

Las elecciones previstas para marzo de ese año fueron postergadas para mayo, a fin de superar problemas en la inscripción electoral. Un mes después de los comicios, presionado por las tenaces y violentas protestas que paralizaron la isla, el Consejo Electoral liberó los resultados, que dieron al partido Lavalas 16 de las 17 bancas del Senado. Estados Unidos, Naciones Unidas y la OEA cuestionaron el proceso de recuento de votos.

En abril de 2000, el periodista más reconocido del país, Jean Dominique, propietario de la Radio Haïti Inter, fue asesinado a tiros al llegar a su trabajo. El caso, que no había sido resuelto dos años después, se convirtió en la investigación de un crimen mejor financiada y organizada de la historia del país; un senador fiel a Aristide se escudó en la inmunidad legislativa para no declarar; desaparecieron evidencias e incluso uno de los testigos fue asesinado y su cuerpo desaparecido.

La oposición boicoteó las elecciones presidenciales de febrero de 2001, haciendo que sus principales candidatos se abstuvieran de participar y nombró un «presidente alternativo». Pese al boicot y la casi nula presencia de observadores internacionales, los comicios se celebraron, dando una abrumadora victoria a Aristide, quien accedió así, por tercera vez, a la presidencia. Las conversaciones entre el gobernante partido de Aristide y la alianza opositora fracasaron al no llegarse a un acuerdo respecto a la formación de un nuevo Consejo Electoral que revisara los votos emitidos. El motivo principal de disputa era el número de bancas que le correspondían a cada partido. La ayuda económica internacional se encontraba suspendida desde los comicios de 2000.

La mayor parte de los recursos de Haití estaba en manos del 15% de su población (el 1% de origen europeo poseía la mitad de los bienes del país) en 2002. El 73% de los haitianos vivía en la pobreza extrema, carecía de saneamiento, padecía escasez de agua potable y, en la mayoría de los casos, no tenía acceso a la electricidad. Dos tercios de los haitianos no lograban obtener un plato de comida diario; el tercio restante sólo accedía a una ración al día, que no cumplía con los parámetros básicos de nutrición.

Durante 2002 al menos 30 periodistas fueron atacados o amenazados de muerte por presuntos partidarios del gobierno, y varios periodistas y sus familiares decidieron abandonar el país. Un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) declaró su preocupación por la debilidad del Estado de Derecho en el país, y por las severas amenazas recibidas por algunos periodistas.

El 1° de enero de 2004 Haití conmemoró el bicentenario de su independencia con multitudinarias manifestaciones en todo el país. Se trató de una de las mayores ofensivas de la oposición en esos últimos años, que además logró una huelga masiva. La oposición –el «Grupo de los 184», que bajo ese número nucleaba una multitud de partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil – aprovechó el aniversario para llamar la atención de la comunidad internacional sobre la posibilidad de que las elecciones legislativas de 2004 fueran fraudulentas y que Aristide se presentara a una nueva reelección en 2005. Por su parte, el presidente de la Comunidad Caribeña (CARICOM) y primer ministro de Jamaica, Percival Patterson, envió una carta a Aristide en la que señalaba que el Caribe «estaba muy preocupado por los informes del incremento en la inestabilidad política en Haití».

La OEA continuó presionando para que el gobierno y la oposición negociaran la concreción del postergado Consejo Electoral, con vistas de controlar la legitimidad de los comicios legislativos del 2004. La oposición solicitó que se conformase un gobierno de transición presidido por un representante de la Corte Suprema y un consejo de nueve miembros. En febrero de 2004, los levantamientos contra el gobierno se intensificaron. Ese mismo mes, Washington y París solicitaron la renuncia de Aristide; Washington aportó tropas a una fuerza multinacional, compuesta en su mayoría por soldados franceses y canadienses, además de disponer un avión para trasladar al presidente y a algunos de los suyos hacia la República Centroafricana. Una vez en suelo africano, Aristide denunció que había sido raptado. En marzo, representantes de CARICOM reiteraron un pedido de investigación de lo sucedido bajo el auspicio de la ONU. Francia y EE.UU. anunciaron que vetarían cualquier investigación.

En julio, en una conferencia de donantes realizada en Washington, distintos países y organismos multilaterales se comprometieron a aportar más de mil millones de dólares, entre créditos flexibles y donaciones, para la reconstrucción de Haití en los siguientes dos años. El dinero obtenido sería destinado a mejorar las fuerzas de seguridad, la salud y la infraestructura eléctrica, fortaleciendo las áreas sociales y políticas. Antes de la conferencia, EE.UU. había ofrecido 232 millones de dólares en ayuda hasta el 2006. El ingreso per capita anual del país era de menos de 400 dólares; sólo el 10% de la población tenía acceso a la electricidad: los fondos recaudados habrían de crear, por otra parte, y según se estipuló, 31 mil puestos de trabajo en el sector público. Se rehabilitarían, además, 1.500 escuelas.

En setiembre, la tormenta tropical Jeanne dejó más de 600 muertos y más de 80 mil damnificados en el noroeste del país. En la norteña región de Artibonite murieron, sólo en la ciudad de Gonaives, más de 500 personas, principalmente niños. Las principales carreteras se convirtieron en ríos de cauces descontrolados. La mitad de Gonaives quedó sumergida. Las inundaciones resultaron devastadoras debido a que el país estaba prácticamente deforestado.

A un año del golpe de Estado, el gobierno interino, que contaba con un apoyo sin precedentes de parte de Washington, había fracasado por completo. Pese a la presencia de una fuerza de cascos azules de la ONU, la violencia campeaba y la seguridad era inexistente. Se encontraban cadáveres en las calles, las bandas armadas, integradas por soldados desbandados 10 años atrás, se movían con total libertad. Para mayo de 2005 unos 10 mil haitianos habían sido asesinados y mas de un millar encarcelados, la mayoría partidarios de Aristide.

El consejo electoral declaró que René Preval había triunfado en las elecciones generales de febrero de 2006, tras un acuerdo entre las partes para modificar el sistema de cómputo de votos en blanco y evitar así una segunda vuelta.

Finalmente en junio de 2006, tras dos años de incertidumbre, asumió un nuevo gobierno democrático con Jacques-Edouard Alexis como primer ministro. En julio, importantes donantes acordaron un paquete de ayuda por 750 millones de dólares para recuperar la economía del país.

En enero de 2007 las fuerzas de paz de la ONU lograron tomar el control de Cite Soleil, uno de los barrios marginados más violentos de Puerto Príncipe, tras semanas de combates, con decenas de muertos, contra las bandas callejeras.