En el territorio de la actual Uganda, las ruinas de los grandes muros de barro del reino de Bigo evidencian restos de civilizaciones urbanas existentes en el siglo X de nuestra era

Son ruinas de amplios fuertes rodeados de muros de tierra, fosos y trincheras en torno a un gran espacio abierto, en cuyo centro una colina permite observar el territorio circundante. Las fortificaciones jalonan las líneas de penetración, desde el norte, de un pueblo pastoril de origen nilótico, los bacwezi, que hacia el siglo XIII sometieron a los bantúes de la región. El espacio fortificado, de unos 300 metros de diámetro, servía para proteger el ganado, su principal riqueza y símbolo de buena posición. Poco a poco, sin embargo, los conquistadores se mezclaron con la población local y terminaron por cambiar su nombre a bahimas y adoptaron la lengua bantú, aunque continuaron siendo nómades.

Entre los siglos XVII y XVIII, se formaron los reinos de Bunyoro, Buganda, Busoga y Ankole. Una disputa por la supremacía surgió entre bunyoro, apoyado por los traficantes swahilis, y buganda, vinculado a los shirazis de Zanzíbar. A principios del siglo XIX, bunyoro había sufrido la deserción de algunos aliados, que crearon el reino de Toro, liderados por la indisputable hegemonía de los buganda.

A mediados del siglo XIX, Buganda estaba gobernado por kabakas, reyes teóricamente absolutos, pero en la práctica limitados por el Lukiko, un consejo representativo de la alta nobleza. Buganda tenía un ejército permanente que garantizaba su autonomía en la región. Su sociedad, relativamente equilibrada, en donde los privilegios de la nobleza eran más honoríficos y políticos que económicos, tenía una sólida economía agropecuaria que le permitió sobrevivir a la decadencia del comercio de esclavos.

H. M. Stanley, el aventurero y periodista británico, arribó en 1875. Él denunció el avance del Islam en la región y reportó un supuesto pedido del kabaka Mutesa I para que Europa enviara misioneros a fin de contrarrestar la infiltración religiosa egipcio-sudanesa.

Los misioneros arribaron pronto: protestantes ingleses en 1877 y católicos franceses en 1879. Rápidamente convirtieron a parte de la jerarquía bugandesa, y la élite poderosa se dividió en tres facciones. Dos que reflejaban la rivalidad entre los misioneros –en su propio dialecto los llamaban partido «franza» y partido «ingleza»–, al tiempo que el tercero (moderado e islámico) asumió la defensa de los intereses nacionales. El mayor impacto fue la consolidación de la presencia europea.

En 1888 los misioneros depusieron al kabaka musulmán mwanga. Llegó la IBEA (Imperial British East África Co.), una compañía comercial al viejo estilo colonial precursora del gobierno inglés.

Los acuerdos de 1886 con Alemania habían otorgado a los ingleses los reinos de los lagos, convertidos en protectorado británico en 1893.

Los demás reinos debieron adoptar sistemas políticos iguales a los de buganda, pues los ingleses veían al Lukiko como algo semejante a su Parlamento. Pensando desarrollar una clase dirigente intermediaria del poder colonial, emprendieron una «reforma de la propiedad» que privatizó la tenencia de la tierra, hasta entonces comunal, y despojó a los campesinos en beneficio de la nobleza asentada en el Lukiko.

En 1894, Buganda pasó a ser un protectorado británico. En 1900, mediante un acuerdo, se transformó en una monarquía constitucional, controlada por los protestantes.

En 1902, la provincia oriental del país pasó a Kenia.

El cultivo comercial de algodón comenzó en 1904.

Durante la primera mitad del siglo XX, hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, rigió el sistema de «gobierno indirecto»; el poder era ejercido por estructuras locales. Londres permitió la formación de agrupaciones de tipo sindical que reunieron a los militantes. Las modernas tendencias nacionalistas subsecuentemente generaron sentimientos anticolonialistas.

La distorsión de las estructuras productivas, causada por la confiscación de tierras, se agravó después de la guerra. Muchos de los cultivos para exportación, ajenos a la tradición agrícola de la región, y su prominencia en la producción cultural generó el deterioro de las condiciones de vida de la población hasta la década de 1960, cuando el movimiento de descolonización llevó a la independencia de Uganda. El kabaka Mutesa II de Buganda fue el primer presidente y Milton Obote fue el primer ministro.

