Reportes Especiales
El MST y un nuevo Brasil

Con su lucha por una reforma agraria, el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) se ha convertido en referente para otros movimientos sociales del país y de América Latina.

El MST surgió a principios de 1980. Eran tiempos de apertura democrática -después de veinte años de dictadura militar- y el sistema capitalista se enfrentaba a una contradicción interna: amplios sectores de la población brasileña luchaban para vivir en el campo. La tierra históricamente estaba concentrada en pocas manos y, modernización de la agricultura mediante, decenas de miles de personas eran expulsadas hacia las grandes ciudades, empeorando las cosas.

La lucha por la tierra no es nueva en Brasil. El MST, entonces, tiene sus referentes históricos y quizás sea su expresión más acabada. Durante todo el siglo XIX, las comunidades indígenas y los negros que habían escapado de la esclavitud conformaron sus asociaciones libres o quilombos, para trabajar la tierra y protegerla de los bandeirantes y de los colonizadores blancos, que ganaban terreno y establecían sus latifundios de cientos de miles de hectáreas. A principios del año 1900, surgieron algunos movimientos de corte mesiánico y sus líderes carismáticos: los Canudos (Antonio Conselheiro), Contestado (José María) y el Cangazo (Lampiao). Una vez derrotados, empero, la lucha por una reforma agraria prosiguió en todo el territorio nacional. Con las influencias del marxismo, algunos campesinos conformaron asociaciones de clase y fundaron las Ligas Campesinas, la Unión de los Labradores y Trabajadores Agrícolas de Brasil (ULTAB) y el Movimiento de los Agricultores Sin Tierra (MASTER). En 1964, las Fuerzas Armadas derrocaron al entonces presidente Joao Goulart y estos movimientos fueron desarticulados, y sus principales activistas asesinados, encarcelados o exiliados. Por las actividades del MASTER, en algunos estados del sur, que ocupaba tierras entre decenas de familias, comenzó a gestarse el MST, que surgió en 1984. Desde entonces, el movimiento consiguió a través de la ocupación tierras para unas 200 mil familias, mientras un número similar aguarda en asentamientos ubicados en distintas partes del territorio nacional.

Para cada conflicto una propuesta

En los últimos años, las tensiones entre el gobierno del presidente Fernando Henrique Cardoso y el MST han aumentado. En 1996, oficiales de policía asesinaron a 19 campesinos sin tierra" en Eldorado de Carajás, estado de Pará. En un intento por fortalecerse, en abril de 1997 el MST convocó a una Marcha Nacional de los Sin Tierra que reunió, en la capital, Brasilia, a unas 100 mil personas. Los campesinos llegaron hasta ahí después de caminar mil quilómetros y desde quince estados. Días después, representantes del movimiento le preguntaron al presidente "¿por qué resolvimos hacer tanto sacrificio?". Entre otras demandas, el movimiento afirmó que la tierra debe cumplir una función social, servir para todos, y que había que expropiarla masivamente para combatir la concentración y el latifundio. Al mismo tiempo, sostuvieron que se debería "reorganizar la producción agropecuaria" para priorizar el mercado interno y abastecer a la población para así eliminar el hambre. Las propuestas del movimiento llegan más lejos. Afirma que se debería vincular la reforma agraria a los problemas de implementación de agroindustrias, cooperativas, sus asentamientos, para democratizar y garantizarle a la población rural el acceso a los servicios públicos, principalmente a la educación. Estas medidas, entiende el MST, ayudarían a combatir el éxodo rural hacia las ciudades pues generarían condiciones para el desarrollo del campo, para que las familias permanezcan en sus lugares de origen. Antes de retirare, los delegados "sin tierra" exhortaron al presidente a que cambie sus políticas agrícola y económica, dándole paso a los créditos y al seguro agrícola para viabilizar las producciones familiares, aumentar el empleo y mejorar la distribución de la renta.

Tres años después, en abril de 2000, los enfrentamientos volvieron a sucederse. El movimiento y diferentes organizaciones sociales (comunidades indígenas, negras, feministas y de defensa de los derechos humanos y del medio ambiente) lideró los "contrafestejos" por los 500 años de la llegada a territorio brasileño de Portugal. En las principales ciudades del país, la represión fue muy dura y cientos de "sin tierra" fueron heridos, 70 fueron arrestados y uno fue asesinado. Desde Paraguay, el movimiento "sin tierra" condenó los hechos, junto a otras organizaciones campesinas de Argentina y Chile. Lo mismo hicieron las comunidades indígenas del estado mexicano de Chiapas, reunidas en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). A todo esto, la Conferencia Episcopal de Brasil sostuvo que las tensiones entre las partes se deben al autoritarismo gubernamental, y defendió al MST cuando desde el gobierno se lo acusa de "hacer política". Los obispos afirmaron que "lo que no es político no es humano. Si un movimiento de la magnitud de éste no tuviera una dimensión política sería una banda de ingenuos danzando para conseguir su propia subsistencia". Y agregaron que "no es posible una reforma agraria sin intervenir en la estructura más amplia, que es la política, y eso es absolutamente correcto, legal y necesario".


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