El Reino de Koguryo del siglo VII d.C., equivalente a la actual Corea del Norte, tuvo una forma particular de tratar con los enemigos externos: evitó la confrontación directa y mantuvo la capacidad militar dentro de las ciudades (véase historia de Corea).

La región fue invadida por distintos pueblos, incluyendo a los japoneses (1592-1598) y los manchúes (1627-1636). Japón se anexó la región en 1910, y la ocupó hasta el término de la Segunda Guerra Mundial. Terminado el conflicto mundial, la URSS ocupó Corea desde el paralelo 38 al norte al tiempo que Estados Unidos se posicionó en la parte sur.

Desde que el 3 de setiembre de 1948 se proclamó en Pyongyang la República Popular de Corea y Kim Il Sung, líder del Partido de los Trabajadores Coreanos (PTC), fue elegido primer ministro, Corea del Norte mantuvo una estrategia similar al reino. Limitó el contacto con el exterior y dedicó plenos esfuerzos al aumento de su fuerza militar. Pese a su proximidad geográfica con la República Popular China, procuró ser neutral en el conflicto chino-soviético.

El PTC mantuvo el poder durante cinco décadas. La filosofía del partido, llamada Zuche, combinó la confianza en las fuerzas propias, el nacionalismo y el control centralizado de la economía.

Con el régimen socialista, la reforma agraria colectivizó una parte de la agricultura. La industrialización comenzó durante la ocupación japonesa, que montó en el norte importantes plantas textiles, químicas e hidroeléctricas.

Con el país arrasado tras la guerra (1950-1953), se comenzó la reconstrucción (véase historia de Corea). Cuando cayó el régimen sur-coreano de Syngman Rhee (1960), Corea del Norte intentó un acercamiento, interrumpido por el ascenso de los militares en Seúl.

La economía del país se rigió por el sistema socialista con planificación central, con el 90% de la industria en poder del Estado y el resto organizado en cooperativas.

Entre 1954 y 1961, Corea del Norte firmó tratados de asistencia militar con China y la URSS. En 1972, la nueva Constitución convirtió a Kim Il Sung en Presidente y Primer Ministro.

Kim Jong Il, hijo de Kim Il Sung, fue nombrado Jefe de gobierno en 1980. En 1984, Corea del Norte asistió a las víctimas de las inundaciones en Corea del Sur. Ese año se autorizaron las empresas mixtas en los sectores de la construcción, tecnología y turismo.

En 1988, se comenzó una «rectificación ideológica», contraria al proceso de apertura inaugurado por Mijail Gorbachov en la URSS.

Internacionalmente aislado, dependiente de la exportación petrolera y atado financieramente a Japón, el país recibía aportes de mercaderías y dinero por valor de 1.000 millones de dólares al año, enviados desde Japón por 200 mil de los 700 mil exiliados.

La muerte de Kim Il Sung a los 82 años, en julio de 1994, complicó el diálogo con Estados Unidos y aplazó de la cumbre prevista entre las dos Coreas. Kim Jong Il sucedió a su padre, pero su menor peso político propició la lucha por el poder en la cúpula dirigente.

En 1995, importantes inundaciones afectaron a unos 5 millones de personas; ante la pérdida de casi 2 millones de toneladas de cultivos el gobierno solicitó ayuda al exterior. Japón aportó 300 mil toneladas de arroz y Corea del Sur 150 mil.

En octubre de 1997, Kim Jong Il, que gobernó de facto tras la muerte de su padre, fue designado oficialmente a la cabeza del Partido de los Trabajadores. Sin embargo, debido a rivalidades internas, no logró ser nombrado presidente del país.

En 1998, se estimó que desde 1995 habían muerto unas 100 mil personas de hambre, frío y falta de atención médica. La ración individual de arroz era de sólo 100 gramos diarios.

En junio de 2000 se celebró en Pyongyang una histórica cumbre entre las dos Coreas. Kim Dae-jung, presidente surcoreano, se reunió con Kim Jong II para discutir temas de seguridad. Ambos mandatarios firmaron un acuerdo para trabajar conjuntamente hacia la reunificación de la península de Corea.

En mayo de 2001, una delegación de la UE, encabezada por el primer ministro sueco Goran Persson, visitó el país para ayudar en el proceso de relacionamiento entre las dos Coreas.

