En la región que actualmente ocupa Zimbabwe se encontraron vestigios de antiguas civilizaciones africanas: minas, cultivos en terrazas y canales de riego; cerca de 300 sitios arqueológicos se encuentran entre las ruinas. Los más importantes son Mapungubwe y Gran Zimbabwe (con su característico recinto amurallado). Los ancestros de los actuales shona –herreros bantúes instalados antes del siglo V– construyeron esta muralla siglos después.

Los shona descubrieron oro, cobre y estaño, y desarrollaron refinadas técnicas para trabajarlos. Los centros comerciales arabizados de la costa –como Sofala, en el lugar que actualmente se conoce como Mozambique– promovieron un intercambio que facilitó la expansión de su cultura. Los mutapas, o reyes, extendieron su influencia sobre la mayor parte de la región.

El auge de Gran Zimbabwe tuvo lugar entre los siglos XIV y XVI. La civilización estableció conexiones comerciales que alcanzaron Asia. Cuando en el siglo XVI Portugal conquistó los asentamientos costeros, Gran Zimbabwe estaba en decadencia y el centro de gravedad de una cultura zimbabweana más evolucionada se trasladó hacia el norte bajo el reinado rozyi. Khami, en el sur, se convirtió en un importante centro tras la caída de Gran Zimbabwe.

La sociedad shona fue profundamente desestabilizada en la década de 1830, luego de la invasión de los ndebele desde Zululandia (en la actual Sudáfrica), que escapaban del poder militar del rey zulú Shaka.

Los ndebele, de habla zulú, establecieron un reino en el sudeste a través de la conquista y la asimilación de los pobladores locales, mayoritariamente shona. En la primera mitad del siglo XIX el territorio se dividió entre el pueblo shona en el noreste y los ndebele. Cuando los colonos blancos llegaron a fines del siglo XIX negociaron con Lobenguela, el rey ndebele, que le garantizó al empresario imperial Cecil Rhodes, de la British South Africa Co. (BSA), derechos exclusivos para la explotación de tierras y recursos minerales a cambio de dinero.

El gobierno británico dio a la BSA el control del territorio y lo abrió a colonos; una columna pionera se trasladó a un campamento fortificado llamado Salisbury.

En 1893 se rebelaron los ndebele. La «policía» de Rhodes atacó y destruyó Bulawayo, su capital.

En 1896-7 se reprimió brutalmente un gran levantamiento shona. El país (Rhodesia del Sur) pasó a ser gobernado por la BSA.

En 1923, Zimbabwe se convirtió en un Estado administrado por los colonos, similar a Sudáfrica en aspectos como la segregación racial. Su agricultura intensiva y las minas de oro convirtieron al lugar en el segundo país más rico de África.

En 1953 Rhodesia del Sur formó la Federación de África Central con las vecinas Rhodesia del Norte (actual Zambia) y Nyassalandia (actual Malawi). A través de la Federación los británicos esperaban crear un contrapeso al apartheid en Sudáfrica, dominado por los afrikaaners.

Cuando a fines de la década de 1950 comenzaba la descolonización en África, los europeos (5% de la población) poseían cerca de la mitad de las tierras. Zambia y Malawi se independizaron en 1964. En Rhodesia del Sur el Congreso Nacional Africano (ANC) también intensificó la lucha por la autodeterminación. El gobierno colono de Ian Smith se negó a aprobar un gobierno autóctono y resistió las presiones británicas para lograr una transferencia gradual del poder a la mayoría local y en 1965 anunció la declaración unilateral de la independencia. Esto determinó el retorno a la lucha armada por parte de los movimientos de liberación africanos ZAPU (Unión Popular de Zimbabwe), dirigida por Joshua Nkomo y ZANU (Unión Nacional Africana de Zimbabwe), dirigida por Robert Mugabe en 1975.

El régimen del Frente de Rhodesia de Smith fue castigado con un boicot comercial impuesto por Naciones Unidas, sistemáticamente burlado con la cooperación del gobierno de Sudáfrica. Tras la independencia de Mozambique en 1975, la guerrilla se fortaleció. Los movimientos guerrilleros ingresaban desde campamentos situados fuera del país. Smith bombardeó Zambia y Mozambique, países que, junto a Angola, Botswana y Tanzania, habían padecido una fuerte desestabilización política y económica por haber conformado un frente común contra los regímenes racistas de la región.

