La península de Corea se sitúa entre China y Japón, posición que determinó la historia nacional y el carácter de su pueblo. El territorio fue frecuente arena para las batallas de ejércitos chinos, mongoles y japoneses. Los primeros pobladores eran tribus de lenguaje tungu que emigraron de Siberia. Entre los siglos X y VIII a.C. se establecieron diversos estados tribales, de los cuales el más complejo fue el conocido como Antiguo Choson, en la cuenca del río Taedong. Hacia el siglo IV a.C. Choson evolucionó como una liga de tribus comprendida entre las cuencas de los ríos Liao y Taedong. Para esta época los pobladores de Choson utilizaban armas de hierro y arreos para caballos y coches de guerra. En el año 108 a.C., el Imperio de China derrotó al Reino de Choson y lo reemplazó por cuatro colonias chinas. Durante la época de apogeo del Antiguo Choson, otros estados tribales florecieron en la península: Puyo, en la región manchuriana de la cuenca del río Sungari, y Chin, que durante el siglo II a.C surgió al sur del río Han y fue posteriormente dividido en tres estados tribales (Mahan, Chinhan y Pyonhan).

Las distintas ligas se expandieron a través de la península y ésta, a partir del siglo I a.C. quedó dividida en los reinos rivales de Koguryo, Paekche y Silla. De acuerdo con las respectivas tradiciones, Koguryo (que en el siglo VI ocupó un territorio muy similar al de la actual Corea del Norte) fue fundado por Chu-mong en el 37 a.C., Paekche fue fundado por Onjo en el año 18 a.C. y Silla por Pak Hyokkose en el 57 a.C. Quienes consolidaron estos tres estados fueron el Rey Taejo (53-146 d.C.) en Koguryo, el Rey Koi (entre el 204-286 d.C.) en Paekche y el Rey Naemul (356-402 d.C.). Los tres reinos se transformaron en estados mediante sucesivas guerras de expansión, que llevaron a la organización de sistemas militares y administrativos centralizados.

Con el apoyo de la Dinastía china T'ang, Silla conquistó y subyugó a Paekche en el año 660 y a Koguryo en el 668. De todos modos, los sobrevivientes del vencido Koguryo, liderados por el general Tae Cho-yang,establecieron el Reino de Perhae en el norte de la actual Manchuria y pronto –impedidos por China de integrarse con el otro reino coreano– entraron en confrontación directa con Silla, quedando la península dividida en un estado norteño y uno sureño, ambos tributarios de China. Perhae se trasformó en un estado sofisticado, al que los chinos llamaron «el próspero estado del este», pero desde que cayó en manos de los khitan –pueblos nómades del norte– su territorio dejó de participar en la historia de Corea.

Silla unificado se convirtió en una monarquía absoluta, que minimizó la influencia de la aristocracia. La variante china del budismo avatamsaka –que predica una armoniosa totalidad de la cosas presente en el Buda iluminado– proveyó el sustento ideológico para la monarquía y la aristocracia, en tanto que la población carente de privilegios se sintió atraída por el Budismo de la Tierra Pura, que prometía bendición en el mundo siguiente. En la capital (actual Kyongju, en Corea del Sur), los monarcas construyeron gigantescos palacios y tumbas reales, mientras el estado se dividió administrativamente, a la manera china, en provincias, prefecturas y condados.

A fines del siglo VIII comenzó el declive de Silla, debido a levantamientos campesinos y conflictos con la aristocracia, que abolieron el despotismo real. Se estableció un nuevo sistema, en el que se asentó el poderío de algunos señores. Dos líderes provinciales, Konhwon y Kungye, establecieron, respectivamente, los Reinos de Koguryo Tardío y Paechke Tardío. Durante este período, conocido como el de los Tres Reinos Tardíos, el budismo zen fue la religión más popular, con su énfasis en la realización individual a través de la contemplación. Esta doctrina era mucho menos jerárquica que la del budismo avatamsaka y favorecía la autonomía del individuo.

En el año 918 Wang Kong fundó Songak (actual Kaesong, en Corea del Norte) y en el año 936 volvió a unificar la península, absorbiendo también a los sobrevivientes de Paechke Tardío que habían sido arrasados por los khitan. Wang Kong se proclamó como el legítimo sucesor de Koguryo y confrontó repetidamente con los khitan, expandiendo sus dominios hasta el río Yalu. Wang Kong fue el fundador de la Dinastía Koryo, de donde deriva el nombre occidental Corea. La clase gobernante de Koryo estuvo compuesta fundamentalmente por señores provinciales que eran dueños de castillos y por la antigua aristocracia de Silla. Koryo estaba regido por un Supremo Consejo de Estado, formado por aristócratas, quienes adoptaron el budismo como religión para alcanzar logros espirituales y felicidad personal, al tiempo que se apoyaron en los preceptos políticos y valores éticos del confucianismo.