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, acusó a Corea del Norte, en enero de 2002, de integrar, junto con Irán e Irak, un «eje del mal» dedicado al terrorismo. Pyongyang calificó las expresiones como una virtual declaración de guerra. Ante maniobras militares conjuntas de Corea del Sur y Estados Unidos, en marzo de 2002 el gobierno norcoreano amenazó con romper el acuerdo vigente desde 1994, por el cual Pyongyang había aceptado abandonar su programa nuclear a cambio de asistencia de Estados Unidos con combustibles y para construir centrales nucleares de energía.

En abril de 2003, delegaciones de Corea del Norte, EE.UU. y China comenzaron en Beijing las primeras conversaciones sobre la crisis nuclear. En octubre, el gobierno anunció que había finalizado el reprocesamiento de 8.000 varillas de combustible nuclear, obteniendo material suficiente para 8 bombas.

Cinco jóvenes nacidos en Corea del Norte, hijos de japoneses secuestrados por agentes de Pyongyang un cuarto de siglo atrás, arribaron a Tokio en mayo de 2004. Hasta dos años antes, los muchachos ignoraban su origen, y habían crecido y sido educados bajo el régimen norcoreano. En 2002, Kim Jong II había pedido disculpas al primer ministro japonés Junichiro Koizumi, de visita en el país, por los secuestros de ciudadanos japoneses en las décadas de 1980 y 1990. Japón había proporcionado a Corea del Norte 250.000 toneladas de arroz y 10 millones de dólares en asistencia médica, que fueron percibidas como un rescate por la liberación de los «secuestrados».

Los niveles de desnutrición de Corea del Norte seguían entre los más altos del mundo. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA) había estado alimentando hasta seis millones de los norcoreanos más pobres y vulnerables, vigilando que los suministros llegaran a destino. Al mismo tiempo, China y Corea del Sur le entregaban granos a Corea del Norte, sin control alguno. En setiembre de 2005, Pyongyang pidió a la ONU que concluyera la asistencia antes de fin de ese año. El vicecanciller norcoreano, Choe Su-Hon, acusó a Estados Unidos de tratar de politizar la ayuda alimentaria al vincularla con los Derechos Humanos. El PMA advirtió que millones de norcoreanos quedarían a merced del hambre.

Según la mayoría de los analistas, los diálogos multilaterales eran el mejor medio para tratar de resolver la crisis suscitada por las ambiciones nucleares del país. En noviembre de 2005 concluía sin mayor éxito la quinta ronda multilateral de negociaciones de Pyongyang con Rusia, Corea del Sur, EE.UU.,China y Japón, con una declaración que sólo reafirmaba el compromiso de las partes de implementar un acuerdo preliminar bosquejado en la ronda anterior de setiembre.

Tras seis meses de negociaciones, en mayo de 2006 Pyongyang dio marcha atrás y permitió nuevos embarques de ayuda alimentaria internacional.

En julio, Corea del Norte probó siete misiles, incluyendo un Taepodong 2, un arma de largo alcance que según se cree podría llegar hasta Alaska. La comunidad internacional reaccionó dividida. Japón presentó ante el Consejo de Seguridad de la ONU un proyecto de resolución –respaldado por EE.UU, Gran Bretaña, Francia y otros cinco miembros– que calificaba a Corea del Norte de «amenaza a la paz y seguridad mundiales» e invocaba el Capítulo siete de la Carta de la ONU. Las resoluciones adoptadas en base al Capítulo siete pueden conducir a sanciones internacionales o incluso acciones militares. China y Rusia amenazaron con vetar el proyecto e insistieron en la necesidad de buscar una solución diplomática.

Las fuertes lluvias caídas ese mes sobre la región central del país provocaron graves inundaciones. Las mismas dejaron cerca de 10 mil muertos y desaparecidos, así como unas 60 mil personas desplazadas, al tiempo que acarrearon la pérdida de 100 mil toneladas de alimento, lo que afectaba severamente a la población más necesitada del país.

Tras cuatro años de negociaciones, en junio de 2007, Pyongyang acordó cerrar su reactor nuclear en Yongbyon a cambio de ayuda internacional. La medida fue catalogada como un gran paso por el Consejo de Seguridad e ONU; continuaban entretanto las negociaciones para definir los pasos a seguir en la desactivación del programa nuclear. Un mes más tarde llegó el primer envío de petróleo desde Corea del Sur, 6.200 toneladas, adelanto del millón que fueran prometidas.