Ante la creciente presión internacional, en 1978 Smith firmó con líderes negros un acuerdo interno rechazado por los movimientos de liberación, cuyo éxito obligó al Gobierno a negociar. Londres supervisó las elecciones libres de febrero de 1980, que ganó Robert Mugabe. Según los acuerdos de Lancaster House, de abril de 1980, Gran Bretaña traspasó el poder al ZANU. Los blancos mantuvieron algunos privilegios, como sus tierras y escaños en el Parlamento.

Mugabe comenzó aboliendo la legislación racista y reconstruyendo la economía, afectada por siete años de guerra, con el ganado reducido a un tercio, carreteras inutilizadas y el azote de enfermedades como la malaria. Mugabe abogó por la reconciliación nacional e incluyó en el Gobierno a dirigentes del ZAPU y blancos, buscando apoyo para un ambicioso Plan de Desarrollo. En los primeros años el crecimiento económico fue rápido, especialmente en la agricultura. Pero Mugabe tuvo que enfrentar el boicot sudafricano a la salida de la producción y la división entre el ZANU y el ZAPU (de Nkomo), cuyos guerrilleros principalmente ndebele estaban desconformes con el ZANU y el predominio de los shona. Una gran sequía en 1983 se sumó a los reveses.

Las esperanzas de reforma agraria de los campesinos negros chocaron contra las limitaciones impuestas en los acuerdos de Lancaster House, que exigían la compra y no la expropiación de haciendas de blancos.

A fines de junio de 1985 la ZANU de Mugabe ganó ampliamente las elecciones parlamentarias en todo el país, excepto en la zona ndebele de Matabele; la mayoría de los blancos votó al Frente Rhodesiano.

En 1986, 4.500 agricultores (casi todos blancos) eran dueños de 50% de las tierras productivas del país, y empleaban a peones negros que vivían en sus haciendas. Más de 4.500.000 vivían en áreas rurales de propiedad comunal, llamadas «tierras tribales», pobres, situadas en regiones secas, con carencias de infraestructura y comunicaciones.

La Unión de Agricultores Comerciales, formada por blancos, generaba 90% de la producción agrícola, pagaba un tercio de los salarios y respondía por el 40% de las exportaciones del país. La organización bloqueó muchas iniciativas gubernamentales de reforma y redistribución agraria.

Mediante dos reformas constitucionales, en setiembre de 1987 se abolieron los 30 escaños parlamentarios reservados para los blancos y se traspasó la autoridad ejecutiva al presidente, elegido por el Parlamento cada seis años.

En diciembre de 1987 Mugabe y Nkomo lograron un acuerdo de fusión (ratificado en abril de 1988) que creó el Frente Patriótico de la Unión Nacional Africana de Zimbabwe (ZANU-PF).

El triunfo del ZANU-PF en las elecciones de marzo de 1990, en las que obtuvo 116 de los 119 escaños, fue interpretado por Mugabe como un apoyo popular a su idea de partido único. No obstante, el recién organizado Movimiento por la Unidad de Zimbabwe (ZUM) obtuvo 15% de los votos y hubo una abstención del 46%.

En 1990, el Parlamento aprobó una ley de reforma agraria que autorizó la expropiación de tierras de propietarios blancos a un precio fijado por el Estado, para su redistribución entre la población negra. El ZANU-PF abandonó el marxismo-leninismo, y mantuvo una economía socialdemócrata y mixta en la que los blancos desempeñaban un papel destacado.

En 1992 terminó el conflicto mozambiqueño, lo cual eliminó la amenaza de desestabilización para Zimbabwe. En las elecciones de abril de 1996 (con un 68% de abstención), Mugabe obtuvo 93% de los votos.

El Gobierno tuvo grandes dificultades para prestar los servicios básicos debido a los programas de ajuste estructural impuestos por el FMI, que recortaban el gasto público, aunados al estancamiento económico. Aunque el 30% de las tierras propiedad de los blancos habían sido redistribuidas, los veteranos de guerra que se creían olvidados desde la independencia presionaban al gobierno. En junio de 1996 se apoderaron de seis granjas al este de Harare. En julio, el gobierno anunció un nuevo plan para establecer a 100 mil familias en cinco millones de hectáreas que se comprarían a granjeros blancos. El FMI y la UE rechazaron el plan por demasiado ambicioso y apoyaron en cambio un proyecto piloto de dos años. Mugabe cambió de opinión en noviembre y expropió 841 granjas.

