Sociedad


En el mundo hay 400 millones de niños que realizan trabajos de tiempo completo o parcial. De esta cantidad, 250 millones de menores entre 5 y 14 años trabajan en países en vías de desarrollo. Por lo menos un millón de niños son obligados a ejercer la prostitución y 80 millones trabajan bajo condiciones peligrosas o corriendo riesgo de vida.

Las raíces y el impacto publicitario

En 1999, los estados miembro de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que son la gran mayoría de los miembros de Naciones Unidas, firmaron el Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil cuya meta sería liberar a cientos de millones de menores de la esclavitud y de la servidumbre por deudas, la prostitución y la pornografía, el trabajo peligroso y el reclutamiento forzoso.

El Convenio 182, que se aplica a toda persona menor de 18 años, exige "medidas inmediatas y eficaces para conseguir la prohibición y la eliminación de las peores formas de trabajo infantil con carácter de urgencia. Según el convenio, los estados ratificantes deberían "elaborar y poner en práctica programas de acción" para eliminar, como medida prioritaria, las peores formas de trabajo infantil y "establecer o designar mecanismos apropiados" para vigilar la aplicación del Convenio, previa consulta con las organizaciones de empleadores y trabajadores. Además, los ratificantes deberían "prestar asistencia para librar a los niños de las peores formas de trabajo infantil y asegurar su rehabilitación; asegurar a todos los niños que hayan sido librados de las peores formas de trabajo infantil el acceso a la enseñanza básica gratuita o a la formación profesional; identificar a los niños que están particularmente expuestos a riesgos; y tener en cuenta la situación particular de las niñas". Recomienda, asimismo, que las peores formas de trabajo sean consideradas delito por parte de los estados ratificantes y que éstos impongan sanciones penales a aquellos que los cometan.

Otra visión

La visión de muchos sindicatos y organizaciones no gubernamentales es que los gobiernos, si bien han "declarado" mucho, hasta el momento han hecho poco y nada para atacar el problema global. Se alzan voces señalando que el impacto publicitario de la tópica (sobre todo en lo atinente a la prostitución, la esclavitud y el tráfico) parecería en neto contraste con la práctica efectiva. Más aún, este impacto publicitario impediría que se profundice en las raíces del problema, que son invariablemente económicas. Generar conciencia sobre el trabajo infantil también requiere generar conciencia sobre los factores que contribuyen a su existencia; para atacar las causas fundamentales es necesario lidiar con aspectos económicos, influencias culturales y tradicionales, posibilidades de acceso a la escuela, etcétera.

Si los problemas subyacentes no son tomados en cuenta, en lo inmediato el hecho de sólo arrancar al niño de su lugar de trabajo y mantenerlo en la escuela podría hacer más daño que provecho. En un congreso sostenido en Ciudad de México, en 1998, la Central Latinoamericana de Trabajadores (CLAT) enfatizó que para entender la magnitud del problema era importante comprender que los niños y niñas que trabajan contribuyen con un ingreso adicional a su propia supervivencia, así como la de sus familias. Agregó que, si el trabajo infantil fuera completa e inmediatamente eliminado, la pobreza empeoraría en aquellas familias con menores ingresos, profundizando la miseria y la marginación. El CLAT propuso vincular los esfuerzos para erradicar el trabajo infantil con la lucha en pos de trabajos decentes, salarios justos, educación de calidad y entrenamiento profesional efectivo.

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