La actual Rumania incluye a la antigua provincia romana Dacia, en los Cárpatos –cuyo nombre remite a los dacios o getas, pobladores del lugar vendidos como esclavos en Atenas en el siglo IV a.C.– y la Transilvania, un poco más al noreste del territorio.

En el siglo I a.C. los dacios constituyeron un poderoso reino que, aliado con otras tribus, resistió duramente a los romanos, hasta el año 106 d.C. cuando fueron aniquilados y expulsados hacia el norte.

La provincia fue primero un consulado y luego se subdividió en Dacia Superior y Dacia Inferior. El emperador Aurelio abandonó la región alrededor del año 270, pero la influencia de la cultura y la lengua romanas subsiste hasta hoy.

Entre los siglos III y XII, la región fue invadida por germanos, eslavos y ávaros entre otros. La dominación búlgara duró unos dos siglos, alcanzó cierta organización social e introdujo el cristianismo en su versión occidental. A fines del siglo IX los búlgaros fueron expulsados por los magiares.

Transilvania fue conquistada por Hungría en el siglo XI, pero la invasión tártaro-mongola de 1241 borró las huellas de los primeros pueblos que habitaron la región. La etnia vlach de Transilvania reapareció en el siglo XIII al sur de los Cárpatos, en Valaquia y Moldavia.

El Estado de Valaquia fue creado en el año 1290, cuando un príncipe de Fagaras y sus seguidores cruzaron las montañas y se establecieron en Cimpulung, trasladándose después hacia Curtea de Arges. La emigración hacia el sur fue atribuida a la llegada de tribus germanas y a la consolidación del poder feudal húngaro en Transilvania.

El nuevo principado luchó por la independencia de Hungría hasta el reinado de Mircea el Viejo (1386-1418), cuando la preocupación se volvió hacia el Imperio Otomano.

En 1389, tras derrotar a los serbios en Kosovo, el Imperio Otomano comenzó la presión sobre Valaquia, que aumentó en 1393 con la caída de Bulgaria. El principado capituló ante el sultán Mehmed I, en 1417, aunque la dinastía de Mircea, el territorio y su religión cristiana perduraron.

La muerte del príncipe Mircea, en 1418, inició un período de inestabilidad. Los príncipes se sucedieron por breves períodos, hasta que los turcos comenzaron a gobernar a través de príncipes designados por el sultán. Después de la Batalla de Mohacs, en 1526, los turcos administraron la región a través de un gobernador imperial.

En 1594, el príncipe Miguel, aliado con Moldavia, efectuó una masacre de los ocupantes y, con el apoyo de Transilvania, invadió territorio turco. Ante el fracaso de sus contraofensivas militares, el sultán debió reconocer la soberanía de Valaquia, que quedó entonces vinculada a Hungría.

En el año 1600, Miguel conquistó Moldavia y se proclamó príncipe. Rudolf II reconoció los títulos de Miguel, aunque trató después de quitarle Transilvania y Moldavia.

En los siglos XVII y XVIII, Valaquia y Moldavia cayeron otra vez bajo el dominio turco, administrado por los griegos en ciertos períodos, hasta que Rusia ocupó la región en 1769. Austria obligó a devolver los principados al sultán en 1774, aunque en términos menos dependientes.

Rusia invadió la región en 1806 pero, por la Paz de Bucarest, de 1812, sólo retuvo el sureste de Moldavia, Besarabia.

Otra guerra ruso-turca se desató en 1828. El año siguiente, la Paz de Adrianópolis mantuvo a los principados como tributarios del sultán, pero bajo la ocupación de Rusia. Las tropas rusas se mantuvieron en la región y los príncipes empezaron a ser vitalicios.

La nobleza local elaboró el Reglamento Orgánico, que fue promulgado en Valaquia en 1831 y en Moldavia en 1832. Tras la aprobación del sultán, en 1834, Rusia se retiró.

En la crisis europea de 1848, el sentimiento nacionalista de Moldavia y Valaquia fue estimulado por las rebeliones campesinas de la región. Su punto culminante fueron las protestas de Blaj, en mayo de ese año, aplastadas luego por tropas turco-rusas, que reinstauraron el Reglamento Orgánico.