En octubre de 1999 se implementó un impuesto a los sueldos de 3% destinado, según el gobierno, a atender los enfermos de VIH/SIDA (el 25% de los adultos del país). La medida fue interpretada por muchos como una maniobra para financiar a los 11 mil soldados que Mugabe envió en apoyo del régimen de Laurent Kabila en RD del Congo. Los medios de comunicación denunciaron la corrupción oficial.

Mugabe sufrió una sorpresiva derrota frente a un nuevo partido opositor, el Movimiento por el Cambio Democrático (MDC), en el referéndum constitucional de 2000 que pretendía reforzar las facultades presidenciales y permitir la expropiación sin indemnización de las haciendas en poder de los blancos.

En marzo de 2000, 420 fincas de terratenientes blancos fueron ocupadas por ex guerrilleros negros. La Unión de Agricultores Comerciales acusó a Mugabe de orquestar los copamientos para ocultar el fracaso de la reforma agraria, ya que el gobierno poseía casi dos millones de acres de tierras fértiles sin explotar. Mugabe respondió que el país no tenía cómo pagar el parcelamiento de esas tierras ni proveer la infraestructura mínima, como cañerías y carreteras.

En mayo, como plataforma para las elecciones parlamentarias de junio, Mugabe anunció que no cedería a las presiones internacionales y no revertiría ni evitaría las ocupaciones de tierras. Para evitar la supervisión internacional, el gobierno redujo el número de observadores electorales. A pesar de haber fraguado las elecciones, el ZANU ganó sólo cinco bancas más que el MDC, que contaba con el apoyo del movimiento sindical y principalmente urbano. Mugabe enfrentaba una oposición en serio por primera vez desde 1980, y estaba decidido a eliminarla.

En 2001, el régimen de Mugabe fue acusado de violaciones a Derechos Humanos, entre ellos el derecho a la información. Medios británicos y ONGs señalaron que muchos jueces y periodistas debieron abandonar Zimbabwe y varios dirigentes opositores fueron asesinados.

Nuevas presiones internacionales llevaron a Mugabe a disminuir, en setiembre de 2001 las ocupaciones ilegales de tierras a cambio de ayuda financiera inglesa para indemnizar a los granjeros blancos expropiados. La reticencia de las compañías a invertir en el país hizo aumentar el desempleo y la inflación alcanzó el 70% al final del año.

El gobierno, que había censurado los medios de comunicación (controlados por el Estado), presentó en enero de 2002 un proyecto de ley denominado Acceso a la Información y Protección de la Intimidad, en un intento por silenciar a la prensa independiente y a los periodistas extranjeros antes de las siguientes elecciones presidenciales. La presión nacional e internacional hizo que el gobierno retirara el proyecto.

Las presidenciales de marzo de 2002 dieron ganador a Mugabe con el 56,2% de los votos frente a Morgan Tsvangirai, del MDC, que alcanzó el 41,9%. La oposición, los observadores independientes y la comunidad internacional denunciaron fraude. Semanas después, la Comunidad Británica expulsó al país por un año, basándose en las recomendaciones del informe del grupo de observadores electorales, que concluyó que los comicios habían sido obstaculizados por violencia alentada por el gobierno. La Unión Europea y Estados Unidos anunciaron severas sanciones contra Zimbabwe en 2002. Dinamarca cerró su embajada en Harare y Suiza bloqueó las cuentas de varios integrantes del gobierno y les negó la entrada a territorio suizo.

En agosto de 2002, 3 mil colonos blancos fueron notificados de que debían abandonar sus tierras y en setiembre el Parlamento aprobó leyes para acelerar los procesos de expropiación, que debían terminar en un mes. Dos mil quinientos colonos decidieron resistir, un desafío al gobierno que provocó violentos incidentes. La inflación se disparó. Tsvangirai fue acusado de traición, presuntamente por intentar derrocar al presidente.

