Swazilandia nació como Estado por la fusión de grupos de muy distinto origen, en el siglo XIX. Ante la expansión zulú, Sobhuza, jefe del Clan Dlamini, reunió los restos de las tribus (incluyendo desertores zulúes y los remanentes regionales de los bosquimanos) y se hizo fuerte en el nordeste de la actual provincia sudafricana de Natal. Al morir, poco después de la derrota zulú por los boers (1839), su hijo M'swazi asumió la tarea de mantener la unidad frente a la amenaza afrikaaner. En casi treinta años de resistencia, el pueblo adoptó el nombre de su rey quien (poco antes de morir), debió pedir ayuda a Londres para evitar la derrota.

En 1867, Swazilandia fue convertida en protectorado británico, junto a Basutolandia (Lesotho) y Bechuanalandia (Botswana). Cuando Londres derrotó a los boers, impuso sobre toda Sudáfrica una administración colonial separada para cada país. Las autoridades tribales swazis fueron reconocidas en 1941, según el criterio británico de usar intermediarios nativos en la administración.

Cuando la Unión Sudafricana cortó, en 1961, sus lazos con Gran Bretaña, y se endureció la segregación racial, Londres aceleró la descolonización en la región. Swazilandia obtuvo autonomía interna en 1967 y, al año siguiente, su independencia formal. Sobhuza II fue reconocido jefe de Estado, y gobernó con dos cámaras legislativas. En abril de 1973 el rey disolvió el Parlamento, suspendió la Constitución heredada de los británicos, prohibió los partidos políticos, se proclamó monarca absoluto y anunció un estado de emergencia que nunca fue derogado.

En 1978 se creó el Movimiento de Liberación Swazi (SWALIMO), liderado por Ambrose Swane. El fortalecimiento de la oposición determinó un aumento de efectivos en el ejército, que pasaron de mil en 1975 a más de cinco mil en 1979.

El crecimiento de la oposición fue, entre otros factores, una consecuencia del ejemplo del régimen socialista en Mozambique y determinó que Swazilandia fortaleciera las relaciones militares con Sudáfrica e Israel. Sobhuza II fue uno de los tres gobernantes africanos que nunca rompió relaciones diplomáticas con Tel Aviv.

La Constitución fue reformada y reimplantada en 1978, sin ser refrendada por la ciudadanía. Siguiendo las normas tribales, la aprobación consistió en una consulta a los jefes de los 40 clanes, 15 días antes de su entrada en vigor. Se prohibieron los partidos de oposición, y se instauró un débil Parlamento.

Desde 1980, la economía de Swazilandia comenzó a sufrir los efectos de la recesión mundial. Aumentó el precio de los productos importados y cayó el del maíz, el azúcar y la madera. La exportación de minerales disminuyó del 40% al 10% del total de exportaciones, debido al agotamiento de los yacimientos de hierro. En 1980 se descubrieron varios yacimientos de carbón, pero fueron escasamente explotados por falta de medios.

En agosto de 1982 murió Sobhuza II. El príncipe heredero, Makhosetive, tenía 15 años, lo que generó una lucha por el poder en la familia real y la caída del primer ministro Mabandla Dlamini. Lo sustituyó Bhekimpi Dlamini (de tendencia conservadora y pro sudafricana), que comenzó la persecución de los refugiados sudafricanos.

En agosto de 1983, una de las viudas de Sobhuza, la señora Ntombi, derrocó a la reina Dzellue, y asumió el trono, lo que fortaleció el grupo conservador. Dos meses después, los ciudadanos votaron un nuevo Parlamento, según un complicado sistema indirecto, que elige a los representantes administrativos.

La represión se agudizó en 1984, cuando militantes anti-apartheid fueron detenidos y entregados al gobierno de Pretoria.

En el segundo semestre de 1984, el gobierno cerró la Universidad. El autoritarismo de Dlamini provocó el resurgimiento del SWALIMO, conducido por Clement Dumisa Dlamini, un respetado líder nacionalista, ex-secretario general del Partido Progresista, exiliado en Inglaterra.

En abril de 1986, el príncipe Makhosetive fue coronado como rey Mswati III. Mantuvo la política conservadora de su predecesor y sustituyó al primer ministro Bhekimpi por Sotsha Dlamini.

En setiembre de 1987, el rey disolvió el Parlamento, y adelantó un año las elecciones, para noviembre. Los 40 miembros del Parlamento y los diez senadores fueron elegidos por un colegio electoral. Mswati impugnó la elección de los senadores y obligó a repetirlas.

Hacia fines de la década de 1980, la situación económica mejoró. La economía creció y las inversiones extranjeras continuaron.

Hubo creciente agitación civil a lo largo de 1990. En 1992, el PUDEMO con la adhesión del Frente Unido de Swazilandia, de Matsapa Shongue, y del Frente Nacional de Swazilandia, de Elmond Shongue, asumió la oposición oficial, forzando la creación de los Comités Reales de Discusión (que debían proponer las reformas políticas).