Las tropas rusas extendieron su presencia tres años más. En la Guerra de Crimea, la región fue ocupada alternadamente por tropas rusas y austríacas. El Tratado de París (1856) mantuvo el viejo estatuto de los principados, hasta la revisión de 1857.

Los delegados locales propusieron la autonomía de los principados, con el nombre de Rumania, la elección de un rey extranjero con poder hereditario y la neutralidad del país. Pese a la oposición del sultán, la Convención de París creó una comisión unificadora, en agosto de 1858.

En 1859, los principados eligieron al mismo monarca, Alexandru Ion Cuza, reconocido por las potencias y el sultán en 1861. La Constitución de 1863 instauró un poder legislativo bicameral y el voto universal, reservando a los propietarios un peso electoral mayor.

Al reanudarse la Guerra Ruso-Turca, en 1877, Rusia rechazó la alianza con Rumania y amenazó con ocupar su territorio. Rumania autorizó el pasaje de las tropas rusas en abril y declaró la guerra a Turquía en mayo. Los rumanos contribuyeron a la victoria rusa, pero no fueron admitidos en las posteriores conferencias de paz.

El Tratado de Berlín, de 1878, respetó la independencia de Rumania, pero no le devolvió Besarabia y le dio a cambio Dobruja, una pequeña región en el delta del Danubio. El gobierno reafirmó su fidelidad a la corona rumana.

Al estallar la Guerra de los Balcanes, en 1912, había tensión latente por litigios territoriales entre Rumania y sus vecinos. Tras las primeras batallas, Bucarest reclamó una rectificación de sus fronteras en Dobruja. La Conferencia de San Petersburgo, en 1913, le cedió Silistra, contrariando a Bulgaria.

En la segunda Guerra de los Balcanes, Rumania aprovechó para ganar posiciones. El Tratado de Bucarest le cedió el sur de Dobruja. Al inicio de la Primera Guerra Mundial Rumania vaciló entre Besarabia y Transilvania, pero optó por la segunda.

En 1916, Rumania se alió con Gran Bretaña, Francia, Rusia e Italia, y le declaró la guerra a Austria y Hungría. Ocupada Bucarest, el rey Ferdinando, el gobierno y el ejército rumanos se refugiaron en Moldavia, protegidos por el zar. La derrota de las potencias centrales le permitió a Rumania reunir Transilvania, Besarabia, Bukovina y Banato. El rey adoptó ese año el voto obligatorio y secreto para los hombres mayores de 21 años.

La agitación social y el temor de los terratenientes por el planteo de expropiación de tierras llevaron al gobernante general Averescu, héroe de dos guerras, a tomar severas medidas. La huelga general de 1920 fue aplastada y el Partido Comunista ilegalizado en 1924.

En las elecciones de 1928, el Partido Nacional Campesino (PCN) obtuvo 349 bancas en un total de 387. El gobierno abolió la ley marcial y la censura de prensa, descentralizó la administración (una aspiración de las minorías étnicas) y liberó la venta de tierras y el ingreso de capital extranjero.

El Consejo de Regencia formado al morir Ferdinando fue sustituido, tras un acuerdo de los partidos mayoritarios en 1930, por el rey Carol, que se apoyó en el surgimiento de la Guardia de Hierro, un grupo moldavo fascista, para debilitar a los viejos partidos.

Mediante un plebiscito fraudulento, Carol promulgó en 1938 una nueva Constitución, corporativista, y se aproximó a Alemania. En noviembre se reunió con Hitler y al volver, el principal líder y 13 dirigentes de la Guardia de Hierro fueron asesinados y el rey fundó su propio partido: el Frente del Renacimiento Nacional (FRN).

Carol aseguró a las otras potencias que actuaba forzado por Hitler y tuvo la garantía franco-británica sobre la integridad del país. Cuando la invasión de Polonia, en 1939, Rumania no sólo se había liberado del acuerdo de defensa mutua firmado con Varsovia, sino que además detuvo a las autoridades polacas cuando huían a través de su territorio.