En 1170 estalló un golpe de Estado y, aprovechando el caos subsecuente, el general Choe Chung-hon estableció un régimen militar desde 1197 hasta 1258. En el siglo XIII, Koryo fue repetidamente invadida por los mongoles, quienes pasaron a tener gran influencia en la corte. En el año 1392, el maestro confuciano Yi Song-gye derribó a la tambaleante dinastía y fundó la Dinastía Choson (también conocida como Dinastía Yi, por el nombre de su fundador), que duró hasta 1910. En 1394, Yi Song-gye fundó Seúl y la transformó en capital del reino.

Choson estaba dominado por una clase aristocrática hereditaria, llamada yangban, que se dedicó al estudio de las doctrinas neo-confucianas. Durante el Reino de Sejo, el séptimo monarca, emergió una estructura gubernamental orientada por la ideología yangban. El país fue dividido en ocho provincias y el gobierno central designó a todas las cabezas administrativas del estado; fueron codificadas las leyes, y la alta administración estuvo a cargo del Consejo de Estado. Durante el siglo XV, muchos maestros fueron reclutados para servir al gobierno. Estos criticaron la burocracia y recomendaron medidas drásticas para que pudieran cumplirse las ideas de Confucio. Sin embargo, estos maestros debieron abandonar la administración debido a fuertes presiones.

En 1597, Toyotomi Hideyoshi, líder militar japonés que acababa de reunificar su país, invadió Shohon con el pretexto de invadir China. La crisis nacional hizo que gente de todos los rangos, incluyendo monjes budistas, se alistaran para combatir al invasor. Luego de que en 1598, con ayuda de China, los coreanos forzaron la retirada de los agresores, la mayor parte de Shohon quedó en ruinas. Palacios, edificios públicos y hogares fueron quemados, múltiples tesoros nacionales fueron destruidos y multitud de artesanos y estudiosos fueron secuestrados y trasladados a Japón. A comienzos del siglo XVII, manchúes nómades invadieron Shohon, apoderándose de la parte norte del territorio, capturaron Seúl en 1636 y exigieron la rendición incondicional del rey. En 1640, los manchúes depusieron a la Dinastía Ming en China y establecieron la Ch'ing. El tributo que Corea pagaba a los Ming pasó a manos de los Ch'ing.

Durante la segunda mitad del siglo XVII y a lo largo del XVIII, la sociedad coreana sufrió grandes transformaciones. Se volvió popular el transplante de arroz y se mejoraron los sistemas de riego, se incrementó la producción agrícola y, con ello, el estándar de vida de los campesinos. El cultivo de tabaco y gingseng incentivó el comercio interno y externo. Se intensificó de este modo el contacto con mercaderes europeos y con sacerdotes católicos. Mientras, en Corea se producían radicales transformaciones ideológicas, dado que muchos maestros pasaban de la especulación teórica a pensar en asuntos de relevancia práctica. Esto dio nacimiento al silhak o enseñanza basada en el pragmatismo, que urgía al gobierno a realizar cambios. Además, una rama del silhak se dedicó al estudio de la lengua y la historia coreana y facilitó –junto con el desarrollo de un arte popular– el acceso del pueblo a los textos escritos. Para fines del siglo XVIII algunos maestros del silhak se habían convertido al catolicismo; luego, miembros de la aristocracia siguieron el mismo camino. Importantes sectores del pueblo, alentados por la esperanza de encontrar igualdad ante Dios después de la muerte, fueron seducidos por la nueva religión que se expandió rápidamente.

El declive de la Dinastía Yi estuvo marcado por factores económicos y religiosos, sumados a presiones del exterior. El yangban o nobleza se había apropiado de tierras públicas y no pagaba impuestos, lo que derivó en un aumento de la carga impositiva sobre los pobres, que no podían pagar y perdían sus tierras. A su vez, la incompatibilidad entre el cristianismo y el confucianismo llevó a que el Estado persiguiera al primero. Durante las persecuciones de 1801, 1839 y 1866, se forzó a los maestros conversos a morir o caer en apostasía, en tanto que los misioneros extranjeros fueron decapitados. Al mismo tiempo, Japón presionaba a Corea para que se abriera al comercio exterior y China aumentaba su injerencia en la península para contrarrestar la influencia japonesa. En 1860, el estudioso Choe-u fundó una religión popular, la tonhak (enseñanza oriental), que combinaba elementos del confucianismo, el cristianismo, el chamanismo y el budismo. Pronto esta nueva enseñanza, bajo la bandera de la resistencia a los extranjeros y a la corrupción, cobró multitud de adeptos entre el campesinado y, para 1893, se había transformado en un movimiento político. En mayo de 1893, los adeptos del tonhak tomaron la ciudad de Chonju, en el suroeste y las dos potencias interventoras, China y Japón, enviaron tropas para dispersarlos.