En 1965, Obote cambió la Constitución para asumir mayores poderes y eliminar la división federativa impuesta por los ingleses. Adoptó una política en favor de los sectores más pobres y se enfrentó a la población india –minoría de 40 mil personas con pasaporte británico– que controlaba casi toda la actividad comercial.

Obote apoyó la integración económica regional con Tanzania y Kenya, formando la Comunidad del Este Africano (1967-1977).

En enero de 1971, Obote fue derrocado por un sangriento golpe de Estado dirigido por el ex sargento y boxeador, Idi Amín Dada. Con la economía en crisis, el gobierno enfrentó la oposición de la minoría india (a la que expulsó en masa en 1972) y de las empresas transnacionales.

Las actitudes de Amín fueron muy controvertidas: mantuvo relaciones comerciales con EE.UU. e Inglaterra, pero también, y en buenos términos, con el mundo socialista. Apoyó algunos movimientos de liberación en África, pero se opuso al ingreso de Angola a la Organización de Unidad Africana (OUA) y hostigó al gobierno de Nyerere en Tanzania. Expropió tierras y propiedades a los judíos y se acercó a los países árabes.

A mediados de la década de 1970, Amín se proclamó presidente vitalicio. En 1978 provocó la guerra con Tanzania, al anexar una extensa zona del norte de ese país. El conflicto terminó con su fuga de Kampala en abril de 1979, después de una ofensiva conjunta de tropas de Tanzania y militantes de la oposición, unificados en el Frente Nacional de Liberación de Uganda (FNLU).

El nuevo poder, un Consejo Nacional Consultivo dirigido por un profesor universitario conservador y sin experiencia política, Yusuf Lule, duró 68 días. Lule fue sustituido por Godfrey Binaisa, líder del FNLU, un movimiento cuya unidad estaba basada en el deseo de acabar con el terror de Idi Amín. De todos modos, Binaisa no tuvo habilidad para conciliar las tendencias dentro de su movimiento y menos para enfrentar el creciente prestigio de Milton Obote, cuyo partido, el Congreso Popular de Uganda (UPC), contaba con extenso apoyo popular.

El presidente fijó elecciones para 1981, pero intentó impedir que Obote se presentara. Esto precipitó una crisis que explotó en mayo de 1980 cuando el ejército sustituyó a Godfrey Binaisa por una Comisión Militar, encargada de mantener los plazos electorales y respetar los principios pluralistas del movimiento que derrocó la dictadura de Amín. La Comisión, bajo las órdenes del general David Oyite Ojok, controló las elecciones de diciembre, que terminaron en una aplastante victoria del UPC y Obote como presidente.

Obote recibió un país en ruinas; las minas de cobre no funcionaban desde hacía años, y la corrupción era generalizada. Pese al amplio respaldo electoral, en 1981 los grupos derrotados iniciaron una campaña de desestabilización que se transformó en guerrilla.

El gobierno autorizó el regreso de los comerciantes asiáticos, reglamentó la participación de capitales extranjeros y comenzó a reordenar la economía, atacando en primer lugar la corrupción y la especulación. Pese a la creciente violencia política, en 1981 logró la salida de las tropas tanzanias, instaladas en Uganda desde el derrocamiento de Amín.

Entre 1981 y 1985 hubo muchas ofensivas militares contra los reductos del Ejército de Resistencia Nacional (NRA) –brazo armado del Movimiento de Resistencia Nacional (NRM), fundado por el ex presidente Yusuf Lule y dirigido por Yoweri Museveni– y otros grupos de la oposición.

En 1981, el gobierno reprimió el contrabando de ganado entre los pastores nómades a lo largo de la frontera con Kenia, que estaba causando hambrunas a miles de personas en la provincia de Karamoja.

El triunfo anticipado del UPC, en las elecciones (agendadas para diciembre de 1985) se vio frustrado por un golpe de Estado que, en julio, dio el general Bazilio Olara Okello. El nuevo presidente (de la etnia acholi) acusó a Obote (de origen langi) de dominio tribal unilateral y anunció la convocatoria a elecciones para «formar un gobierno de base amplia» en un plazo de seis meses.