Entre junio y agosto de 1940, Rumania tuvo que entregar Besarabia y Bukovina a la URSS, Transilvania a Hungría y Dobruja a Bulgaria. La desastrosa política exterior de Carol lo obligó a abdicar en setiembre, dejando el trono a su hijo Miguel y el gobierno al general Antonescu. Rumania fue ocupada por una división alemana y declarada estado nacional legionario.

Las tropas rumanas cooperaron en la fracasada ofensiva alemana contra la URSS pero, ante la contraofensiva del Ejército Rojo, Bucarest cambió bruscamente de lado. En marzo de 1944, los partidos Campesino, Liberal, Socialdemócrata y Comunista crearon el Bloque Nacional y, en agosto, el rey Miguel desplazó a Antonescu y declaró la guerra a Alemania.

En setiembre Rumania firmó la paz en Moscú con la mayor parte de su territorio ocupado por tropas soviéticas desde fines de agosto. En la Conferencia de Potsdam, los aliados decidieron reanudar las relaciones con Rumania desde que su gobierno fuese reconocido y democrático. La URSS dio su reconocimiento de inmediato. Estados Unidos e Inglaterra se mantuvieron expectantes. El gobierno detuvo, procesó y condenó a líderes y miembros de los partidos Socialdemócrata y Nacional Campesino. En 1947, el rey Miguel fue obligado a abdicar.

En 1948, los comunistas y algunos socialdemócratas formaron el Partido de los Trabajadores Rumanos (PTR), que con el Frente de los Labradores y la Unión de los Pueblos Húngaros constituyeron el Frente Democrático Popular (FDP). En las elecciones de marzo de ese año, el FDP se adjudicó 405 de las 414 bancas de la Asamblea Nacional. En abril, el parlamento proclamó la República Popular de Rumania y adoptó una Constitución socialista.

Entre 1948 y 1949, Bucarest firmó tratados de amistad y cooperación con el bloque socialista y se integró al Consejo de Asistencia Económica Mutua (CAME). En 1955, Rumania se incorporó al Pacto de Varsovia, pero en 1963 comenzó a distanciarse de la diplomacia soviética.

En 1951 se puso en marcha el primer Plan Quinquenal para la industrialización socialista (acero, carbón, petróleo). En 1952 se inició la consolidación del régimen bajo el presidente Groza y el primer ministro Gheorghiu-Dej (desde 1961 jefe de Estado).

En 1962 se abandonó la política de colectivización de la tierra y se comerció con países occidentales (EE.UU, Francia, Alemania).

En 1965, al morir Gheorghiu-Dej, Nicolae Ceausescu fue elegido primer secretario del PTR. En julio, el PTR pasó a denominarse Partido Comunista de Rumania (PCR) y decidió reformar la Constitución. El Parlamento declaró ese año la República Socialista de Rumania y, en 1967, Ceausescu fue elegido también presidente del Consejo de Estado.

Rumania entabló relaciones con Alemania occidental y, a diferencia de los demás países del Pacto de Varsovia, no rompió con Israel en 1967 ni intervino en Checoeslovaquia en 1968.

En la década de 1970 y comienzos de la de 1980, Ceausescu fue reelegido varias veces presidente del país.

A partir de 1987, las difíciles condiciones de vida y de trabajo se tradujeron en marchas y huelgas obreras, reprimidas por las fuerzas de seguridad. En 1988 y 1989 estallaron diversos escándalos en la administración, que llevaron a la destitución y el juicio de ministros y jerarcas del gobierno.

Con el inicio de la perestroika en la URSS y la crisis del bloque socialista europeo, el desprestigio de Ceausescu en el exterior fue en aumento. A fines de 1989, en Timisoara, choques entre civiles y el ejército provocaron decenas de muertos. El gobierno implantó el estado de emergencia, pero un sector dentro del régimen, apoyado en la rebeldía popular, dio un golpe de Estado. Acusados de genocidio, corrupción y destrucción de la economía, Ceausescu y su esposa fueron ejecutados en secreto por tropas del Ejército. Un Frente de Salvación Nacional (FSN) asumió el poder.