En marzo de 2003, los observadores denunciaron una represión sin precedentes en los enfrentamientos generalizados por la expropiación de tierras. El Gobierno también reprimió severamente huelgas masivas y otras medidas en reclamo del retiro de Mugabe, apoyadas por el movimiento sindical y el MDC.

Mugabe intensificó su discurso contra los países del Norte. El Daily News, el único diario independiente, fue clausurado en octubre. Muchos periodistas fueron encarcelados y torturados. En diciembre de 2003, la Comunidad Británica extendió indefinidamente la expulsión de Zimbabwe.

En marzo de 2004, la UE renovó las sanciones y amplió la lista de integrantes del gobierno con ingreso prohibido a su territorio. En junio, la Asociación Mundial de Periódicos (WAN) condenó las leyes de Zimbabwe contra la prensa.

Ese mismo mes, varias organizaciones de derechos civiles manifestaron su disconformidad ante una resolución de la Unión Africana (UA) que, durante su cumbre en Etiopía, suspendió la publicación de un informe que denunciaba violaciones de Derechos Humanos (como torturas, arresto arbitrario de parlamentarios opositores, entre otros) en el país. Los líderes africanos declararon que la suspensión pretendía dar tiempo al país para responder a las acusaciones.

En octubre, Tsvangirai fue declarado inocente de los cargos de traición relativos a un presunto intento de asesinato de Mugabe, aunque debería enfrentar otros cargos de traición. Joyce Mujuru asumió como vice presidente de la república en diciembre.

En enero de 2005 Mugabe realizó una purga en el ZANU-PF, destituyendo a varios miembros de alto rango. También encarceló a Philip Chiyangwa, una de las personas más ricas del país, bajo acusación de espionaje. Ese mismo mes salieron a luz informes de ataques sistemáticos y tortura contra partidarios del MDC en vísperas de las elecciones de marzo.

También en enero, Estados Unidos definió a Zimbabwe como uno de los seis «bastiones de la tiranía» en el mundo, junto a Belarús, Corea del Norte, Cuba, Irán y Myanmar.

En marzo, el ZANU-PF obtuvo dos tercios de los votos en las elecciones legislativas. Tsvangirai denunció «fraudes masivos» una vez más.

Entre mayo y junio, decenas de miles de viviendas precarias y puestos callejeros ilegales fueron demolidos en un operativo de «limpieza urbana» que no ofrecía soluciones alternativas a sus ocupantes. Según estimaciones de la ONU, unas 700 mil personas quedaron sin hogar.

En agosto, los cargos de traición aún pendientes contra Tsvangirai fueron retirados.

En noviembre, el ZANU-PF obtuvo una aplastante mayoría en las elecciones convocadas para conformar el nuevo Senado, restablecido tras seis años de régimen unicameral.

Tras visitar el país en diciembre, Jan Egeland, subsecretario general de la ONU para asuntos humanitarios, afirmó que Zimbabwe se estaba «desintegrando».

El Sistema de Advertencia Temprana de Hambruna (FEWSNET), organización con sede en Estados Unidos, advirtió en febrero de 2006 que el acceso doméstico a los productos básicos de alimentación había caído considerablemente en la región y que un gran número de personas necesitaba ayuda alimenticia. Según el FEWSNET, la inseguridad alimenticia en Zimbabwe empeoraría con el paso de los meses debido al déficit (1.200 toneladas) en la producción de cereales de 2005.

El FMI presentó en marzo su última evaluación acerca de las obligaciones financieras en mora que con el organismo tenía Zimbawe, así como las posibles sanciones contra este país. El Directorio Ejecutivo del FMI decidió no restablecerle a Zimbabwe los derechos de voto en su seno, ni la posibilidad de utilizar los recursos generales del Fondo.

En mayo, tras siete años de recesión económica, la inflación superó el 1.000% –con récord en abril, 1.043%–, la mayor en el mundo en ese momento. Por otra parte, ese mes las tasas de desempleo se situaban en más del 70%.

Debido a gravedad de la crisis, para agosto de 2007 miles de personas cruzaban las fronteras –principalmente rumbo a Sudáfrica–por día. La opositora Alianza Democrática pidió al gobierno la creación de campos de refugiados cerca de la frontera. La idea fue rechazada por Pretoria por dificultar la integración de los refugiados a la sociedad sudafricana.