Para justificar su presencia militar en la península, Japón propuso a China llevar adelante una reforma conjunta en Corea, pero la negativa china llevó a la confrontación armada. Japón, alentado por haber vencido a China en 1895, ocupó Corea en 1905, y en 1910 la anexó a sus territorios, poniendo fin a la Dinastía Yi.

Durante la ocupación japonesa, Corea fue usada como proveedora de alimentos y fuente de mano de obra barata. Los terratenientes y dueños de fábricas japoneses se instalaron en Corea y crearon una infraestructura que les facilitó la extracción de la riqueza. En los años 30, la zona septentrional de la península se desarrolló industrialmente para suministrar materiales de guerra a los japoneses que se estaban extendiendo por el continente.

Con la derrota del Japón, Corea quedó ocupada, al norte del paralelo 38º, por tropas soviéticas, y al sur por fuerzas estadounidenses. Las esperanzas coreanas de una nación unificada e independiente parecían estar a punto de concretarse, pero una compleja lucha de intereses entre las dos potencias lo impidió. La Unión Soviética mantuvo su influencia y no permitió que se realizaran elecciones generales en la península. En el sur, bajo la supervisión de una Comisión Temporaria de las Naciones Unidas, se dieron elecciones en mayo de 1948 y Syngman Rhee fue electo primer presidente de la República de Corea, cuya capital quedó establecida en Seúl. Entre tanto la Suprema Asamblea del Pueblo de Corea del Norte redactó una nueva Constitución, que fue adoptada en agosto de 1948. Kim Il-sung fue designado primer ministro y el 9 de setiembre, con capital en Pyongyang, fue proclamada la República Popular de Corea.

El 12 de octubre, la Unión Soviética reconoció a este Estado como el único gobierno legal de Corea. En diciembre, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció la soberanía exclusiva de la sureña República de Corea. La mayor parte de las tropas extranjeras abandonaron ambos países al año siguiente. Las tropas estadounidenses permanecieron en el sur bajo la bandera de las Naciones Unidas, dominada entonces por Estados Unidos.

En junio de 1950, Corea del Norte lanzó una ofensiva contra Corea del Sur. Las Naciones Unidas convocaron a todos sus miembros para detener la invasión, y el entonces presidente estadounidense Truman ordenó a su ejército que asistiera a Corea del Sur sin pedirle al Congreso que declarara la guerra.

Truman prescindió asimismo del permiso de la ONU para enviar una flota al estrecho de Formosa para proteger uno de los flancos estadounidenses y asistir, también, al régimen chino anticomunista de Chiang Kai-Shek. La desastrosa situación militar de los surcoreanos fue salvada finalmente por el general Douglas Mac Arthur, que desembarcó a unos 160 km. al sur del paralelo 38° y logró dividir y derrotar a las tropas norcoreanas. China, preocupada por los avances aliados, advirtió que la presencia de Estados Unidos en Corea del Norte la obligaría a entrar en guerra. Mac Arthur hizo caso omiso a la advertencia, y lanzó en noviembre la ofensiva llamada Home by Christmas (Navidad en Casa).

China envió a 180.000 combatientes a Corea y, a mediados de diciembre, empujaron a los estadounidenses al sur del paralelo 38°. El 31 de diciembre de 1951 lanzó una segunda ofensiva contra Corea del Sur y luego se estabilizaron las posiciones alrededor de la antigua frontera.

Tras divergencias políticas y estratégicas Mac Arthur fue destituido por Truman (el general había trazado planes para lanzar armas nucleares en ciudades de China y librar una batalla contra ese país).

En 1953 se firmó un armisticio y Corea quedó oficialmente separada en dos partes a lo largo del paralelo a 38°. El conflicto duró 17 meses y costó aproximadamente 4 millones de vidas.

El 8 de agosto de 1990, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó por unanimidad la admisión de las dos Coreas como miembros 160 y 161. El 13 de diciembre de 1991, los Primeros Ministros Yon Kyon Muk (Corea del Norte) y Chong Won Shik (Corea del Sur), firmaron un «Acuerdo de reconciliación, no agresión, intercambio y cooperación», considerado como un paso importante hacia una futura reunificación.

A fines de 2002, Corea del Norte reinició sus actividades nucleares y, en enero de 2003, se retiró del Tratado de No Proliferación Nuclear. Esto creó un clima tenso en las relaciones de Corea del Norte con Estados Unidos, cuyo gobierno incluyó en el «eje del mal» a Pyongyang. El gobierno surcoreano se ofreció como mediador entre las dos naciones, opción que fue aceptada por Corea del Norte.

En febrero de 2004, se llevó a cabo en Beijing la segunda ronda de negociaciones entre China, Estados Unidos, Rusia, Japón y las dos Coreas; en las mismas Pyongyang manifestó la intención de terminar con su programa de proliferación nuclear, siempre y cuando se le otorgaran garantías de que Washington no tomaría represalias.