Los dirigentes del FSN fueron puestos en tela de juicio y la resistencia al nuevo gobierno derivó en violentos choques callejeros. En las elecciones de mayo de 1990, el FSN se adjudicó 85% de los votos, pero los observadores internacionales confirmaron las denuncias del fraude.

En setiembre de 1991, el primer ministro Petre Roman y todo su gabinete renunciaron a sus cargos, instados por miles de mineros que marcharon hacia Bucarest para manifestar en contra de la política de privatizaciones. Los manifestantes fueron reprimidos durante los tres días que duró su movilización en la capital y se estima que hubo al menos tres muertos y más de cien heridos.

En 1991, 77% del electorado del país aprobó una nueva Constitución que transformó a Rumania en un régimen presidencialista y multipartidista. Sin embargo, en la región de Transilvania, donde la mayoría de la población es de origen húngaro, la Constitución recibió un escaso apoyo.

A comienzos de los 1990, el gobierno sufría cada vez más críticas de los organismos financieros internacionales y de países occidentales por su lentitud en la aplicación de reformas económicas liberales. El 30% de la tierra aún pertenecía al Estado en 1994. Finalmente, en junio de 1992, tras dos años de gestación, Bucarest aprobó la ley de privatización de empresas comerciales.

Tras años de tratativas, Bucarest y Budapest firmaron en setiembre de 1996 un tratado relativo a los 1,6 millones de húngaros residentes en Rumania. Hungría debió abandonar su reclamo de autonomía para los húngaros de Transilvania. Si bien con la derrota de Iliescu en las elecciones de noviembre las tendencias ultranacionalistas disminuyeron (Hungría abrió incluso un consulado en Cluj, capital de Transilvania), las dificultades resurgieron cuando el senado rumano votó contra un proyecto de enseñanza universitaria para las minorías.

El nuevo gobierno de Emil Constantinescu, presidente electo en noviembre de 1996 por la Convención Democrática, anunció que haría frente a la corrupción y al crimen organizado. El premier Victor Ciorbea implementó un programa económico y de ajuste estructural inspirado en las sugerencias del FMI: saneamiento de las finanzas públicas, extensión de las privatizaciones y descentralización de la administración. Las fricciones permanentes entre los partidos coaligados en el gobierno trabaron la marcha de la reforma.

Tras desacuerdos entre los miembros de la coalición de gobierno y el creciente descontento de la población, Ciorbea renunció en marzo de 1998. Su lugar fue ocupado por Radu Vasile, que se propuso acelerar la privatización de las empresas y bienes del Estado, eliminar la corrupción y reducir la burocracia.

La nueva coalición de gobierno no logró estabilidad económica ni política. Daniel Daianu, ministro de Economía, presentó su renuncia.

En diciembre de 1999 una huelga minera y desavenencias en el interior de la coalición llevaron a la caída del gabinete. Vasile se vio obligado a renunciar el 14 de diciembre. Su lugar fue ocupado interinamente por Alexandru Athanasiu y finalmente por Mugur Isarescu.

Varias decenas de miles de litros de cianuro derramados en el río Somes, un afluente del Tisza y el Danubio, provocaron en enero de 2000 la muerte de fauna y flora a lo largo de cientos de kilómetros de esas vías fluviales. El accidente ocurrió en la mina aurífera Aurul, cerca de Baia Maresobre. La contaminación afectó los suministros de agua potable de Hungría, Ucrania, Yugoslavia y Bulgaria.

Prometiendo acelerar las reformas que ayudaran al país a ingresar a la UE, Iliescu venció al ultranacionalista y xenófobo Corneliu Vadim Tudor, del Partido para la Gran Rumania, en las elecciones presidenciales de diciembre de ese año. Adrian Nastase, también socialdemócrata, fue nombrado primer ministro.