Desde el golpe, el NRA intensificó la lucha y ocupó Kampala en enero de 1986. El 30 de ese mes, Yoweri Museveni, líder del NRA, asumió la presidencia y en marzo anunció la caída de Golu, en el norte, último bastión de las fuerzas de Okello.

Museveni debió enfrentar la reconstrucción de un país arrasado, con un saldo de casi un millón de muertos, dos millones de refugiados, 600 mil lisiados y una destrucción material incalculable.

Con una deuda externa de 1.200 millones de dólares en 1987, Museveni recurrió al trueque con los demás países de África, en un intento de crear una economía independiente para evadir al Fondo Monetario Internacional (FMI). Algunos países de Occidente no veían con buenos ojos las relaciones de Uganda con Cuba y Libia. Estados Unidos presionó a Tanzania y Rwanda, lo que frustró operaciones de trueque pactadas.

En febrero de 1992, organizaciones locales de derechos humanos pidieron el establecimiento de una democracia con pluralidad de partidos. El gobierno respondió que construiría la democracia a partir de las estructuras tribales, por lo que los partidos políticos eran innecesarios.

Igualmente, ante la presión de la oposición y de los organismos internacionales, en febrero de 1993, se autorizó la elección de una Asamblea Constituyente a establecerse en 1995, que debería estudiar un anteproyecto de Constitución. El texto gubernamental, criticado por la oposición del Partido Democrático y por el UPC, del ex presidente Obote, mantenía el estatus de semi-ilegalidad de los partidos por siete años más.

En las elecciones constituyentes de marzo de 1994, los oficialistas obtuvieron casi la mitad de las bancas, pero la designación directa de algunos constituyentes otorgó a Museveni una amplia mayoría en la nueva asamblea. Siguiendo la política de restauración, se autorizó a los bunyoros, del norte del país, a tener su propio rey, lo cual se concretó en junio.

En 1995 Museveni siguió sosteniendo que el multipartidismo agudizaría las divisiones tribales. Los organismos financieros internacionales manifestaron su satisfacción por los resultados económicos del país. Las inversiones extranjeras crecieron, pero los recortes presupuestarios agravaron la situación de la mayoría pobre de la población.

El 9 de mayo de 1996, Museveni fue reelecto presidente con más de 75% de los votos y una participación de 72,6%, derrotando a Paul Semogerere y Muhammad Mayanja.

Las reformas económicas realizadas por Museveni, situaron a Uganda en el primer lugar dentro del proyecto de asistencia del Banco Mundial (BM) para 20 países deudores, en 1997. Se estimó en 24 millones de dólares lo necesario para paliar el hambre en el este del país. Uganda recibió fondos de la empresa franco-australiana La Source para explotar sus minas de cobalto, junto con préstamos de la Unión Europea y Corea del Norte para construir una planta hidroeléctrica.

A mediados de 1998, el ejército ugandés entró a la vecina República Democrática del Congo (RDC) y se sumó a las fuerzas rebeldes en su lucha contra el presidente Laurent Kabila. En octubre de 1999, el ministro de Defensa de Uganda, Stephen Kavuma, dijo que las tropas permanecerían en la RDC hasta que se restableciera la paz.

En noviembre de 1999, los presidentes de Uganda, Kenia y Tanzania firmaron, en la ciudad tanzana de Arusha, un tratado por el cual se creó la Unión Económica del Este de África en 2001.

Museveni fue el anfitrión del Foro Africano de Desarrollo 2000, celebrado en Addis Abeba. Se refirió a las alarmantes estadísticas del VIH/SIDA en el África Subsahariana; la tasa de Uganda era de las más altas del mundo. Pero, por medio de campañas de información y prevención, se logró reducir considerablemente la epidemia.

En junio de 2000 se sometió a referéndum la posibilidad de implantar un sistema pluripartidista. Pese al boicot del Partido Democrático (PD) y otras fuerzas políticas, la fórmula de «democracia sin partidos», defendida por Museveni, fue respaldada por el 80% de los votantes (el 50% del electorado habilitado). Uganda iba a continuar en un sistema de gobierno insólito en el continente. Esto no impedía que, en la práctica, el NRM (llamado ahora simplemente «el Movimiento») ejerciera como un partido del Estado. El sistema ponía todo el poder en las manos de su creador, Museveni.