En 1992 y 1993, una larga sequía destruyó la cosecha de maíz y aumentó el desempleo.

Las primeras elecciones multipartidarias del país tuvieron lugar en 1993. El primer ministro Obed Dlamina no consiguió ganar un escaño en el Parlamento. En noviembre, Jameson Mbilini Dlamini asumió como premier.

Durante 1994 continuaron las protestas contra Mswati III. Tras el incendio, en febrero de 1995, de la sede del Parlamento (reivindicado por el Congreso de la Juventud de Swazilandia), 40.000 personas manifestaron en marzo, para apoyar un paro general de dos días.

A mediados de 1996, el monarca pidió el fin de la revuelta y reiteró su disposición a re-examinar la situación de los partidos políticos.

La situación no varió sustancialmente en 1997. En marzo, el rey desairó a la oposición al no enviar delegados a las conversaciones programadas. En julio, creó un comité de 30 miembros, y requirió que todas las iniciativas sobre la nueva Constitución fueran remitidas al mismo. La dilatación intensificó las protestas. Se ordenó a las fuerzas de seguridad disparar para enfrentar las manifestaciones. Los choques produjeron heridos y el arresto de varios líderes.

En octubre de 1997 estallaron nuevas huelgas en sectores estratégicos, como el del azúcar. Los sindicatos reclamaron la disolución de la comisión de revisión constitucional.

En octubre de 2000, el gobierno desalojó a 40 familias de sus tierras (que pasaron a un hermano del rey), lo que provocó manifestaciones que paralizaron el país por dos días, en reclamo de derechos cívicos y laborales.

Un decreto real de mediados de 2001 facultó a Mswati a prohibir cualquier publicación que no estuviera conforme con «la moralidad e ideales swazilis». De inmediato, se cerraron dos periódicos opositores.

En marzo de 2002 se realizó un pedido urgente de ayuda alimentaria para 200 mil personas (al borde de la muerte por inanición). La crisis emergió en momento en que los países sudafricanos padecían diversos males, como sequías, inundaciones, malos gobiernos y economías devastadas.

En octubre de 2003 se celebraron nuevas elecciones y el rey designó a Absalom Themba Dlamini como primer ministro. Debido a que estaba prohibida la participación de la mayoría de los partidos, los políticos opositores boicotearon la elección.

A comienzos de 2004, Mswati solicitó 15 millones de dólares para construir un palacio para cada una de sus once esposas; entretanto, el primer ministro anunció que el país enfrentaba una crisis humanitaria como consecuencia de las escasas lluvias de los tres años anteriores.

En junio de ese mismo año, la Comisión Europea aprobó una partida de dos millones de euros para Swazilandia y Lesotho, con el objetivo de ayudar a 100 mil víctimas de las sequías que habían afectado en los últimos años a ambos países. El estado de emergencia había sido declarado en febrero. La ayuda fue destinada a reparto de alimentos, esperando cubrir las necesidades básicas.

Swazilandia era, hasta fines de 2005, el país del mundo que más ayuda económica recibía. Su tasa de desempleo era cercana al 40% y 70% de la población vivía con menos de un dólar al día.

Una oleada de detenciones de activistas pro-democráticos y miembros de partidos políticos ilegales, acusados de poseer bombas y realizar atentados, que comenzó en diciembre de 2005 y se extendió hasta enero de 2006, llevó a que numerosos activistas huyeran del país por miedo a ser detenidos. Amnistía Internacional acusó al gobierno de realizar detenciones arbitrarias y de torturar a los detenidos para obligarlos a declararse culpables.

En abril de 2006, Mswati declaró que su país no estaba preparado para contar con partidos políticos y criticó a los gobiernos extranjeros por entrometerse en los asuntos internos de Swazilandia. Si bien el monarca había revocado un decreto real que prohibía la actividad política en el reino, declaró que la economía de la nación debía mejorar previo a que se permitiera la existencia de partidos.

Según la investigación global de libertad de prensa de Freedom House (FH), Swazilandia calificaba en 2006 dentro de los estados «No libres». Según FH, la protección para periodistas y trabajadores de la comunicación era prácticamente nula y en el país existían 32 leyes de medios de comunicación que coartaban la libertad de prensa; por ejemplo, la prohibición de que los periodistas publicaran información relativa a la familia real o que el gobierno considerase secreta.

El primer Estudio de Salud Demográfica de Swazilandia, publicado en julio de 2007, concluyó que el 26% de la población sexualmente activa padecía VIH/SIDA. Si bien fue una tasa menor a la estimada por el gobierno (38,6%), posicionó al país en el primer lugar a nivel mundial en cuanto a prevalencia de la enfermedad.