En enero de 2001, casi un cuarto de millón de edificios y propiedades estatales que habían sido nacionalizados durante el régimen comunista fueron incluidos en una lista que una «ley de reintegro» aprobó en el parlamento.

El casamiento de la hija de un rey gitano de la etnia roma (de menos de 14 años y contra su voluntad) anulado cuatro días después de realizarse por un gobierno sensible a las presiones de la UE, abrió en octubre de 2003 un debate sobre los límites del respeto a las tradiciones culturales y el respeto a los derechos humanos.

En 2003, mientras la organización Transparencia Internacional situaba a Rumania entre los tres países más corruptos de Europa (los ciudadanos se quejaban, por ejemplo, de tener que sobornar a los médicos y enfermeros en los hospitales para que operasen a sus familiares) tres ministros renunciaban en octubre: el de Salud había sido expulsado de la universidad donde enseñaba por plagiar manuales de medicina; la ministra de Integración Europea estaba acusada de desviar fondos de la UE a negocios de su familia y un tercero, ministro sin cartera, renunció porque varios de sus subordinados habrían aceptado sobornos.

Ese año se sucedieron huelgas de trabajadores de ferrocarriles y de mineros en protesta por el cese de 20 mil puestos de trabajo.

Rumania se convirtió en marzo de 2004, junto a Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Lituania, Letonia y Estonia, en miembro de la OTAN. Su posición estratégica y sus bases navales y aéreas en el Mar Negro, además de su apoyo a EE.UU. en la Guerra de Irak, hacían al país atractivo para la alianza.

En octubre, Iliescu admitió la complicidad que, durante la Segunda Guerra Mundial, tuviera Rumania con el holocausto nazi, cuando cientos de miles de judíos y rumanos encontraron su muerte en Alemania.

En la segunda vuelta electoral de diciembre de 2004 Traian Basescu resultó electo presidente con el 51,2% de los votos. Adrian Nastase obtuvo el 48,8% de los sufragios. El dirigente opositor y ex alcalde de Bucarest, Basescu, fue declarado ganador luego de una reñida segunda vuelta electoral. Nastase reconoció su derrota poco antes de conocidos los resultados oficiales. Basescu llevaría adelante una apretada agenda de reformas que estaban pendientes para conducir al país hacia su objetivo de ingresar en la UE en 2007.

En abril de 2005, Rumania firmó su tratado de ingreso con la UE. La mayoría de la población consideraba, según encuestas, que los beneficios derivados del ingreso superarían las desventajas. Entre estas últimas debía contarse un notorio incremento en la tarifa de algunos servicios, el retiro de subsidios estatales para sectores de los menos redituables y mayor desempleo.

El primer ministro Calin Popescu-Tariceanu anunció en junio de 2005 su renuncia al gabinete, pero revirtió su decisión aduciendo que prefería buscar un voto de confianza parlamentario, que consiguió a fines de ese mes cuando expiró el plazo de tres días para que la cámara aprobara una moción de retiro de confianza.

En Bucarest, a fines de 2005, el canciller rumano, Mihai Razvan Ungureanu, y la secretaria de Estado de Estados Unidos, Condoleezza Rice, firmaron un acuerdo para el establecimiento de bases militares estadounidenses en Rumania.

En mayo de 2006 la Comisión Europea condicionó a mayores reformas, sobre todo en el terreno judicial y en la lucha contra la corrupción, el ingreso de Rumania a la UE el 1 de enero de 2007.

Unos 60 años después de haber sido expropiado por los comunistas, el gobierno rumano devolvió uno de los castillos turísticos más populares del país, el Castillo Bran, supuesta residencia del fabuloso conde Drácula, a su antiguo dueño, en junio de 2006, a condición de que ese museo quedase abierto al público al menos en los tres siguientes años.

Por propuesta del opositor Partido Socialdemócrata, en abril de 2007 el parlamento suspendió al presidente Basescu, acusándolo de haber participado en dudosos y multimillonarios acuerdos energéticos.

En mayo el referéndum que debía ratificar o rectificar la medida parlamentaria devolvió el apoyo a Basescu, quien volvió al cargo.