En las elecciones presidenciales de marzo de 2001, Museveni fue reelecto con el 69,3% de los sufragios frente al 27,8% obtenido por su contrincante más votado, Kizza Besigye, ex coronel del NRM. Observadores internacionales estimaron en hasta un 15% el voto fraudulento, y ratificaron que los comicios se habían desarrollado en un clima de intimidación.

En julio de 2001, Museveni se reunió con el líder político de la República Democrática del Congo, Joseph Kabila –hijo de Laurent Kabila– en Dar es Salaam, lo que aceleró la retirada del ejército ugandés de ese país y la interposición de efectivos de la ONU a lo largo de las líneas del frente.

Un informe de la Organización Mundial del Comercio (OMC) indicó que la reforma económica llevada a cabo por el gobierno de Museveni atrajo inversiones extranjeras y contribuyó al crecimiento del país. La reforma incluyó la liberalización del régimen comercial. El PBI real había crecido, hasta 2001, alrededor de un 6% anual; el déficit fiscal se redujo y la inflación disminuyó, lo que mejoró el entorno económico. El sector agropecuario representaba entonces alrededor del 42% del PBI real y el 80% del empleo.

En marzo de 2002, Uganda firmó con Sudán un acuerdo para combatir al Ejército de Resistencia del Señor (LRA), un grupo que pretendía gobernar el país según los diez mandamientos bíblicos, liderado por el «profeta» Joseph Kony. El movimiento rebelde, instalado en la frontera de ambos países, utilizaba, como parte de su táctica, el secuestro sistemático de miles de niños ugandeses.

En octubre de 2002, la intensificación del conflicto contra el LRA llevó al ejército a evacuar a 400 mil ciudadanos de la zona de combate. En diciembre, luego de cinco años de negociaciones, se firmó un acuerdo de paz con el movimiento rebelde Frente de Rescate Nacional de Uganda (UNRF II).

En mayo de 2003, se retiraron de la RD Congo las últimas tropas ugandesas; decenas de miles de ciudadanos pidieron asilo en Uganda. En agosto, murió en un hospital de Jeddah, Arabia Saudita, el antiguo dictador Idi Amin Dada.

En febrero de 2004, al menos 200 personas fueron ejecutadas por rebeldes del LRA en campos de refugiados al norte del país. El presidente se disculpó por los errores de coordinación del ejército que impidieron prevenir la masacre.

El comandante del LRA, Charles Okullu Bongomin, se entregó a las fuerzas del gobierno en junio de 2005, tras ser asaltado su refugio en el Bosque de Bambú Lalak, en el distrito de Kitgum. En tanto, Museveni instaba a Joseph Kony, líder rebelde, a entregarse a las fuerzas gubernamentales, garantizándole el mismo «trato justo e inmunidad que a otros ex comandantes del grupo rebelde».

En un referéndum celebrado en julio de 2005, los ugandeses votaron en favor de un regreso al sistema pluripartidista

Tras una enmienda a la Constitución en 2005, para aumentar el límite existente de dos mandatos consecutivos a tres, Museveni finalmente ganó las elecciones de febrero de 2006, en medio de serias acusaciones de fraude, antes, durante y después de la votación. Fueron las primeras elecciones multipartidarias desde la llegada de Museveni al poder en 1986.

A fines de marzo de 2006, el Consejo Ejecutivo del BM, en colaboración con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Africano de Desarrollo (BAD), dieron luz verde a la cancelación de la deuda a 13 países africanos entre los que se encuentra Uganda. La entrada en vigor de la condonación quedó prevista para el 1 de julio del mismo año, fecha en que comienza el año fiscal del BM.

El tribunal especial formado a inicios de 2007 para juzgar los crímenes de guerra, cometidos por fuerzas del gobierno o por rebeldes, enfrentó las primeras dificultades serias en julio de ese año. Al tiempo que se liberaban cuatro órdenes de arresto contra integrantes del LRA, voceros del gobierno dijeron que, como los soldados acusados de violaciones a los derechos humanos ya habían sido juzgados por un tribunal militar, no debían comparecer ante el tribunal. El LRA respondió con sorpresa ante lo que, según ellos, era un cambio de las reglas acordadas para el alto el fuego.